Si bien el filme arranca bien y plantea de entrada un drama rural con chica solitaria a bordo, sobre el segundo tercio de la película, la historia decae, el guion se entretiene en informar (y editado de forma lenta]. Al final intenta subir la tensión y emoción, cosa que le cuesta a la directora. Pero en su contexto como historia se puede destacar el machismo en algún personaje odiado, amén del abuso doméstico y el rechazo de los menos dichosos.
Una mezcla de historia de amor, drama judicial y
novela policíaca, la película despliega su relato hacia el cliché, atiborrada
de acciones rezagadas y giros de improviso en la trama.
Si este es un melodrama imaginado
por la guionista Lucy Alibar sobre la provocación emocional frente al abandono,
asimismo es un remedo de una mujer nativa de la región, y virgen, señalada por
la sociedad americana.
Pero debajo del acuoso romance de la historia con
Carolina Marshland, y detrás de su portada lista para Hollywood, "Where
the Crawdads Sing" es en realidad y mirando fríamente el asunto, esa idea
nada exagerada del "Pygmalion", con una Eliza Doolittle re inventada
como una forastera y salvaje y que visiblemente es la chica más sexy de la
ciudad, pero que vive en un aislamiento casi total hasta que Zack Siler de
Barkley Cove le enseña a leer y besarse.
Sin cometer la tontería de señalar spoiler de este
melodrama, se puede concluir que como película "Donde cantan los cangrejos de
río", de ningún modo [sostienen los críticos norteamericanos], parece ser condesciende
del éxito del libro, pero, “al igual que
su heroína, la adaptación de Newman encuentra las formas suficientes para
perdurar” (David Ehrlich).