jueves, 8 de mayo de 2025

'Tatami': estuvo en el Festival de Cine de Venecia

 



"Tatami" busca cerrar la brecha en la política internacional a través de la ficción. El largometraje, que se estrenó en el Festival de Cine de Venecia de 2023, se anuncia como una de las primeras películas narrativas codirigidas por cineastas iraníes e israelíes.

Zar Amir, quien anteriormente ganó el premio a la Mejor Actriz de Cannes por su papel en "Holy Spider", protagoniza y codirige "Tatami" con el cineasta israelí Guy Nattiv, mejor conocido por su cortometraje ganador del Oscar "Skin". Nattiv también dirigió "Golda", protagonizada por Helen Mirren.

"Tatami" está basada en hechos reales, y está protagonizada por Amir como el entrenador de la atleta iraní de judo (Arienne Mandi) que recibe la orden de retirarse del campeonato mundial de la República Islámica en lugar de enfrentarse a un competidor israelí.

Fuente y fotogramas: https://www.indiewire.com/


viernes, 25 de abril de 2025

“The Accountant 2”

 

Primero habría que decir que existe una proliferación de cine de acción, thrillers y cine de terror en la cartelera, que para la crítica cinematográfica más de una cinta no aguanta un análisis, sin embargo, en “The Accountant 2” trabajo del actor Ben Affleck (personaje principal también en “The Accountant 1”) sin ser nada del otro mundo, cumple algunas expectativas cinéfilas, pero muchas del cine comercial.

Y es que Christian Wolff sigue moviéndose a su gusto a la hora de resolver asuntos enredados. Cuando un amigo es asesinado, dejando tras de sí un mensaje en su mano para “encontrar al contable”, Wolff se ve obligado (junto a su hermano Brax [Jon Bernthal]) a solucionar el caso (una familia desaparecida hace ocho años) colaborando con Marybeth Medina (Cynthia Addai-Robinson), subdirectora del Tesoro de Estados Unidos.

En un plano más profundo, decir que este cine de acción siempre cumple sus expectativas en ese sentido y que la trama como si buscáramos una aguja en un pajar resulta hasta bien avanzado el metraje del filme, por momentos desorientadora. Específicamente me refiero al macguffin del guion (una familia desaparecida, una red de traficantes y proxenetas y la acción del reservado contable). Y desde el punto de vista del guion esta línea argumental, y es lo que le favorece, no tiene ninguna pista falsa propuesta a extraviar las conjeturas del espectador.

Por eso creo que el filme funciona con un guion escrito por Bill Dubuque. Y es que lo que empieza como la pesquisa de los miembros de una familia inmigrante, termina convirtiéndose en la desarticulación de una peligrosa red de traficantes.

Finalmente, este filme sin poseer abundancia de acción trepidante y de diálogos o enunciados como puras declaraciones de intenciones —sin subtexto en el que asilarse—. La arquetípica apariencia de los protagonistas se esfuerza en armarse de recursos precisos, de acicalar las características de sus papeles tanto como le es posible, aislando esta de otras recientes representaciones, siempre dentro de los ámbitos permitidos. En resumen, un filme que dará a otra secuela y unos personajes más maduros sin tener que ponerse al descubierto y lidiar de frente sin limitaciones.

miércoles, 23 de abril de 2025

"Sinners" de Ryan Coogler

 

No, no es que sea muy devoto de las películas de terror. Pero no dejo de reconocer que, si hay algo de gratificante en un filme original de terror y que impone a los códigos de género es “Los pecadores”. Además, la cinta transmite honestidad y arrojo. Ambientada en Mississippi en los años 30, “Los pecadores” cuenta la historia de dos gemelos quienes, tras pasar unos años en Chicago, retornan a su pueblo para montar un club de blues para la comunidad negra. Coogler vuelve pues a contar con Michael B. Jordan, su actor fetiche desde “Fruitvale Station” —ya trasformado en toda una estrella—, brindándole el reto de meterse en un acuoso doble papel, el de dos gemelos desavenidos a fuerzas oscuras.

