Por
estos días se exhibe en nuestras carteleras “Bestia”, si bien con cierta
austeridad a la vista, pero con un guion cargado de mucho suspenso desde el
principio hasta el final en un tema bien llevado a la pantalla como es el de la
supervivencia. El islandés Baltasar Kormákur, para su expresivo
título Bestia (2022), emprende una aventura exótica [y un león en medio de todo].
Idris
Elba vuelve a prodigar su carisma, ratificándose como uno de los intérpretes
más favorables e importantes del momento, enalteciendo en conjunto la película
con su buena actuación. Igual se puede expresar del gran Sharlto Copley, un
actor de lujo, pero que la suerte quizás, le ha llevado a papeles secundarios.
En cuanto a las niñas, sus personajes son evidentemente muy nerviosas, pero a
decir verdad las actrices cumplen.
Kormákur,
experto en filmes de sobrevivencia (“Everest, A la deriva”), crea [y lo
reitero] buen suspenso a partir de las impredecibles acciones de un salvaje
animal, siempre al acecho. Un relato actual sobre los daños a la naturaleza; al
entorno del hombre devastador. Visto así el asunto, la película funciona
suficientemente bien, haciendo relecturas atractivas de otros filmes que
abordan el mismo tema de la supervivencia, evocando de pronto “The Ghost and
the Darkness” (1996) del cineasta Stephen Hopkins.
Sin
embargo, este cine que mezcla animales, terror y aventura; sigue su camino al
mejor estilo de películas como Tiburón [y que ha continuado hasta años más
recientes, con títulos como “Deep Blue Sea”, “El territorio de la bestia”, etc.].
Esta clase de subgénero cinematográfico, prolongado durante varias décadas, consiente
y permite estudiar cambios tanto en la industria audiovisual como en la correlación
de lo humano con la naturaleza misma.
De
manera que el realizador se ha empecinado con un subgénero con el que piensa y madura
dedicar su carrera como director de cine, creando atmósferas de puro desasosiego
y dando imágenes de terror realmente perturbadoras e icónicas. Kormákur
confirma, de una vez por todas, que su inclinación no es fruto de la casualidad.
Su talento, la personalidad impar y las ganas de reventar todas las reglas
escritas sobre este tipo de cine siguen intactos.
“La
bestia” no llega a las carteleras con el propósito de ser la película de terror
del año, ni mucho menos, ni de ganarse a unos habitantes de salas de cine desorientados,
que aún no ha acatado con su especial visión del horror. Lo que brinda en este
nuevo trabajo, es un doble salto mortal sin red [por cómo solucionar algunos puntos
dramáticos], con el que corría el riesgo de ejecutar algunos Deus ex machina [a toda trama que se
resuelve a través de un elemento, personaje o fuerza externa que no haya sido
mencionado con anterioridad y nada tenga que ver con los personajes ni la
lógica interna de la historia], ahogado en la propia avidez de la propuesta,
pero que termina irrumpiendo como esa obra creíble y de madurez necesaria, para
situarla, si no con una voz más original y necesaria que haya dado el terror en
esta década, sí un nuevo título consignado a generar todo tipo de discusiones
[por lo que usted quiera], pero que nunca dejará indiferente a nadie. Otros
dirían una película comercial y de consumo. No importa, en su butaca más de un
susto le ocurrirá.