El húngaro, premio Nobel de Literatura, ha desarrollado
una carrera paralela junto al paisano y cineasta Béla Tarr, escribiendo sus
guiones o adaptando su propia obra. “Krasznahorkai proporciona la sustancia
narrativa (con un tono generalmente apocalíptico) y la densidad moral; y Tarr,
por su parte, traduce esa visión a imágenes de una belleza muy particular y un
ritmo hipnótico. Ambos comparten una concepción del tiempo, la desesperanza y
la condición humana como procesos lentos, circulares, casi inmóviles, a los que
el espectador debe enfrentarse” (Jorge Morla, El País de España, 2025).
La primera gran colaboración entre ambos (aunque ya
habían colaborado en La condena, de 1988) fue Sátántangó (1994), basada en la
novela homónima de Krasznahorkai (1985). La cinta, de más de siete horas de
duración, es una oda del cine lento y para muchos expertos, una de las obras
maestras del siglo XX, y prolongación del universo literario del escritor.
Su filmografía
La siguiente colaboración entre cineasta y escritor fue Las armonías de Werckmeister (2000), basada en la novela Melancolía de la resistencia (1989). En El hombre de Londres (2007), basada en una novela de Georges Simenon, Krasznahorkai no adapta una obra propia, pero sí escribe el guion junto a Tarr, aportando su tono filosófico característico. El último gran fruto de su colaboración fue El caballo de Turín (2011), inspirada libremente en un pasaje de Nietzsche y en una idea original de Krasznahorkai. “El guion, escrito por ambos, representa una especie de cierre: una meditación sobre el agotamiento del mundo y el silencio final del ser humano (Jorge Morla, El País de España, 2025).