martes, 22 de febrero de 2022

O2

 

Muy poco llega a las carteleras colombianas, cine precisamente de esa zona del mundo donde hoy día podría nacer una guerra mundial, con base en los deseos de un Puttin y los recelos de Occidente. De todas formas, algo hay de ese olor en la película y que precede a toda guerra, en un filme aceptable y que, a pesar de un lenguaje inexplorado y hasta raro por los latinoamericanos, la subtitulación parece no ser sufciente.



Es agosto de 1939 y Europa teme una guerra inminente. Solo frente a la Unión Soviética de Stalin y el Tercer Reich de Hitler, Estonia sufre un golpe inevitable cuando el jefe de la inteligencia contrasoviética es asesinado, lo que crea dudas de que hay un topo entre sus filas. Con esta premisa, el realizador estonio Margus Paju sale adelante en este filme cargado de suspense y excelentemente ambientado.

Y es que en como toda historia de espías a la larga, el asunto de encontrar y revelar la verdad, el espía estonio Feliks Kangur (interpretado por Priit Võigemast) será el encargado de dar con todos los interrogantes que el espectador se plantea. Pero también al margen del asunto político en sí [Alemania y la Unión Soviética toman medidas para invadir Polonia] muy bien planteado en el contexto de la trama, el guion no flaquea, aunque sí algunas escenas que por su condición elíptica, puede no entenderse en un momento las pesquisas de Feliks.

Historia pues que resulta válida, aunque por momentos cierta frialdad en sus personajes, permite poco [emocionalmente hablando] acercarse a ellos. Pero inclusive en esta manera de asentar en escena a los personajes, de dictaminar la cuestión, de formular unos hechos; la película estona no deambula en artificiosidad, y por momentos los sentimientos de los personajes, y lo reitero, parecen estar al margen, lo que de pronto no permitió que la película fuera más un thriller psicológico.

De todas formas, para lograr el efecto de una película de intriga, su cineasta modula una tensión compleja en pos de un clímax, de pronto, muy a lo “Casablanca”, con lo que el espectador puede conocer o prever de antemano el desenlace, dándole así, un elemento de alto valor alegórico del filme de Curtis. Asimismo, hay más de un MacGuffin hitchcockiano: [entre otros] la relación  de la joven polaca Maria (Agnese Cirule) que le asienta a la cinta un valor cinematográficamente interesante, aunque aquí sí, sin esa alegoría al filme de Curtis con la inolvidable Ingman Bergman.