viernes, 25 de marzo de 2022

Las cercanas

 

Muy pocas películas latinoamericanas llagan a nuestras carteleras por no decir que es nula la exhibición de películas de nuestro continente. Valdría la pena revisar el asunto, pues nos permite entre otras cosas, analizar que es que lo se hace fuera del territorio colombiano. Aunque entiendo que es un problema de distribución y exhibición nada fácil de solucionar.

Pasó por FICCI 61 la reciente película de la cineasta argentina María Álvarez “Las Cercanas” [ganadora en el reciente festival de cine de Mar del Plata como la mejor película argentina 2021]. De entrada podemos decir que es una película documental que narra la historia de las gemelas Isabel y Amelia Cavallini [en el momento del rodaje tenían 91 años, una de ellas falleció hace un tiempo], concertistas de piano que siempre tocaban a dúo.

A mi juicio, la historia no plantea un problema de angustia y tristeza sobre la vejez, sino de la nostalgia cargada de melancolía [nada de hipocondría]. De hecho, “Las cercanas” y en este contexto, aunque parezca que no, se crece en sus pequeñas filiaciones entre la música de piano y dos damas mayores, tanto en lo narrativo con una cámara firme, como estéticos; si bien esa profundidad dramática en el filme apuntale en una propuesta que de primeras puede parecer muy sencilla.

A partir de miradas y gestos que rememoran más que extensos discursos, hasta planos concluyentes cargados de significado, como los muñecos que tienen de compañía ambas mujeres [si bien no hay mucho plano abierto para aislar al personaje, sí primeros planos para sentir que las emociones se aíslan en su atenta planificación]; la cineasta argentina nos va envolviendo en su propósito: instantes en los que en las dos ancianas se advierte cierta y curiosa complicidad en la manera de ver las cosas, pese a lo poco que las separa esa imperativa necesidad [involuntaria además] de conllevar un mismo destino.

Visto así el asunto, la película es un viaje de pronto a la soledad, con un epílogo realista. Y sobre este tema [la soledad], el cine siempre nos ha mostrado lo mejor. Y no es que este cronista sea viejo, es que el cine siempre nos lleva de alguna manera a donde queremos estar, y en esta reflexión y remembranza cinéfila, la película [por ejemplo] Cuando huye el día” (Wild Strawberries, Ingman Bergman, 1957); nos refrenda que los mejores recuerdos y nostalgias los conseguimos cuando la soledad nos consume. Además, el desafío de la incertidumbre y el autodescubrimiento sobre la base de los recuerdos, es la columna vertebral de esa situación que muchos seres humanos sobrellevan. Desde el punto de vista filosófico. Montero y Sánchez (2014) afirman:

La soledad es entendida como una condición inescapable en la búsqueda de la autoconciencia. De acuerdo con Mijuskovic la soledad está arraigada en la realidad primaria del individuo, inmanente y subjetiva. Dentro de esta perspectiva, el dictum de lograr la autoconciencia enfrenta al hombre ante el hecho de una soledad ontogenética (p. 19).

Recientemente leía que “los cineastas han estado haciendo películas sobre la soledad desde el comienzo del cine, pero un director contemporánea que realmente se destaca en su exploración cinematográfica de este tema es Spike Jonze”. De todas formas en lo particular, los dos personajes protagonistas de esta excelente película de María Álvarez, me encantan por muchas razones y, una de ellas es la idea concluyente que deja en mis adentros: la vida bien vale la pena vivirla. Y esto lo digo porque en lo fenomenológico, hallamos la concepción de la soledad como una forma de autoconciencia.

miércoles, 23 de marzo de 2022

El árbol rojo

Una cosa curiosa ocurrió cuando se presentó esta película en la versión número 61 de FICCI. Faltaba poco para terminar la proyección del filme, cuando de pronto se fue el fluido eléctrico. Lo que más sorprende es que nadie se movió de su butaca, aun cuando alguien del festival anunció que se proyectaría en otro momento. Esto indica a las claras que el argumento de la cinta había cautivado a todos los presentes y querían ver el final. Una buena y única razón posiblemente para considerar que se estaba ante una buena película.