En el sentido musical, la composición de su carácter y los arpegios de las canciones, y los bailes —siendo la secuencia que traspasa las épocas, es algo excelso— y que con el arresto y los movimientos del cine de terror es algo verdaderamente incontrastable. Pero, diría de todo esto que, la película como tal si a alguien debe su extraordinaria puesta en escena es al director Ryan Coogler. Sin separarse del cine de género, “Los pecadores” nos habla de la miseria y el racismo, pero, asimismo, de los ritos, los dogmas y, sobre todo, ese vínculo fundamental con la música de sus interlocutores. Y es donde el filme emerge con fuerza e interés (no sé por qué, pero, me evoca de alguna manera a “El color púrpura de Spielberg).

Por favor, memoricen este director llamado Ryan Coogler, y es que, frente a su proyecto más esperanzado y personal hasta la fecha, después de una serie de éxitos que le han otorgado esa posición en Hollywood, posee una absoluta libertad creativa debido precisamente a que es un genio. Y es que, después de una ópera prima independiente y patética como “Fruitvale Station” (2013), De todos modos, el director de cine Coogler ha sido hacendoso en dejar su huella personal sin dejar de ensalzar la cultura afroamericana.

“Los pecadores” es pues una película pues cargada de planos sonoro (que nos asfixian por momentos), pero, dan un valor acusmático virtuoso. En otro orden de ideas, la cinta a través de los hermanos gemelos Smoke y Slack quienes desean invertir sus ganancias en montar un club nocturno en Clarksdale, Mississippi, un paraje rural en la que la gente normal pueda disfrutar de música en directo; vigorizarán esa llama de viejos amores, y tendrán que superar un pasado que no deseaban recordar.

Para finalizar tres ideas. Algo que llama eficazmente la solicitud del filme es la dinámica presencia de sus interlocutores femeninos, los cuales trascienden más allá de los propios intereses amorosos, revelándose enérgicas y hasta atractivas, en medida, gracias a los valiosos “performances” de sus actrices, destacando la formidable presencia de Wunmi Mosaku en el rol de Annie, una hechicería.

Segundo, atraviesa el filme ese halo de predestinación y hasta de fatalidad propio del cine negro clásico, con gánsteres intentando exonerar sus pecados y tropezando todo tipo de dificultades para conseguirlo (súmele femme fatales).

Y tercero, presentes todos eso tópicos de las películas de vampiros y esos signos característicos de la puesta en escenas más que fenomenológicos por sus aspavientos. Y es que una serie de esta esfera común se da cita en “Los pecadores” sin ningún arquetipo de timidez, y en ese derroche de violencia manifiesta y bizarra, y obscenidad y erotismo.  Con una buena dosis de humor, de todas formas, estamos ante un filme inclasificable y punto.


La mujer de las sombras



El cine de terror nunca pasará de moda y existen muchas razones para sustentar tal aseveración. Desde 1931, cuando la Universal produjo al mundo versiones de la literatura británica, el cine de horror (Drácula, Frankenstein, etc.)  ha servido como fructífera “caja de resonancias” a los miedos o angustias psicosociales. Para Stephen King, el terror tiene libertad en los presupuestos y no necesariamente con esas estrellas del Hollywood que deban llegar vivas a la última escena final de un filme.




El filme que nos ocupa tiene muchas formas de ser abordado, pero, primero habría que escribir que tiene una rigurosa actuación en la actriz Danielle Deadwyler (como Ramona) aportando algo de profundidad a este thriller de Blumhouse (“Wolf Man”), que, por lo demás, mantiene una atmósfera espeluznante, atiborrada de terror psicológico familiares y una gran cantidad de sustos. ¡Bueno! Todo empieza como una granja aislada en la Georgia rural se convierte en un campo de batalla para una madre apesadumbrada y sus dos hijos en este horror familiar y episódicamente efectivo (me refiero a las escenas).

Y digo todo esto porque una vez aparece una misteriosa mujer, todo se vuelve una pesadilla para Ramona. Y ahí arranca verdaderamente el filme. De hecho, cuando “esa mujer cubierta toda con un manto negro”, comienza a hacer sentir su presencia todo parece un infierno. Y es que su trauma inexpresivo del padecimiento, la culpa y el sufrimiento fraguan su tenebrosa sombra sobre la familia, y Ramona la desafía a una especie de ajuste de cuentas personal.

