lunes, 1 de julio de 2024

Gaga Chromatica Ball

 


Este filme es un documental sobre el show de Gaga y nada que aprobar desde lo estrictamente cinematográfico y así de sencillo. En cuanto al repertorio musical, la cantante sabe sacar lo mejor de su legado musical, donde los swiftties pudieron gozar de “Cruel Summer”, “I Knew You Were Trouble” y hasta la transcripción de 10 minutos de “All to well”.


El esperado sexto álbum de la superestrella incendió las almas jadeantes de los fans cuando se avisó su primer sencillo en febrero de 2020, solo dos semanas antes de que el mundo se cerrara. Primero, Gaga planeó un lanzamiento de álbum efusivo.

Para Chromatica, Gaga tenía proyectado un performance sorpresa en Coachella junto a Blackpink, además, actuaciones en entregas de premios, una gira publicitaria mundial y muchas otras maravillas joviales que tuvieron que descartarse cuando apareció el famoso Covid-19. Y luego, estuvo el Chromatica Ball, la gira mundial originalmente planeada para el verano de 2020 y que tuvo que retardarse tantas veces que se bautizó como una broma entre los fans de Gaga.

Pero observando la película, no se escatimó nada y el show realmente cumple todas las expectativas de gran estrella y en todos los sentidos en una puesta en escena de este de producciones. Gaga Chromatica Ball se fracciona en un preludio y cuatro actos, y cuando Gaga emprende el Acto I con “Alice”, la canción arranque de Chromatica, se aprecia como una señal destacada a la larga calzada de la cantante de vuelta al escenario.

Canta “¿Podrías sacarme de esto con vida?” suspendida en el aire y ligada a una losa de concreto. Un clip de avance de la edición publicado en las redes sociales la semana pasada, infundió algunos golpes de los entusiastas, pero qué duda cabe que los cortes delirantes marchan a favor de la tonadilla. Al comienzo del espectáculo, conocemos a una Gaga que está trabajando dentro de su mente, alternando furiosamente de ver más allá de sí misma y su propio miedo.

Y aunque la edición de la película que Gaga controló en su totalidad, puede ser un poco lógica, y es la refutación a una estrella del pop cuya carrera entera ha estado en entretejer subtextos con una musicalidad ruidosa y fiel juguetonamente hablando. Nada más que decir de esta película, que sin necesidad de spoiler, todos sus fans la observarán.

Con ese final de la cinta, Gaga Chromatica Ball se concibe tan interesante como estar presente en el espectáculo. Es una experiencia de visualización tan fascinante, que te hará danzar, cantar y transpirar. Es paradójico tener tanta cercanía con una artista donde está más en su dispositivo: el escenario.


Dream Scenario

 



Interesante reflexión deja esta película que si bien no es una obra maestra, su planteamiento da una pista de hasta qué punto esta película solo es creíble con un Nicolas Cage exultante y lleno de gracia. El director Kristoffer Borgli imagina un mundo como el nuestro o el suyo, en el que, de repente, todos conllevamos el mismo sueño o más puntual, en el que todos los sueños aparecen protagonizados por el mismo personaje. 

Pero esto en el fondo es la gran metáfora, porque la reflexión al respecto es la de evaluar que significa tener éxito y estar vigente. Pero también deja otra sensación bien interesante, la gracia está en no saber de ningún modo qué es la realidad y qué el reflejo; dónde sigue el pasadizo y dónde chocaremos de frente contra nosotros mismos. Evidentemente la cuestión es qué pasará cuando las fantasías se conviertan en alucinación y broma, ya que eso parecía una condena.

Kristoffer Borgli se las arregla para acomodar una comedia por momentos con un tono de terror y que poco a poco sobreviene otra metáfora persuadida de que la realidad no es más que una extensión de nuestros deseos. ¿Son las quimeras el sublime espacio aún virgen de usufructo comercial? ¿Dónde queda entonces el imaginario colectivo? ¿Por qué “soñamos” los seres humanos a modo de 'Nicolas Cages?

