Con un poco de Patricia Highsmith, Agatha Christie, este
thriller que estaba encaminado a brillar, en el tercio final se desmorona. De
todas formas y atendiendo ciertas características y analogía del desarrollo de
la trama, “Muerte en el Nilo” (1978), con Bette Davis y Maggie Smith
intercambiando crueles afrentas y Angela Lansbury o “The last of Sheila” (1973),
escrita por Anthony Perkins y Stephen Sondheim y con la inmensa Dyan Cannon
como doble de la cínica super agente del Hollywood, Sue Mengers. Pues nada que
hacer, aunque pudo haber logrado mucho, si la trama no se desboca al final.
Si bien, todo gira en torno a un asesinato como buen
thriller, todo gira alrededor de Keira Knightley (interpreta a Laura “Lo”
Blackwood), una autorizada periodista de investigación londinense traumatizada
por el asesinato de una mujer que permitió a hablar con ella para exteriorizarle
un caso de defraudación de fondos de una ONG. Parece simple, pero en los dos
primeros tercios de la cinta todo parecía bien interesante. Dónde estuvo en
problema. Creería que en el punto de vista (y las relaciones de saber entre
narrador y espectador). De todas formas, la narración no parte desde el punto
de vista de la periodista y que a lo mejor hubiera sido lo más factible dada la
intriga de la trama.
Y por mucho que pugnemos cuál es el dispositivo cardinal,
básico, de la expresión cinematográfica —seguramente el tiempo (intrínseco) de
cada plano, a lo mejor la capacidad dialéctica del montaje, tal vez la costura
concreta de los espacios, o quizá ninguna de estas ideas—, podemos acordar que
si algo es decididamente fatal para el cine descriptivo es la nula gestión del
punto de vista. De todas formas, “la propuesta de François
Jost, a partir de Genette, para separar la focalización (saber) de la ocularización
(visión) y auricularización (sonido), con ser oportuna y, desde nuestra
perspectiva, más que correcta, generaba una grieta por la que han ido
penetrando algunas contradicciones: lo que para Genette era un todo indesligable,
se parcializaba y etiquetaba de manera diferente al aplicarlo al audiovisual”
(Álvarez, 2013, p. 30).
Asi que “La mujer del camarote 10” o su director Simón Stone, debió tener más cuidado en este tipo de historias, sobre todo si es thriller, pues llegar hasta el final sin perder las focalizaciones pertinentes, además son tantos personajes que por momentos creemos que algunos están demás.