Si bien el filme arranca bien y plantea de entrada un
drama rural con chica solitaria a bordo, sobre el segundo tercio de la
película, la historia decae, el guion se entretiene en informar (y editado de
forma lenta]. Al final intenta subir la tensión y emoción, cosa que le cuesta a
la directora. Pero en su contexto como historia se puede destacarel machismo en
algún personaje odiado, amén del abuso doméstico y el rechazo de los menos dichosos.
“Where The Crawdads Sing” fermenta incontables males
sociales, pero esta adaptación, del éxito de ventas de la escritora Delia Owens,
manifiesta ser un argumento melodramático y poco terminante que solo a veces
ubica la razón de una historia a la larga parca. Daisy Edgar-Jones (me parece
un miscast en la película) interpreta a una chica solitaria que ha vivido
alejada de la colectividad, y que resulta ser sospechosa de un asesinato ya que
la sociedad la imagina nada más que una convicta anormal.
Una mezcla de historia de amor, drama judicial y
novela policíaca, la película despliega su relato hacia el cliché, atiborrada
de acciones rezagadas y giros de improviso en la trama.Si este es un melodrama imaginado
por la guionista Lucy Alibar sobre la provocación emocional frente al abandono,
asimismo es un remedo de una mujer nativa de la región, y virgen, señalada por
la sociedad americana.
Pero debajo del acuoso romance de la historia con
Carolina Marshland, y detrás de su portada lista para Hollywood, "Where
the Crawdads Sing" es en realidad y mirando fríamente el asunto, esa idea
nada exagerada del "Pygmalion", con una Eliza Doolittle re inventada
como una forastera y salvaje y que visiblemente es la chica más sexy de la
ciudad, pero que vive en un aislamiento casi total hasta que Zack Siler de
Barkley Cove le enseña a leer y besarse.
Sin cometer la tontería de señalar spoiler de este
melodrama, se puede concluir quecomo película "Donde cantan los cangrejos de
río", de ningún modo [sostienen los críticos norteamericanos], parece ser condesciende
del éxito del libro, pero, “al igual que
su heroína, la adaptación de Newman encuentra las formas suficientes para
perdurar” (David Ehrlich).
Si
bien Samaritan no es una película original en el sentido de cargarse de tanto cliché,
bien pronto, a través de la metáfora del duelo entre Némesis y Samaritan [tenían
los mismos poderes, capacidades e insistían en sus respectivos ideales], no es
otra cosa que una película que nos hablará de la lucha entre el bien y el mal.
Para ello, nos metemos en la relación entre un niño y Samaritan (Silverster
Stallone).
En
el primer tercio de la cinta, el director lograplantear grandes interpelaciones acerca de la responsabilidad
de los poderosos [a nivel de metáfora, claro]. Stallone como Némesis, aparece
entonces como el héroe, mejor digamos superhéroe, que debe enfrentar on arrojo
a un mundo putrefacto, aburrido y lóbrego [y que observamos a través de las
noticas de la televisión]. En este contexto, la película es una recreación de
una realidad desvergonzada y taciturna, en la que el desaliento irrumpe el
futuro.
Si bien estamos ante un filme entretenido, lo primero que
hay que abordar, al margen de esa relación niño (Sam) y Joe, es esa correspondencia
y analogía entre personaje-héroe-superhéroe.La existencia de un personaje como el que caracteriza
Stallone (Joe), al que puede denominarse héroe, es la discusión que nos lleva
al asunto de esta película [insisto para nada fastidiosa] y con dos elementos fundamentales que forman parte
de esta casuística: el bien ( para nada dioses) y el mal ( a lo mejor demonios),
La película clásica de Hollywood presenta individuos
psicológicamente definidos que luchan por resolver un problema claramente
indicado o para conseguir sus objetivos específicos. La historia termina con una
victoria decisiva o una derrota, la resolución de un problema o la consecución
o no consecución clara de los objetivos (Bordwell, 1987, p. 156).
Además, Bordwell sostiene sin discusión alguna que “[…]
la narración clásica tiende a ser omnisciente, altamente comunicativa, y solo
moderadamente autoconsciente” (p.164). Un ejemplo que aporta el autor para apuntalar
su afirmación, donde el principio y el cierre de los filmes [clásicos] tienen estas
tres particularidades y que son más incuestionables. “Samaritan” lo deja bien
claro cuando Sam (Javon Walton) emprende una indagación personal. Y es que el chico,
obstinado en seres humanos de fortaleza superior, es el único que entiende que
la historia aciaga de la ciudad no está sin ninguna duda a buen recaudo.
En el pasado Festival de Cannes, se estrenó «Érase una
vez un genio» (“Three thousand years of longing”) que contó con la presencia
del director y sus protagonistas, la ganadora del Oscar Tilda Swinton (The
French Dispatch, Doctor Strange, La Voz Humana) e Idris Elba (“Thor”,
“Avengers: Infinity War”, “The Suicide Squad”). Y ahora tenemos por fin el
avance y la seguridad de que llegará a los cines argentinos.
