“Locked” de David Yarovesky es un remake estadounidense
de “4x4” (un thriller argentino de 2019 que alcanzó aplausos en el circuito de
festivales) y que se desarrolla a través de un alborotado tema de la delincuencia,
la perplejidad y lo templado que hay que ser a la hora de enfrentar “realidades”.
Después de estar observando unos 10 minutos del filme, queda
claro que toda la película iba a circular en un espacio tan pequeño que se
diría casi irreal. Ya que en un auto es en verdad una trampa.
Un pobre ladronzuelo (Bill Skarsgård) se convierte en centro
de la venganza de un anciano rico (Anthony Hopkins) que resuelve resarcirse en
su víctima de una afrenta descomunal que, por supuesto, no cometeré spoiler
alguno.
Profundizando en este thriller psicológico, y siguiendo
la huella de otros claustrofóbicos filmes como “Buried” (“Enterrado”) (Rodrigo
Cortés, 2010), la socarronería (“¿Has leído Crimen y castigo?” Eddie le interpela
a su insoportable “enemigo”, comparándose con el protagonista principal del
clásico de Dostoievski) contra la transgresión y el desaliento en cierto tipo
de justicia, la película contribuye con exigua novedad a una confabulación ya
ampliamente conocida, pero que se mantiene gracias a la caracterización de dos
grandes actores de la industria hollywoodiense. Además, una narración
asfixiante que, en momentos, crea irresolución en la cimentación de la acción
para hacer avanzar la trama.
No estamos, pues, ante un filme inolvidable; de pronto
sus emociones a otras ideas patológicas: la gestualidad
fría y distante del personaje caracterizado por Hopkins y el terror del
ladronzuelo llamado Eddie Barrish, podrían ofrecernos un trasunto para ubicar las intimidaciones
que traen consigo un encuentro inesperado. Por lo pronto, la película
entremezcla el ejercicio de estilo con señales de neonoir
o de thriller urbano. El paradigma más evidente y visible lo vemos quizá en
“Última llamada” (Joel Schumacher, 2002). De todas formas,
es una película pasable.