Con relación a la historia totalmente caribeña [de la costa norte de Colombia] y la película dirigida por un cachaco [nacido en el interior del país y no es un vocablo peyorativo] Joan Gómez Endara, plantea de entrada las relaciones poco cariñosas entre un adulto esquivo llamando Eliecer y una niña [llamada Esperanza] en un viaje en apariencia a ninguna parte. La trama que parte del año 1999, por consiguiente, y conforme a las circunstancias económicas y afectivas de los interlocutores, nunca da la expectativa de un final rosa y una situación rebuscada o compleja. Y, permitiendo al mismo tiempo al espectador, disfrutar de la sorpresa y de su desarrollo. Al escribir sobre esas capas que sostienen el meollo dramático del filme, asimismo se valoran a través de una gaita sanjacintera, que tiene su protagonismo y que nos ayudará a encontrar expresión e identidad.

Antes de proseguir con el análisis, bien merece la pena aclarar el origen del instrumento musical. Carmona, Dean y Borja (2019) aclaran:

En sus inicios el instrumento era denominado “Kúisi” como lo expresa el docente Puello en la entrevista, este tipo de música pertenecía a la gente de clase humilde y era repudiada por las personas de clase alta. En este tipo de música los indígenas, obreros y en general la gente común contaba sus vivencias y situaciones (p. 24).

Una gaita en consecuencia, y que en la película como metáfora a la larga que es, nos permite entender las vivencias [si bien no se observa, pero se entrevé]  de una niña y un adulto, y que son las clásicas intuiciones de una omnisciencia narrativa importante, que confiere una verosimilitud entre la presencia y/o la ausencia de otro ser querido; no obstante pensemos que siempre todo está por suceder.

Bella propuesta cinematográfica en consecuencia tanto por su narrativa como estéticos compases musicales, y desde miradas y gestos que evocan difusas arengas de un parco Eliecer [al igual que su destello de una vida protagonista y anodina —conmovedora por momentos—]; hasta planos concretos cargados de significado. Entonces surge la pregunta, ¿por qué la gaita en ese contexto? Intentemos aproximarnos a ello.

Si las representaciones sociales están estrechamente atadas con los denominados imaginarios colectivos, que se crean desde la interacción entre los seres humanos. Según el psicólogo social rumano Moscovici: “las representaciones sociales” emergen principalmente en situaciones de crisis y conflictos. De conformidad con la teoría de las representaciones sociales de Moscovici (citado por Rateau y Lo Monaco, 2013) es viable pensar que los individuos transfiguren una significación en una imagen [en un núcleo alegórico]. Esto explica [y no solo en la película] por qué la música de gaitas o la cultura de la gaitas se transforma en la imagen que recuerda la casa, o el pueblo para esos caribeños que están lejos. Lo anterior viene a propósito, porque la gaita en el filme tiene un protagonismo omnisciente interesante.

En otro orden de ideas que propongo, es que al plantear “ese reflejo” que de los hechos se produce en la mente del espectador tras observar  “El árbol rojo”, es debido a que es una historia sensible e identificable en la región Caribe. Muchas niñas [hoy mujeres] han transitado ese camino lleno de incertidumbres, y, de ahí que la evolución del relato no huye de todo ese lugar común que es el Caribe y plantee una pregunta quizá enérgica en las mentes del espectador tras observar a Eliecer y la niña. ¿Quién puede prescindir de quien en la vida que les puso en el camino? Dicha formulación además nace de las escenas donde sin artimaña alguna, adquieren a su vez otros niveles emocionales, puesto que la vida inocente que observa y concibe la niña [inmersa en su mundo inocente], no es la misma que la del adulto.