Antes de su estreno en nuestro país, compartimos su
poster y el tráiler de esta versión moderna de un cuento clásico: “The Djinn in
the Nightingale’s Eye”, de A.S. Byatt.
El género de la ciencia ficción y las incursiones
alienígenas a la Tierra, ha sido constantemente uno de los preferidos del gran
público, aterrorizando en ocasiones y que valga el ejemplo y rememoración: a la
urbe con programas radiofónicos como “The War of the Worlds” (“La guerra de los
mundos”) de Orson Welles en 1938, o evocando las novelas al cine comercial en
la década de los 50 con filmes a modo de “It Came from Outer Space” (“Vinieron
del Espacio”, 1953), tradicional entre clásicos.
Con cientos de películas que se pueden catalogar a
través de tres tópicos como la filtración, la ocupación o el ataque directo de
una civilización extraterrestre, y apelando a disímiles tonos como la ciencia
ficción, el terror, el mismo conflicto bélico o el humor; la película que hoy
nos ocupa, es verdaderamente una prueba de fuego de su director Jordan Peele
como uno de los grandes redentores del género de terror.
Tras su debuten “Déjame salir” (2017), cuyo guion original ganó un justo Oscar, y que
pudo haber creado una serie de expectativas del realizador cinematográfico,
Peele triunfa de nuevo, encumbrándose como un cineasta de autor con
capacidades, y oportuno para aunar crítica social surgiendo de esas
profundidades que solicitar su lugar.
Quizás (y digo tal vez) el filme que nos ocupa, “Nop”,
es el ejemplo perfecto de películas de ciencia ficción [y algunos matices del
terror de serie B]; como la estrenada en 1958, “La masa devoradora”, que hace
referencia a una entidad alienígena de enorme tamaño [análoga a una ameba
adherente] que horroriza a una pequeña localidad de Pensilvania tras
estrellarse en la Tierra como parte de un meteorito. “Nop” y “La masa
devoradora”son títulos destinados a
crear todo tipo de debates, pero que jamás dejará impasible a nadie. Además, no
se admiten medias tintas.
Una historia de todos modos sobre OVNIS tan bizarra y
algo diferente a este tipo de filmes y género. Este director, más próximo a M.
Night Shyamalan de “Señales” (2002), se mueve en su propia intuición y
personalidad, y genera la inquietud y suspenso en el primer tercio del filme.
En el segundo tercio, Peele iguala el sentido del espectáculo específico de
estas anécdotas [además, con pocos personajes] de ciertas civilizaciones
extraterrestres superiores que arriban a la Tierra sin pedir audiencia.
De todas formas, tengo que hacer una reminiscencia a
mi filme favorito de Spielberg “Encuentros cercanos del tercer tipo” (1977) por
aprehender, tanto ese hechizo que la ufología eternamente ha despertado en el
ser humano, y escenas cargadas de misterio y mucha aprehensión. En la parte
final de la película, no se interrumpen ahí esos resortes spielbergrianos
presentes en “Nop”, ya que todo el trecho final, atiborrado de imágenes
poderosísimas, parece que se revierten los roles, en ese amenazador cielo
californiano.
Por
estos días se exhibe en nuestras carteleras “Bestia”, si bien con cierta
austeridad a la vista, pero con un guion cargado de mucho suspenso desde el
principio hasta el final en un tema bien llevado a la pantalla como es el de la
supervivencia.El islandés Baltasar Kormákur, para su expresivo
título Bestia (2022), emprende una aventura exótica [y un león en medio de todo].
Una
aventura siglo XXI que funciona muy bien, debido a todos elementos de inesperados
sucesos planteados en el eficaz guión de Ryan Engle & Jamie Primak Sullivannto,
si bien, habitan algunas soluciones dramáticas, que por momentos atenúa el
argumento; donde el Dr. Samuels (Idris Elba) con sus hijas Meredith (Iyana
Halley) y Norah (Leah Jeffries), arriban a una reserva en la selva africana
administrada toda la vida por el biólogo Martin (Sharlto Copley). Cabe precisar
que frente a esa imaginación dominada por los planos realizados por drones, y
la fotografía borrosa, de todas formas, el director logra determinar el automatismo
de los grandes planos para mostrar el esplendor de la Africa de siempre.
Idris
Elba vuelve a prodigar su carisma, ratificándose como uno de los intérpretes
más favorables e importantes del momento, enalteciendo en conjunto la película
con su buena actuación. Igual se puede expresar del gran Sharlto Copley, un
actor de lujo, pero que la suerte quizás, le ha llevado a papeles secundarios.
En cuanto a las niñas, sus personajes son evidentemente muy nerviosas, pero a
decir verdad las actrices cumplen.