Algo interesante en el filme son los momentos menos exagerados, pero, que resultan ser son los más impactantes, ya que indaga la consternación desleal de la resignación de los padres, tanto para una adulta que se siente incapaz —o inclusive reacia— a ayudarse a sí misma o a cualquier otra persona. Un aspecto que fortifica la trama de este filme en su género es el que no haya electricidad y que los teléfonos celulares estén sin cargar (un artificio provocador). Por otro lado, el guion, de Sam Stefanak marcha bien cuando nos da espacio para respirar. Y no escribo más porque es contar la película, que siento cubre las expectativas hasta del más exigente cuando de thriller psicológico se trata.


jueves, 10 de abril de 2025

FICCI 64: "Forenses"

 

Este filme del cineasta Federico Atehortúa Arteaga nos recuerda los momentos ingratos del tema de los desaparecidos, cuerpos sin identidad en una visión certera de realidades y conflictos de un país cargado de injusticias sociales. Ya el cineasta en su primer filme “Pirotecnia” parte de una historia real resumida en una imagen estimada irrebatible: El 6 de marzo de 1906, en la misma zona donde atentaron contra el entonces presidente Rafael Reyes, donde fueron fusilados, además, cuatro convictos a muerte. Nos estamos refiriendo al lugar de Barrocolorado —que sirvió para reforzar el discurso oficial de Reyes.


En esta oportunidad y en el mismo tono y denuncia, “Forenses” nos “habla” de toda esa odisea por hallar a aquellos seres desaparecidos, sustentando en la retórica del filme una serie de memorias audiovisuales de otros filmes y circunstancias para su énfasis argumentativo. La película hasta llega a involucrar en su discurso, imágenes como “La vie et la passion de Jésus-Christ” —conocida en español con los títulos “La vida y la Pasión de Jesucristo, Nacimiento, Vida, Milagros, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y La Pasión” (1903)—. Una cinta francesa muda producida por la casa Pathé y dirigida por Ferdinand Zecca y Lucien Nonguet.

Y usted se preguntará, qué tiene que ver esta película (e igual con fragmentos de otros tantos filmes) con los miles de cuerpos desaparecidos y sus identidades en Colombia. Tendríamos que formular a través de la exposición en voz en off del filme, que, al igual que la tumba vacía cuando fueron a ver a Jesús —como alegoría a las desapasiones de seres humanos inocentes—; el perdón, el adiós, y cierta redención en ellos, son opiniones válidas emocionalmente hablando, y que nacen estrictamente de un guion revalidando la idea madre de la película, y una certera invitación:  conversaciones sobre temas como el duelo, la pérdida, el cuerpo, la madurez y la redención.

Sin desconfiar de la puesta en escena para hacer germinar aquello que se halla oculto en los rostros, y prudentes reflexiones de todo lo observado, el cineasta Federico Atehortúa Arteaga —y por encima (creerán algunos espectadores) de la estructura cinematográfica— brinda un desarrollo en profundidad sobre la disyuntiva moral e identitario que se esboza como origen último de los males de este mundo.

Así que, al observar una serie de imágenes de animación, de archivo, trozos de filme, y las que se ruedan provocan en el espectador una serie discernimientos capaces de llevarnos a los colombianos que observan el filme, que estamos ante un país con muchos problemas, y aun poquísimos elementos para la paz —por mucho que presentemos tal o cual argumento—. En algún momento y a modo de conclusión viene a mi memoria “El entierro de los muertos” T. S. Eliot. En su texto nos habla del mes más cruel (mixtura de recuerdos y anhelos).

La pregunta final es: en Colombia serían todos los meses. Pues la réplica se adivina entre un cúmulo de imágenes rotas y la desazón que nos embarga. No se trata, pues, de estimular a través de lo observado. Lo que interesa aquí es la denuncia de un escenario ampliamente conocido que demanda justicia donde solo hay mutismo.

miércoles, 9 de abril de 2025

FICCI 64: Querido trópico

 

Esta cinta colombiana dirigida por la panameña Ana Endara Mislov podría clasificarse como un drama psicológico. El asunto va de esa extraña relación de amistad —si se quiere ver así— entre una nana colombiana en Panamá llamada Ana María (Jenny Navarrete) y “Mechi” (Paulina García). Y lo primero que habría que decir es un tête-à-tête actoral entre las dos actrices.


Un tête-à-tête por dos razones: la primera sería por esa “conversación intima” que mantiene dos personas frente a frente (observándose un buen guion co escrito por Endara), y la segunda, por esa charla íntima entre las dos mujeres donde se revela quien es quien, y que buscan cada una de ellas en sus propias vidas. Desde esta lectura, entremos al drama psicológico (por ese retrato de la complejidad de la mente humana) y que encuentra en la aparente contradicción entre estas dos mujeres, una confrontación de ideales y deseos que permiten hilvanar una apariencia compleja que, y en explícitos momentos, ambas revelan sus propias perspectivas de vida.

