Siempre he sostenido que para las versiones futuras
sobre Batman [y sus historias], el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger
para DC Comics [sin el imperativo de ser comparado con la interpretación
ofrecida por Christian Bale en la trilogía del cineasta Christopher Nolan y
otros que le preceden] no está necesariamente en contexto y/o tono alguno, sino
en el guion. Y eso es lo que ha ocurrido en el reciente y excelente filme
sobre “The Batman”, escrito por Matt Reeves
[director También] y Peter Craig; con el ingrediente majestuoso de la música
del oscarizado Michael Giacchino (“Up”, 2010).
Algo a tener en cuenta en esta oportunidad es que el
Batman de este 2022 es un personaje más tímido. Aquí Bruce Wayne no evoca su
pasado [aunque sí su enemigo número uno en la trama, que le recuerda su estatus
de millonario por lo de sus padres] y, sí lo acomodamos a lo más cercano a él
[por aquello de los afectos]: su fiel mayordomo Alfred, y que el actor Andy
Serkis le transmite gran calidez. De manera que el actor Robert Pattinson
entrega pues una desprendida y magistral actuación en su doble papel, si bien
este filme de más de tres horas de duración, el que menos tiempo vemos los
espectadores es a Bruce Wayne.
Otra consideración muy importante es que la película “The
Batman” es un válido desafío por escapar de los clichés de ese cine de
superhéroes, para incorporar las formas de la llamada intriga Neo noir; un
género de cine que maneja gran parte de los manuales del denominado cine negro,
y que si bien, “habla” de asuntos con contenidos actuales experimentados a
partir de la parte fenomenológica del propio filme, el método deductivo en el
marco de la ciudad de Gotham y redimido por el hombre murciélago [no cometeré
spoiler alguno] es verosímil.
“The Batman” en ese [y en otro] orden de ideas, podría
ser el filme más sensible de todos los protagonizados por Batman y Catwoman, ya
que existe esa luminosidad y lo inevitable que resulta ser y a su vez, ese
fatalismo —el desazón ante el despropósito y la ausencia de humanidad—, de las añejas historias del cine negro, y [en
ese sentido, creo] identificar al menos en un inicio, igualmente esos honestos
y afables interlocutores de ese
universo, donde “los personajes [todos aquellos que viven en una sociedad como
en la famosa “the Gotham city”] deben salir del tópico, diría Hitchcock”.
Además, y según los más estudiosos, “estéticamente se
observan elementos que estuvieron ausentes en el cine negro de las décadas de
1940 y 1950”. Asimismo y ahí lo híbrido del asunto en mi análisis particular,
entra a formar parte en la película elementos como la crisis de identidad [la
timidez y silencio de Batman], cierta vulnerabilidad en general del
protagonista y, otros cambios que aparecieron en esta evolución del género
relacionados con el tono, sin alejarnos del eje de la investigación.
En la espinosa y nada fácil investigación detectivesca
que comienzan Batman y el teniente James Gordon (un valioso Jeffrey Wright), el
último prototipo de policía honrado dentro del Departamento de policía de
Gotham City, para dar con un asesino en serie llamado Enigma [brutal
caracterización de Paul Dano], y que ha tomado la decisión de limpiar aquellos
políticos corruptos; la película es un tipo de narración cinematográfica con
mayor número de planos, de primeros planos, y algunos espacios limitados, que
nos muestra y pone el acento en la investigación y en la deducción lógica [ahí
la inteligencia del guionista].
Si en lo que respecta a los tópicos, asunto y estilo,
es bien sabido de todos que se atesoran en el cine negro y el thriller en buena
parte. Igualmente en “The Batman” el aspecto básico de la vaguedad moral, con
lo cual el borde entre lo bueno y lo malo se diluye con el fin específico de
descubrir la presencia de una realidad criminal bajo la resignación del
individuo y la sociedad [entiéndase Gothan]; el argumento genera una atmósfera
que va cercando de manera gradual su ritmo [sinuoso y sin las persecuciones
frenéticas del Batmóvil], y el clímax está sagazmente medido para lograr que la
atención del público jamás se desvíe.
Por otro lado, “The Batman” como pieza fundamental en
la construcción de identidad en “The Gotham City”, en lo que se pudo leer como
un claro testimonio a través de un melodrama íntimo [por momentos entendemos la
propia interioridad del hombre Wayne y mujer murciélago] y que se observa en el
argumento; podríamos pensar en un ecosistema retratado que se sobrelleva más
bien como una fenomenología sobre las convulsiones de la época, con episodios
de cómo enfrentar un mundo donde todo sigue un orden de destino cruel [El
imaginario noir está presente].
A pesar de la voz en off [característica del cine
negro norteamericano] y a partir de la cual se construye buena parte del relato
[pues se intuye la intención del criminal] y esa focalización interna o cámara
subjetiva, insisto: nos guía sobre la base de la tradicional omnisciencia
narrativa a través de personajes. Y lo
que logra muy bien el director Reeves es salvar los extremos. Debido a esto, el
habitante de la sala de cine identifica muy bien la actitud ideológica de “The
Batman”, lo cual [y espero no estar equivocado] deja una impresión de
unilateralidad que quizá da solidez a la excelente película.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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