Todas estas preguntas tienen en nuestro interior las verdaderas respuestas. Para que pongamos pues los pies sobre la tierra. Vivimos de una manera absurda de hacernos populares que si nos cambia la vida y la relación con nuestros semejantes, hasta qué punto los sueños son rebeldes y su exégesis peligrosa.

Kristoffer Borgli divierte su fábula con el alternado de realidad y quimeras, consintiéndonos ver al interlocutor en su anodina vida real y en la voluble mente de sus semejantes. No obstante, lo atrayente de la película son las cavilaciones sobre todos esos argumentos tan superficiales que mueven nuestra sociedad (la gloria insignificante, el murmullo de redes, la 'cultura' de masas, o la voluptuosidad de la fama).

Todo a la larga, resulta, en realidad, más ennegrecida que comedia, aunque el filme tiene algún momento de humor turbador, y es Nicolas Cage quien rige los emociones hacia su interlocutor con una interpretación coloreada y con una entrega muy personal a Paul Matthews, que, de alguna manera, confiesa a algunos asuntos que habrá debido solventar Nicolas Cage sobre sí mismo, un actor de imaginación y de espejismo.


miércoles, 26 de junio de 2024

Black Barbie: A Documentary

 

En los años cuarenta, Kenneth y Mamie Clark se plantearon estudiar los estados anímicos de la discriminación en los niños negros. Los psicólogos emprendieron una serie de experimentos —conocidos como la “prueba de la muñeca”—, en la que indagaron a cientos de niños entre los 3 y los 7 años, sobre las muñecas y de disímiles colores.

Los descubrimientos más destacados —y hasta condenatorios— de la prueba, surgieron de las respuestas a la interrogación sobre el favoritismo. Y después de identificar a las muñecas negras como malas y a las blancas como buenas, la mayoría de los infantes negros dijeron que preferían las muñecas blancas a las negras.

Y sin la base de esta idea preliminar, Este documental norteamericano “Black Barbie: A Documentary” (disponible en Netflix), pone algunos puntos sobre la íes sobre todo de todo en ese mercadeo y sobre el concepto “Barbie”. La verdad, es que muchas conclusiones no pasan el debate en varios sentidos y respecto a la globalización de este fenómeno y sobre todo cuando es negra. Y es que la muñeca Barbie ha sido reverenciada durante mucho tiempo como el tipo de belleza obligada, y que es un sentimiento cultural nocivo que ha hecho que muchas jóvenes piensen que no están a la altura.

El muy reflexivo documental de Lagueria Davis, “Black Barbie”, explora esas derivaciones desde una configuración personal, averiguando cómo las niñas negras se ven afectadas por no verse mostradas en la beldad rubia y de piel blanca como Barbie, pero asimismo, cómo la entrada posterior de una Barbie negra auxilió de alguna manera, si bien, no del todo, a compensar su autoimagen.

Recurriendo a la propia tía de Davis (que trabajó para la fábrica de muñecas Mattel, 44 años) como ese hilo conductor descriptivo, la cinta a veces divaga, y no es infaliblemente una tesis tan despiadada cómo podríamos haber imaginado. Pero todo ese cuestionamiento sobre el racismo, la identidad, empoderamiento, etc., quedan ahí para futuras reflexiones sobre el tema a tratar.

En antagonismo al filme de Margot Robbie, “Barbie” y de gran éxito el año pasado, de inmediato entendemos cómo la cultura popular refleja los valores sociales. Algo que resulta bien complejo y que el racismo está siempre ahí presente. Así que Black Barbie” esboza la historia de la primera muñeca Barbie negra (y que adoptó otro nombre) y pronto, “la creación” de una Barbie negra real, que llegó a las tiendas en 1980, y 21 años después del original blanco.

