lunes, 17 de junio de 2024

Al otro lado del río y entre los árboles

 


Este filme es una bella adaptación del texto de Hemingway, así mismo podemos plantear que la cinta luce atractiva, desolada y algo rebelde sobre una de las últimas novelas del escritor. “Al otro lado del río y entre los árboles” —rodada en 4:3 y blanco y negro—, sus diálogos dan la sensación de que venera la base literaria. Una adaptación pues contemporánea de la novela, publicada en 1950, y reitero: la penúltima en vida del autor y anterior a “El viejo y el mar”, en la que comparte argumentos.

Con una puesta en escena de un aura propia de esas historias crepusculares, observamos los últimos días de un militar —veterano de las dos guerras—, el coronel Richard Cantwell. La directora de la cinta Paula Ortiz (Lorca en “La novia”) compone un atrayente lienzo de un hombre, de su parquedad en su propia autodestrucción, en una Venecia solitaria, apesadumbrada y final.

Y es que por la ciudad de los canales, vaga el general fatigoso, enfermo y autodestructivo, del que hace una correcta composición el actor Liev Schreiber. No obstante, es un film con muchos, diálogos (y martinis) entre el fatigado héroe y la tentadora condesa Renata Contarini (Matilda De Angelis).

Pero, por el lado iluminado, por el estético, esa mirada en blanco y negro de la trama, la complacencia en la armonía visual de la cineasta española Paula Ortiz y la exactitud de texturas y disposición de ánimo y denuedo en la iluminación de Javier Aguirresarobe, logran para esta película un encaje visual óptimo.

De manera que Paula Ortiz venerando los argumentos de Hemingway como el envejecimiento, el ocaso físico del antiguo hombre de acción, pero donde la caza es un distintivo de esa pretérita nobleza y esa forma de asirse a la existencia, en el filme es otra cosa. “Al otro lado del río y entre los árboles” resalta muchísimo las disquisiciones del general, si bien, sus intercambios con Renata se siguen considerando como una especie de diálogo en el que ella interroga y escucha.