miércoles, 9 de abril de 2025

FICCI 64: Querido trópico

 

Esta cinta colombiana dirigida por la panameña Ana Endara Mislov podría clasificarse como un drama psicológico. El asunto va de esa extraña relación de amistad —si se quiere ver así— entre una nana colombiana en Panamá llamada Ana María (Jenny Navarrete) y “Mechi” (Paulina García). Y lo primero que habría que decir es un tête-à-tête actoral entre las dos actrices.


Un tête-à-tête por dos razones: la primera sería por esa “conversación intima” que mantiene dos personas frente a frente (observándose un buen guion co escrito por Endara), y la segunda, por esa charla íntima entre las dos mujeres donde se revela quien es quien, y que buscan cada una de ellas en sus propias vidas. Desde esta lectura, entremos al drama psicológico (por ese retrato de la complejidad de la mente humana) y que encuentra en la aparente contradicción entre estas dos mujeres, una confrontación de ideales y deseos que permiten hilvanar una apariencia compleja que, y en explícitos momentos, ambas revelan sus propias perspectivas de vida.

Y es a lo largo de ese “encuentro” entre Ana María y “Mechi” (un poco mayor que su nana y con una demencia incipiente), podría decirse que toda película sobre el mundo adulto, a la larga es la lucha entre dos mundos —igual que en el mundo infantil—. Por un lado, el que regularmente subyuga la narración, y se caracteriza por la aproximación a la realidad desde la perspectiva de la nana y su idea a la postre de su ¿ilusoria? maternidad (la mente es así), y, por otro lado, las disparatadas o irracionales ideas con las que explicar la realidad no solo en “Mechi” sino en más de un personaje (dado el caso).

Película pues momentos atascada en unos diálogos, que nos llevan de pronto a unos valores —estos dramas psicológicos suelen retratar a los adultos como a personas feroces por la cultura y el sistema—; a diferencia de aquellos (que obvio, pueden coexistir) puros y fehacientes, pero, que también tienen algo de incitar a no querer cambiar. Y es que los personajes de “Querido trópico” están a gusto tal y como son.

Aunque no existe en este filme el menor atisbo de ironía o comedia, de todas formas, la cineasta Endara opta por un estilo que juzga querer romper las barreras entre el documental y la ficción, un acercamiento frecuente dentro del circuito de festivales. Retratos hiperrealistas (se caracteriza por plasmar la realidad tal cual es, por decirlo de alguna manera. Incluso esta a veces tiende a ser exagerada), escenarios tortuosos y esa prerrogativa del ambiente como definidor de la esencia de los personajes es lo que está a la mano de este cine colombiano reciente.