Kormákur,
experto en filmes de sobrevivencia (“Everest, A la deriva”), crea [y lo
reitero] buen suspenso a partir de las impredecibles acciones de un salvaje
animal, siempre al acecho. Un relato actual sobre los daños a la naturaleza; al
entorno del hombre devastador. Visto así el asunto, la películafunciona
suficientemente bien, haciendo relecturas atractivas de otros filmes que
abordan el mismo tema de la supervivencia, evocando de pronto “The Ghost and
the Darkness” (1996) del cineasta Stephen Hopkins.
Sin
embargo, este cine que mezcla animales, terror y aventura; sigue su camino al
mejor estilo de películas como Tiburón [y que ha continuado hasta años más
recientes, con títulos como “Deep Blue Sea”, “El territorio de la bestia”, etc.].
Esta clase de subgénero cinematográfico, prolongado durante varias décadas, consiente
y permite estudiar cambios tanto en la industria audiovisual como en la correlación
de lo humano con la naturaleza misma.
De
manera que el realizador se ha empecinado con un subgénero con el que piensa y madura
dedicar su carrera como director de cine, creando atmósferas de puro desasosiego
y dando imágenes de terror realmente perturbadoras e icónicas. Kormákur
confirma, de una vez por todas, que su inclinación no es fruto de la casualidad.
Su talento, la personalidad impar y las ganas de reventar todas las reglas
escritas sobre este tipo de cine siguen intactos.
“La
bestia” no llega a las carteleras con el propósito de ser la película de terror
del año, ni mucho menos, ni de ganarse a unos habitantes de salas de cine desorientados,
que aún no ha acatado con su especial visión del horror. Lo que brinda en este
nuevo trabajo, es un doble salto mortal sin red [por cómo solucionar algunos puntos
dramáticos], con el que corría el riesgo de ejecutar algunos Deus ex machina [a toda trama que se
resuelve a través de un elemento, personaje o fuerza externa que no haya sido
mencionado con anterioridad y nada tenga que ver con los personajes ni la
lógica interna de la historia], ahogado en la propia avidez de la propuesta,
pero que termina irrumpiendo como esa obra creíble y de madurez necesaria, para
situarla, si no con una voz más original y necesaria que haya dado el terror en
esta década, sí un nuevo título consignado a generar todo tipo de discusiones
[por lo que usted quiera], pero que nunca dejará indiferente a nadie. Otros
dirían una película comercial y de consumo. No importa, en su butaca más de un
susto le ocurrirá.
35
años han pasado ya desde el estreno de 'Depredador', una de las películas más
míticas de los años 80 que mezclaba acción y ciencia ficción de forma sublime.
Su éxito favoreció que se convirtiera en una franquicia, pero lo cierto es que
ninguna de sus posteriores entregas se acercó al nivel exhibido por la cinta
dirigida por John McTiernan con un Arnold Schwarzenegger en plenitud física. En
esta ocasión toca ir hacia atrás en el tiempo, ya que 'Predator: La Presa' se
sitúa en 1719 para enfrentar a una joven guerrera de la Nación Comanche contra
una de estas sádicas criaturas.
Una
buena película de comedia acción negra.El director David
Leitch -John Wick (Otro día para matar), Atómica, Deadpool 2 y Fast &
Furious: Hobbs And Shaw, parece concentrarse en, Bullet Train, cargada de
peleas cuerpo a cuerpo. Adaptación de una novela superventas de Kotaro Isaka,
la película consigna y evoca también al cine más extraviado de Guy Ritchie y al
de Quentin Tarantino en un sentido de humor negro hasta mas no poder.
'Bullet
Train' cumple todas las exigencias para ser un taquillazo. Primero, por la
imagen de un Brad Pitt en proceso de emancipación y envolviendo la comedia como
salvavidas. Pitt regresa al registro cómico en cierta medida de 'Quemar después
de leer' de los hermanos Coen combinado con el humor super violento de
'Malditos bastardos' o 'Érase una vez en... Hollywood'.
Sgundo,
dirige David Leitch, curtido en sagas del estilo con 'John Wick (Otro día para
matar)', etc. Como fisgoneo y contrapunto, Leitch también ha rubricado su firma
algún que otro videoclip de Céline Dion. Nada que refutar.
Tercero:
'Bullet Train' ha reunido a un reparto coral de caras semi célebres, como las
de Joey King ('Expediente Warren'), Aaron Taylor-Johnson ('Kick-Ass') y Brian
Tyree Henry ('Spider-Man: un nuevo universo'). Y una estrella del reguetón, Bad
Bunny, interpretando a un narco. Y por supuesto varios cameos muy famosos.
Película
pues al borde de un colapso emocional, que transpira acción por todos lados y
como sostiene un crítico de cine español: “los cadáveres son capaces de
protagonizar escenas de acción”.