Toda esta formulación y profundidad dramática a su vez, es apuntalada en una propuesta que de primeras [e insisto en ello] puede considerarse muy sencilla: dos personajes relevantes, y escasamente pocas localizaciones principales y un tratamiento caracterizado en general por una economía narrativa. Más no se puede y ahí está la versatilidad del cineasta Gómez Endara.

A decir verdad importan más ciertos silencios que algunas palabras entre los interlocutores, las exiguas elipsis que escenas explícitas sobre lo acumulado y se siente además, cómo ciertas perturbaciones [que se podrían repasar a través de los personajes] no resultan importantes cuando se entiende que la brecha generacional otorga el distanciamiento entre esos dos seres apocados [Eliecer y Esperanza muy poco hablan entre sí].  Si bien la puesta en escena no es perfecta, lo que importa es que, sin caer en la efectismo melodramático, prioriza el drama puro y simplemente humano.

 

 

Referencias

Carmona, Y. Dean, W.  y W. Borja (2019). Procesos comunicacionales y representaciones sociales que tienen los jóvenes sobre la música de gaitas y su influencia en la tradición musical desee San Jacinto, Bolívar. Tesis pregrado. Universidad Tecnológica de Bolívar. Teradata. https://biblioteca.utb.edu.co/notas/tesis/0067357.pdf

Lo Monaco, G., Lheureux, F. & Halimi-Falkowicz, S. (2008). Le test d’indépendance au context (TIC): une nouvelle technique d’étude de la structure représentationnelle. Swiss Journal of Psychology, 67(2), 119-123.

  

miércoles, 9 de marzo de 2022

The Batman (2022)

Siempre he sostenido que para las versiones futuras sobre Batman [y sus historias], el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger para DC Comics [sin el imperativo de ser comparado con la interpretación ofrecida por Christian Bale en la trilogía del cineasta Christopher Nolan y otros que le preceden] no está necesariamente en contexto y/o tono alguno, sino en el guion. Y eso es lo que ha ocurrido en el reciente y excelente filme sobre  “The Batman”, escrito por Matt Reeves [director También] y Peter Craig; con el ingrediente majestuoso de la música del oscarizado Michael Giacchino (“Up”, 2010).

Algo a tener en cuenta en esta oportunidad es que el Batman de este 2022 es un personaje más tímido. Aquí Bruce Wayne no evoca su pasado [aunque sí su enemigo número uno en la trama, que le recuerda su estatus de millonario por lo de sus padres] y, sí lo acomodamos a lo más cercano a él [por aquello de los afectos]: su fiel mayordomo Alfred, y que el actor Andy Serkis le transmite gran calidez. De manera que el actor Robert Pattinson entrega pues una desprendida y magistral actuación en su doble papel, si bien este filme de más de tres horas de duración, el que menos tiempo vemos los espectadores es a Bruce Wayne.

Otra consideración muy importante es que la película “The Batman” es un válido desafío por escapar de los clichés de ese cine de superhéroes, para incorporar las formas de la llamada intriga Neo noir; un género de cine que maneja gran parte de los manuales del denominado cine negro, y que si bien, “habla” de asuntos con contenidos actuales experimentados a partir de la parte fenomenológica del propio filme, el método deductivo en el marco de la ciudad de Gotham y redimido por el hombre murciélago [no cometeré spoiler alguno] es verosímil.

“The Batman” en ese [y en otro] orden de ideas, podría ser el filme más sensible de todos los protagonizados por Batman y Catwoman, ya que existe esa luminosidad y lo inevitable que resulta ser y a su vez, ese fatalismo —el desazón ante el despropósito y la ausencia de humanidad—,  de las añejas historias del cine negro, y [en ese sentido, creo] identificar al menos en un inicio, igualmente esos honestos y afables interlocutores  de ese universo, donde “los personajes [todos aquellos que viven en una sociedad como en la famosa “the Gotham city”] deben salir del tópico, diría Hitchcock”.