El tono alborozado del documental, a veces puede ser nocivo, lo que da como resultado una cinta que repetidamente es condesciende con coloquios cálidos sobre el argumento y sus derivados, en lugar de una indagación más profunda. Sin embargo, el punto de vista informal y subjetivo de la cineasta Davis tiene sus propias persuasiones: crea (mecanismos) y espacios para que la gente dialogue sobre todo ese fenómeno sobre la Barbie, y, del mismo modo, sobre ellos mismos.

martes, 18 de junio de 2024

Sisi y yo

 



“Sisi y yo” de la directora Frauke Finsterwalder está contada absolutamente desde el punto de vista de su dama de honor llamada Irma, una solterona húngara que escolta a Sisi durante los últimos cuatro años de su vida, y se muestra como una figura entretenida, desvaída y agobiada hasta cierto punto, y dispuesta a deslices e injusticias.

Así que la condesa Irma Gräfin Sztáray de Sztára et Nagymihály, teje una fábula que nos brinda una mirada (hasta irreverente) a la extravagancia de los poderosos, y a las limitaciones que supone una vida así, ante la mirada del espectador.

De metraje excesivo a mi parecer, la cinta “Sisi & I” muestra a la Emperatriz sintiéndose supremamente atrapada por la obcecación y los recelos que infunde en los demás. Por otro lado, la sumisión casi sensiblera de Irma, se vuelve tan asfixiante para ella como las pretensiones cada vez más posesivas de su hasta separado marido (el cineasta Markus Schleinzer).

Estamos pues ante un filme eminentemente para las salas de cine europeas, aunque las referencias visuales abundan en gran medida a la trilogía firmada por Ernst Marischka –Sissi (1955), Sissi emperatriz (Sissi, die junge Kaiserin, 1956) y El destino de Sissi (Sissi - Schicksalsjahre einer Kaiserin, 1957) —.

Se puede concluir y a modo de reiteración que en esta (y básicamente) buena película, que “Sisi & I”, rasga la abstracción desde una narrativa básica, ya que la representación de dicha narrativa aportada por la dama de compañía de la emperatriz, la condesa Irma Sztáray (encarnada por una magnífica Sandra Hüller).

Ya en las primeras secuencias, con la exposición y pautas por parte de la madre de la insigne y joven protagonista, se instituyen las bases del filme: un punto de vista satirizada, y por instantes ridícula, de la monarquía europea de finales del siglo XIX; la del Imperio Austro-Húngaro.


“Shoshana”

 

Siempre he sostenido que una de las primeras opciones a la hora de ver un film, es su director. Es el caso de “Shoshana” del cineasta Michael Winterbottom. Tras su documental “Eleven Days in May” (2022), sobre el bombardeo de Gaza, el director regresa con una película de época.  Un thriller político (ambientado en Tel Aviv en 1938).


Para aquellos que no tiene mucha noción con la historia de Palestina e Israel, la cinta brinda una copiosa información a través de noticiarios y resúmenes mediante la voz en off, y que pertenece a la periodista judía Shoshana Borochov (Irina Starshenbaum, en un roll hecho a su medida), hija de uno de los fundadores del sionismo, Dov Ber Borochov, y que sirve de trasfondo. En este sentido, Sin embargo, la película intenta ser un estudio de protagonistas más que una tragedia histórica. La interpretación de Starshenbaum contribuye a cierta prontitud de un personaje que una vez cumple su propósito narrativo, el asunto parece cambiar. Lo que sí queda claro, no obstante, es que la presencia de la actriz rusa consigue apresurar ciertas partes de las diégesis.

La película pues será de provecho para cualquiera que esté atraído por el trasfondo del clima político existente en Palestina. Ahora, pareciese que la cinta es una versión forzosa de la relación en la vida real entre Shoshana y un policía británico reconvertido en ciudadano de Tel Aviv, Thomas Wilkin, alrededor de la violencia, y la continua intrusión de los británicos. Si bien, el dispositivo romántico de la historia no siempre persuade del todo, se puede llegar a la conclusión de que el verdadero culpable de todo lo observado (políticamente) son las fuerzas despiadadas y absolutas del imperialismo británico.

Y al igual que acontece con los temas y clichés del thriller, el tono melodramático del filme, en ningún modo indaga en profundidad, debido a lo mejor, por buscar el director ser fiel a la historia del auténtico personaje femenino. Como instrumento histórico y película de época, “Shoshana” ajusta a la sutileza con su ritmo controlado y sus turbaciones tácitas.

