Cuando la mamá le dice a su hija: “servir a Dios no
debería ser una oportunidad de ganar dinero”. Estamos desde bien temprano
entendiendo todo lo que quiere decir el filme, aunque no lo exprese
tácitamente. En los años 70 y 80, Tammy Faye y su marido Jim Bakker, pusieron
en pie hábilmente de la nada, la red de cadenas religiosas más grande del mundo.
Pero no todo permanece para siempre cuando la ambición económica y desbordada,
invita a caminos que a la larga [si usted cree en Dios] no parece agradarle.
Al margen de esta trama, donde es bien analizado fuera
del texto fílmico el poder económico, gracias a los rescoldos y adeptos a un
par de pastores de Dios a través de la oración y la palabra del Señor; no
deberíamos [supongo] ir más allá de nuestras propias creencias basadas en
ciertos iluminados que dicen divulgar la palabra del Todo Poderoso.
De todas formas, y porque “nada de lo humano me es
ajeno”, toda la vida de este par de pastores [sean baptistas o carismáticos]
observados en el filme, permite no perder de vista, cómo todo a la larga [pues
son seres humanos] desemboca en el escándalo provocado por complicados actos de
corrupción económica en su gestión de los fondos recaudados a través de su
canal televisivo [y sobretodo por la hipocresía del comportamiento de Jim] acabó
definitivamente con un recorrido público a comienzos de los noventa.
Tammy Faye es caracterizada por una majestuosa y experimentadamente
irreconocible Jessica Chastain, en lo que me permite aseverar que será una clara
ganadora los Oscars de Hollywood. La película reposa casi en su conjunto
precisamente sobre sus hombros. Un exuberante y, a la vez, patético temperamento.
Pero, incluso en esta forma de poner en escena los personajes, de ordenar el
caso, de proponer unos hechos, la película deambula en cierto efectismo, enredando
turbación con hipocresía.
Lo más interesante de este retrato quizás de esta
pareja de pastores es si, realmente la fe y de la persuasión inseparable que
había en sus actuaciones era sincera. O todo es una puesta en escena donde se
aprovecha de ingenuos seguidores de Dios. Por lo pronto seguir orando, es lo
mejor que nos puede suceder. Leer el salmo 91 sugiere Tammy al final de la
cinta.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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