Además, y según los más estudiosos, “estéticamente se observan elementos que estuvieron ausentes en el cine negro de las décadas de 1940 y 1950”. Asimismo y ahí lo híbrido del asunto en mi análisis particular, entra a formar parte en la película elementos como la crisis de identidad [la timidez y silencio de Batman], cierta vulnerabilidad en general del protagonista y, otros cambios que aparecieron en esta evolución del género relacionados con el tono, sin alejarnos del eje de la investigación.

En la espinosa y nada fácil investigación detectivesca que comienzan Batman y el teniente James Gordon (un valioso Jeffrey Wright), el último prototipo de policía honrado dentro del Departamento de policía de Gotham City, para dar con un asesino en serie llamado Enigma [brutal caracterización de Paul Dano], y que ha tomado la decisión de limpiar aquellos políticos corruptos; la película es un tipo de narración cinematográfica con mayor número de planos, de primeros planos, y algunos espacios limitados, que nos muestra y pone el acento en la investigación y en la deducción lógica [ahí la inteligencia del guionista].

Si en lo que respecta a los tópicos, asunto y estilo, es bien sabido de todos que se atesoran en el cine negro y el thriller en buena parte. Igualmente en “The Batman” el aspecto básico de la vaguedad moral, con lo cual el borde entre lo bueno y lo malo se diluye con el fin específico de descubrir la presencia de una realidad criminal bajo la resignación del individuo y la sociedad [entiéndase Gothan]; el argumento genera una atmósfera que va cercando de manera gradual su ritmo [sinuoso y sin las persecuciones frenéticas del Batmóvil], y el clímax está sagazmente medido para lograr que la atención del público jamás se desvíe.

Por otro lado, “The Batman” como pieza fundamental en la construcción de identidad en “The Gotham City”, en lo que se pudo leer como un claro testimonio a través de un melodrama íntimo [por momentos entendemos la propia interioridad del hombre Wayne y mujer murciélago] y que se observa en el argumento; podríamos pensar en un ecosistema retratado que se sobrelleva más bien como una fenomenología sobre las convulsiones de la época, con episodios de cómo enfrentar un mundo donde todo sigue un orden de destino cruel [El imaginario noir está presente].

A pesar de la voz en off [característica del cine negro norteamericano] y a partir de la cual se construye buena parte del relato [pues se intuye la intención del criminal] y esa focalización interna o cámara subjetiva, insisto: nos guía sobre la base de la tradicional omnisciencia narrativa a través de personajes.  Y lo que logra muy bien el director Reeves es salvar los extremos. Debido a esto, el habitante de la sala de cine identifica muy bien la actitud ideológica de “The Batman”, lo cual [y espero no estar equivocado] deja una impresión de unilateralidad que quizá da solidez a la excelente película.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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martes, 22 de febrero de 2022

O2

 

Muy poco llega a las carteleras colombianas, cine precisamente de esa zona del mundo donde hoy día podría nacer una guerra mundial, con base en los deseos de un Puttin y los recelos de Occidente. De todas formas, algo hay de ese olor en la película y que precede a toda guerra, en un filme aceptable y que, a pesar de un lenguaje inexplorado y hasta raro por los latinoamericanos, la subtitulación parece no ser sufciente.



Es agosto de 1939 y Europa teme una guerra inminente. Solo frente a la Unión Soviética de Stalin y el Tercer Reich de Hitler, Estonia sufre un golpe inevitable cuando el jefe de la inteligencia contrasoviética es asesinado, lo que crea dudas de que hay un topo entre sus filas. Con esta premisa, el realizador estonio Margus Paju sale adelante en este filme cargado de suspense y excelentemente ambientado.

