Esta película dirigida por Adam Wingard es un regalo
para los críos y nada más. Una continuación directa de “Godzilla vs. Kong”,
filmada por el mismo cineasta en 2021, donde no resulta nada placentero, que se
golpean hasta la muerte, ya que Godzila y Kong se odian hasta la muerte. La
película “Godzilla y Kong: El nuevo imperio”, es la quinta entrega del
Monsterverse de Legendary Pictures.
En esta nueva entrega de sus aventuras, Godzilla y
Kong demuelen juntos algunos emblemas de algunas capitales del mundo. Y en un
intento de armar un enmarañado relato sobre sus principios, donde se
circunscriben civilizaciones perdidas y viajes al centro de la tierra (a lo
Julio Verne), y que en la cinta que nos ocupa es “La Tierra Hueca”. Un tropo
literario aparecido en la obra de Julio Verne, H.P. Lovecraft o Edgar Allan
Poe, designando una Tierra equivalente a la nuestra, a la que se logra acceder
desde las profundidades.
Y desde “Godzilla vs. Kong” es la morada del simio, y
un territorio que aún guarda varios arcanos al inicio de “El nuevo imperio”.
Gran parte de la acción se desenvuelve en la aludida “Tierra Hueca”, de hecho,
y no obstante su visualización no es de exorbitante imaginación ni espectacular
— evidentemente no estamos ante un James Cameron—, de todos modos logra un
espacio de mucha energía y muy complaciente.
Pero valga la ocasión para escribir sobre el género
kaijus. Cuando se habla de Kaijus, la cinefilia remite a una parte del público
que piensa (y creería) instintivamente en “Pacific Rim” (y “Pacific Rim 2”). La
cinta del cineasta mexicano Guillermo del Toro puso de moda esta expresión, que
justamente enalteció en Occidente Godzilla con sus películas.
A “Godzilla y Kong” se les achaca muchas críticas,
pero no se le puede negar una cosa: lo da totalmente todo y haciendo
merecidamente lo que la gente solicita: menos interlocutores humanos, menos
complots aburridos con individuos corriendo entre ruinas, y más protagonismo a
los monstruos, tanto en sus faena como en el argumento.
Kaiju es una palabra japonesa, cuya transcripción
inmediata podría ser la de “Bestia Gigante”. Habitualmente dichos monstruos
suelen ser protagonistas o antagonistas del sub-género de cine conocido como
Kaiju-eiga (cine de monstruos), perteneciente a Tokusatsu (cine fantástico o de
ciencia-ficción japonés).
Ahora bien, el origen de la palabra procede además del
folklore japonés. Deriva de la criatura conocida como Kaijin (lit. “Hombre del
Mar”), de esta se presumía una suerte de individuo submarino, análogo al
observado en la cinta “La forma del agua”, y con pelo en algunas partes de su
cuerpo. Esta referencia hace pensar a modernos espectadores que el Kaijin no
fuera sino una abstracción legendaria de algunos bestias marítimas.
Aun así, el género de los Kaijus está
considerablemente influenciado del cine fantástico occidental. Bebe de filmes
como “King Kong” (1933) o del calamar gigante de “20.000 leguas de viaje
submarino” (1916), que mediaron en varios cineastas del renacer de la industria
cinematográfica japonesa, tras la II Guerra Mundial. No es de exiliar, por
tanto, que ulteriormente el propio King Kong se le regulara con Kaijus en
pantalla.
El primero, y además el más grandioso de ellos fue
“Godzilla”, que abrió el subgénero de cine fantástico con su originaria
película en 1954 ¡Qué nada! Una cinta pues para aquellos seguidores de
monstruos, y de pronto se creen amigos de ellos.