 

 

lunes, 17 de junio de 2024

Al otro lado del río y entre los árboles

 


Este filme es una bella adaptación del texto de Hemingway, así mismo podemos plantear que la cinta luce atractiva, desolada y algo rebelde sobre una de las últimas novelas del escritor. “Al otro lado del río y entre los árboles” —rodada en 4:3 y blanco y negro—, sus diálogos dan la sensación de que venera la base literaria. Una adaptación pues contemporánea de la novela, publicada en 1950, y reitero: la penúltima en vida del autor y anterior a “El viejo y el mar”, en la que comparte argumentos.

Con una puesta en escena de un aura propia de esas historias crepusculares, observamos los últimos días de un militar —veterano de las dos guerras—, el coronel Richard Cantwell. La directora de la cinta Paula Ortiz (Lorca en “La novia”) compone un atrayente lienzo de un hombre, de su parquedad en su propia autodestrucción, en una Venecia solitaria, apesadumbrada y final.

Y es que por la ciudad de los canales, vaga el general fatigoso, enfermo y autodestructivo, del que hace una correcta composición el actor Liev Schreiber. No obstante, es un film con muchos, diálogos (y martinis) entre el fatigado héroe y la tentadora condesa Renata Contarini (Matilda De Angelis).

Pero, por el lado iluminado, por el estético, esa mirada en blanco y negro de la trama, la complacencia en la armonía visual de la cineasta española Paula Ortiz y la exactitud de texturas y disposición de ánimo y denuedo en la iluminación de Javier Aguirresarobe, logran para esta película un encaje visual óptimo.

De manera que Paula Ortiz venerando los argumentos de Hemingway como el envejecimiento, el ocaso físico del antiguo hombre de acción, pero donde la caza es un distintivo de esa pretérita nobleza y esa forma de asirse a la existencia, en el filme es otra cosa. “Al otro lado del río y entre los árboles” resalta muchísimo las disquisiciones del general, si bien, sus intercambios con Renata se siguen considerando como una especie de diálogo en el que ella interroga y escucha.


domingo, 16 de junio de 2024

Mothers' Instinct

 



‘Vidas perfectas’, es el debut en la realización del director de fotografía francés Benoît Delhomme, donde Celine gozan de sus placenteras vidas junto a sus respectivos hijos y hasta exitosos esposos. Ellas son las mejores amigas —y vecinas—. Pero la perfecta amistad de sus vidas se destroza bruscamente después de un infausto suceso. Así se resume ( sin spoilers) esta cinta que está caracterizada por Jessica Chastain, Anne Hathaway.



La película pretende ser una indagación de dos mujeres manipulándose hasta la esquizofrenia, pero, en algún instante se acerca tanto a la repetición que puede destrozar el clímax dramático. No obstante, desde el punto de vista de la consternada vida de estas dos jóvenes amas de casa, y respectivas ansiedades puede recordar a otras mujeres en este tipo de cintas del cine universal (“La mano que mece la cuna”, entre otras tantas).

Esta cinta es un remake de la cinta belga “Duelles” de Olivier Masset-Depasse, y si algo tiene en común ambas cintas es que abarcan cuestiones como la nobleza, los recelos, y en especial, el roll de las mujeres en el orden de una sociedad cargada de todo tipo de códigos. Estamos pues ante un melodrama con todas sus normas, pero en sus imágenes también se desliza cierto tipo de confabulación que poco a poco va tomando protagonismo.

“Vidas perfectas” es asimismo, una historia que desarrolla unos ejes temporales que acceden de alguna manera a jugar con la puesta en escena, y trasladarnos a los años 60, esgrimiendo los códigos del thriller psicológico al igual que a Hitchcock. En el tercio final de la cinta, las escenas entre las dos mujeres, a grandes rasgos, y aparte de los distintivos de los dos interlocutores femeninos protagónicos, todo se revela como la más terrible ambición de dejar fuera del alcance a quienes impiden mis secretos más inseparables, aunque no sea la forma más correcta.