Y es que en como toda historia de espías a la larga, el asunto de encontrar y revelar la verdad, el espía estonio Feliks Kangur (interpretado por Priit Võigemast) será el encargado de dar con todos los interrogantes que el espectador se plantea. Pero también al margen del asunto político en sí [Alemania y la Unión Soviética toman medidas para invadir Polonia] muy bien planteado en el contexto de la trama, el guion no flaquea, aunque sí algunas escenas que por su condición elíptica, puede no entenderse en un momento las pesquisas de Feliks.

Historia pues que resulta válida, aunque por momentos cierta frialdad en sus personajes, permite poco [emocionalmente hablando] acercarse a ellos. Pero inclusive en esta manera de asentar en escena a los personajes, de dictaminar la cuestión, de formular unos hechos; la película estona no deambula en artificiosidad, y por momentos los sentimientos de los personajes, y lo reitero, parecen estar al margen, lo que de pronto no permitió que la película fuera más un thriller psicológico.

De todas formas, para lograr el efecto de una película de intriga, su cineasta modula una tensión compleja en pos de un clímax, de pronto, muy a lo “Casablanca”, con lo que el espectador puede conocer o prever de antemano el desenlace, dándole así, un elemento de alto valor alegórico del filme de Curtis. Asimismo, hay más de un MacGuffin hitchcockiano: [entre otros] la relación  de la joven polaca Maria (Agnese Cirule) que le asienta a la cinta un valor cinematográficamente interesante, aunque aquí sí, sin esa alegoría al filme de Curtis con la inolvidable Ingman Bergman.

domingo, 20 de febrero de 2022

Benedetta

La película que hoy nos ocupa es la adaptación de la novela "Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy (Studies in the History of Sexuality)" de Judith C. Brown, que no creo que haya sido leída por muchos, pero sí referenciada por esta recienta película de Paul Verhoeven [recordar su Ópera Prima “Delicias holandesas” (1971), y con el desafío y escándalo que siempre han acompañado a la mayoría de los proyectos que ha abordado, recordemos que el éxito lo conseguiría con su cinta “Delicias turcas” (1973), convirtiendo al actor Rutger Hauer en un auténtico mito erótico de la época y en su actor fetiche].

Respecto a “Benedetta”, es esa película en la que su director ha resuelto desbocarse [por no utilizar una palabra soez] en todos sus caracteres fenomenológicos y ejecutar de forma insolente [a mi modo de ver] todas las ofuscaciones que han caracterizado a una gran parte de su cine: sexo y más sexo con desenfreno, fanatismo, y para este filme: sacrílego [prefiero no cometer spoiler].

Algo a tener muy en cuenta en la película y sin delicadeza narrativa alguna, es esa ambigüedad moral de sus personajes; llevándolos al extremo en escenas cargadas de ese coraje y arrebato instintivo, donde casi todas son coherentes, por un lado, con las para nada escusas alucinantes de Benedetta (Virginie Efira) con un Jesucristo al acecho —o vigilancia— incitando y avivando una descomunal intensidad emocional en su evocación. Por otro lado, la condición humana inmersa en su cotidianidad más vulgar [conviene no dejar de lado a la misma madre superiora, la abadesa Felicita (Charlotte Rampling), una persona con su propia altivez, de mirada inquisidora y gélida, preocupada más en amasar dinero —las dotes— de las novicias].

Con base en el siglo XVII caracterizado por el auge de la monarquía absoluta y la sociedad estamental, de alguna manera la ideología del filme nos muestra una época emocional, donde el ser humano y sus mecanismos existenciales operan [y manipulan] de modo parecido al de una sucesión de parámetros de una vida nada afectiva. Y respecto a los personajes de la trama en sí, nada de recuerdos de un pasado mediano, a través de ese dispositivo inexplicable [el convento a modo de metáfora] por el que no se atesoran en sus memorias cualesquiera identificaciones con mayor claridad aunque, para Benedetta atesora en su interior mucho más que una enérgica y sorprendente intensidad.

