martes, 18 de junio de 2024

“Shoshana”

 

Siempre he sostenido que una de las primeras opciones a la hora de ver un film, es su director. Es el caso de “Shoshana” del cineasta Michael Winterbottom. Tras su documental “Eleven Days in May” (2022), sobre el bombardeo de Gaza, el director regresa con una película de época.  Un thriller político (ambientado en Tel Aviv en 1938).


Para aquellos que no tiene mucha noción con la historia de Palestina e Israel, la cinta brinda una copiosa información a través de noticiarios y resúmenes mediante la voz en off, y que pertenece a la periodista judía Shoshana Borochov (Irina Starshenbaum, en un roll hecho a su medida), hija de uno de los fundadores del sionismo, Dov Ber Borochov, y que sirve de trasfondo. En este sentido, Sin embargo, la película intenta ser un estudio de protagonistas más que una tragedia histórica. La interpretación de Starshenbaum contribuye a cierta prontitud de un personaje que una vez cumple su propósito narrativo, el asunto parece cambiar. Lo que sí queda claro, no obstante, es que la presencia de la actriz rusa consigue apresurar ciertas partes de las diégesis.

La película pues será de provecho para cualquiera que esté atraído por el trasfondo del clima político existente en Palestina. Ahora, pareciese que la cinta es una versión forzosa de la relación en la vida real entre Shoshana y un policía británico reconvertido en ciudadano de Tel Aviv, Thomas Wilkin, alrededor de la violencia, y la continua intrusión de los británicos. Si bien, el dispositivo romántico de la historia no siempre persuade del todo, se puede llegar a la conclusión de que el verdadero culpable de todo lo observado (políticamente) son las fuerzas despiadadas y absolutas del imperialismo británico.

Y al igual que acontece con los temas y clichés del thriller, el tono melodramático del filme, en ningún modo indaga en profundidad, debido a lo mejor, por buscar el director ser fiel a la historia del auténtico personaje femenino. Como instrumento histórico y película de época, “Shoshana” ajusta a la sutileza con su ritmo controlado y sus turbaciones tácitas.