Y es a lo largo de ese “encuentro” entre Ana María y “Mechi” (un poco mayor que su nana y con una demencia incipiente), podría decirse que toda película sobre el mundo adulto, a la larga es la lucha entre dos mundos —igual que en el mundo infantil—. Por un lado, el que regularmente subyuga la narración, y se caracteriza por la aproximación a la realidad desde la perspectiva de la nana y su idea a la postre de su ¿ilusoria? maternidad (la mente es así), y, por otro lado, las disparatadas o irracionales ideas con las que explicar la realidad no solo en “Mechi” sino en más de un personaje (dado el caso).

Película pues momentos atascada en unos diálogos, que nos llevan de pronto a unos valores —estos dramas psicológicos suelen retratar a los adultos como a personas feroces por la cultura y el sistema—; a diferencia de aquellos (que obvio, pueden coexistir) puros y fehacientes, pero, que también tienen algo de incitar a no querer cambiar. Y es que los personajes de “Querido trópico” están a gusto tal y como son.

Aunque no existe en este filme el menor atisbo de ironía o comedia, de todas formas, la cineasta Endara opta por un estilo que juzga querer romper las barreras entre el documental y la ficción, un acercamiento frecuente dentro del circuito de festivales. Retratos hiperrealistas (se caracteriza por plasmar la realidad tal cual es, por decirlo de alguna manera. Incluso esta a veces tiende a ser exagerada), escenarios tortuosos y esa prerrogativa del ambiente como definidor de la esencia de los personajes es lo que está a la mano de este cine colombiano reciente.

martes, 8 de abril de 2025

Cine colombiano: Alma del desierto

 

La película “Alma del desierto” dirigida por Mónica Taboada-Tapia y hay que recordarlo, se llevó el premio de Queer Lion del Festival de Venecia y que cuenta lo que hay detrás de la vida de un hombre trans que hace parte de la comunidad indígena wayúu. Pero, esto quiere decir que el tema tratado en la cinta, merece tener eco en la historia del cine colombiano, si bien, deja el debate sobre la mesa en torno a los temas de ficción, no ficción y falso documental.

Es evidente que el espacio juega un rol importante, considerando, además, el desierto de nuestra Guajira. Aunque, para Foucault, el estudio del espacio no sería advertir y distinguir su extensión, sino su focalización: cómo puede su naturaleza y posición moverse dependiendo de las relaciones que sostenga con otros espacios. Es decir, aquellos espacios que:

          […] tienen la curiosa propiedad de estar en relación con todos los demás emplazamientos, pero de tal modo que suspenden, neutralizan o invierten el conjunto de relaciones que se hallan, por ellos, designadas, reflejadas o reflectadas. Espacios, en cierto modo, vinculados con todos los demás, aun cuando contradicen todos los demás emplazamientos (Foucault, 1999: 18).

Pero, vayamos al personaje trans (Georgina) en la cinta que, a modo de vida en pausa, nos lleva por sus inquietudes y singularidades. Se podría decir que la joven cineasta colombiana, en lugar de diseñar una atmósfera desasosegante, no adopta —en parte—, las secuelas que toda propuesta formalista lleva de la mano: esto es, la captura de los significados dentro de significantes que, debido a su desorbitada envergadura (el cambio de identidad, la familia, los amigos y la sociedad). Las imágenes pues y más allá de la explosión efímera que la emoción proporciona.

Algo muy importante a aclarar es que la cineasta sin saberlo, adopta una lógica de baja teoría (Halberstam*), despojando la historia de su grandilocuencia y centrándose en algunos discursos diegéticos perceptibles y las interacciones, si bien, en este caso, no escapan a la narración tradicional. No obstante, ante la pregunta ¿Cuál es la alternativa de todo aquel ser que se siente distinto, como nuestro aborigen trans?  Pues parece fácil de explorar y mi argumento se basa en no encajar en las normas sociales del éxito social, del género binario y de los límites heteronormativos. Esto es válido en la medida en que “aquellos lugares” de entereza creativa, les accedan vivir de otras formas, sin etiquetas hetero céntricas y sin la presión del éxito atesorado.

* Halberstam, Jack (2018): El arte queer del fracaso. Madrid: Egales