Cuando Benedetta y Bartolomea se convierten en amantes entre las cuatro paredes del convento, al mismo tiempo Benedetta a golpe de enigmáticas manifestaciones “milagrosas”, iría ascendiendo en la jerarquía de la abadía, hasta llegar a ser abadesa, a la temprana edad de 30 años; aunque la novicia Cristina [su principal enemistad como en todas las cosas de la vida] no lo acepte.

La historia que si bien arranca con Benedetta de nueve años, es sin vacilación alguna, la caracterización [más adelante del metraje] de un personaje femenino enérgico, provocador y hábil; que con la mirada del espectador de entender qué es lo inexcusablemente determinante en ella, permite comprender la capacidad de sus actos. Además, para remover las raíces de una Iglesia Católica que evidencia en los fotogramas observados: una entidad inmunda y podrida [y no hay tautología]. Y es que igualmente, justo a través de interlocutores de diligencia ambigua como la del nuncio de Florencia (un excelente Lambert Wilson) el responsable de juzgar a monja Benedetta por herejía, conviene no dejar de lado una mirada también inquisidora.

De todas formas, lo que queda claro en definitiva en la ideología del filme “Benedetta”, es que a través de un fanatismo religioso y el carácter lésbico —sin un antecedente cinematográfico cercano—, son dos componentes que, estudiados en la misma cinta sin el impulso de caer en lo melodramático, cursi o redundante, solo consiguen disponer de una apurada polémica y, censurada de blasfema por sectores religiosos [católicos] si  vacilación alguna.

Ante el contexto de la Iglesia, la pasión religiosa y la lasitud de la razón a cualquier indicio de herejía [aunque otros opten el vocablo de heterodoxia].

La herejía adquiere su carácter peyorativo en el momento en el cual un sistema de creencias niega su carácter de tal y se promueve al estatuto de Verdad, más aún cuando dicho estatuto logra ser materializado por la norma jurídica. La resultante de esta promoción es la descalificación inmediata de quienes opinan sobre ella, y la consecuente asociación con términos tales como error, disparate, daño o tormento (Eira, 2008, p. 75)

Unas pocas secuencias a piel descubierta y otras más de suplicios, alaridos y visiones de Benedetta [la puesta en escena de esos sueños, con un Jesucristo homérico y reparador que la salva de los peligros], permiten concluir que el tema en general no es nada fácil. Los placeres de la carne y los sufrimientos del alma, muchas veces a más de un ser humano que habita este planeta lo colocan prácticamente, al borde de la locura.

Referencia

Eira, G. (2008). Elogio de la herejía. Psicología Social. Recuperado de: https://books.scielo.org/id/gbqz7/pdf/rivero-9788599662861-07.pdf  

viernes, 18 de febrero de 2022

Uncharted

 

Esta película de aventuras, que plantea a la larga unos buscadores de tesoros perdidos, donde sus protagonistas [Mark Wahlberg como Victor "Sully" Sullivan, el turbio tutor de Nathan Drake] y de cara al público, tienen el carisma y empatía suficiente para creer todo lo que les sucede. Estamos ante una historia pues para pasar el rato y nada más, ante una fábula cardada de mucha aventura y alguna que otra inverosimilitud de la acción, por no decir traída de los cabellos.

Holland se toma un respiro de la web para caracterizar al cazador de tesoros Nathan Drake en esta adaptación cinematográfica de una extraordinaria y popular serie de videojuegos de PlayStation. Con evocaciones muy saludables a lo “Tomb Raider”, “Raiders of the Lost Ark”, de Spielberg y hasta “La búsqueda, con Nicolas Cage”; la película del cineasta Ruben Fleischer hoy en cartelera, se concibe para los entendidos en el tema, como un acomodo visual a un videojuego, pasando tan ágilmente de una pieza de acción retocada, a otra [el cine] donde “tus dedos” precisamente quieren intervenir y no pueden.

Respecto a los personajes femeninos de la cinta, podemos señalar que no se quedan atrás, entendiendo además que son los más inescrupulosos: Chloe Frazer [una magnánima Sophie Ali], la buscadora de tesoros desde hace mucho tiempo, se mantiene al nivel de “Sully” y Nathan cuando se trata de aventuras, y la secuaz de Santiago Moncada (Antonio banderas), Braddock [una Tati Gabrielle, terrible] como una villana próxima a los personajes de Bond.

Sin que haya novedad alguna en este tipo de historias, es que, conjuntamente con la rapidez del montaje, no incrementa agilidad en unos diálogos que, sin que se puedan considerar de inteligentes, al menos son muy ligeros. La búsqueda repleta de claves y pistas sobre la historia y centrada en el rastreo de un inmenso tesoro escondido por algunos de los padres de la patria, el director Ruben Fleischer como pez en el agua, nos remite pues a sus anteriores cintas como “Venom” y “Zombieland”, demostrando que era el director para su reciente trabajo y entiende a la perfección al público al cual se está dirigiendo [no le interesa nada más que observar], dejando además la idea abierta de una secuela.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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jueves, 17 de febrero de 2022

Eiffel

“Eiffel” la película francesa del cineasta Martin Bourboulon, es una buena apuesta al cine de biografías. Tomando como punto de partida el 31 de marzo de 1889, la historia nos muestra a través de una serie de flash backs, la vida [sobre todo amorosa] de Gustave Eiffel (un excelente Romain Duris) y su gran torre para regalar París. Desde este punto de vista, el filme sigue el hilo conductor a través de su amada, saltando del presente al pasado y viceversa. Eiffel ya era una celebridad de fama mundial [había construido puentes, estaciones de tren y el esqueleto que mantiene la Estatua de la Libertad]. “De acuerdo con "La Torre Eiffel" de Jill Jonnes (una lectura digna para aquellos interesados ​​en la historia de fondo), el joven Eiffel se enfrentó a varias perspectivas de matrimonio, y finalmente consiguió la ayuda de su madre para encontrar una esposa” (Debruge, 2021).

La romántica historia que abarca toda la película, evidencia que el constructor lo hace todo por amor a Adrienne (Emma Mackey). Si bien esto es válido e importante en el guion, todo se circunscribe en la construcción de la torre Eiffel, que como en todas las cosas de la vida, siempre tuvo sus opositores. Película pues bien sencilla en su trama (y con buenos efectos visuales) que el cineasta sale bien librado y a la larga plantea que las luchas e ilusiones del hombre tiene su mérito cuando, se proponen lograr sus objetivos a pesar de todas las adversidades.

Este tipo de películas con la denominación de Biopic, permiten identificar de primera, de qué se trata. Biopic procede de la contracción de los vocablos biographical y picture, en otras palabras, biografías desarrolladas en el medio cinematográfico. Se pueden concretar, por esta sencilla razón, como películas que «instruyen» la vida de determinados personajes. Las biografías que son escritas, muestran unos semblantes narrativos específicos que son largamente almacenados en su tránsito al medio fílmico, si bien el biopic asimismo exhibirá innegables particularidades propias del personaje en cuestión.

No es de extrañar, por lo tanto, que los primeros biopics [sobre todo hollywoodienses] acumularan las importantes experiencias de personajes como científicos, políticos, artistas, etc. [de auténtica aportación a la comunidad en la se desenvuelven y hasta universal]. En definitiva, todo este tema trata siempre de acercamientos bienintencionados en algunos casos y mitificadores e intensamente dramáticas en otros [no así el de Eiffel]. Todo debido quizás, a que el imaginario de la sociedad y europea de 1880, a falta de otros modelos, se nutre del aspecto trágico que impregna [para el caso de París] toda la vida y bohemia parisina cuyo leitmotiv más claro es la filiación que establecen sus propios habitantes.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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