Valioso debut de la cineasta británica Molly Manning Walker sumergiéndose en la dudosa iniciación al sexo de una chica durante unas vacaciones desordenadas con sus amigas. Con base en esta precisa algunos criterios a compartir:
El
cine adolescente es un subgénero en sí mismo, gracias fundamentalmente a filmes
de Hollywood que descubrían a jóvenes salidos un poco de sus casillas, y sublevados
por las hormonas. Normalmente estos chicos estaban ofuscados por perder su castidad
y se centralizaban en el baile de fin de curso o en las vacaciones.
Es
decir, el sexo como fin, como objetivo de desarrollo, sin márgenes en el
relato, y todo se reducido a un humor ramplón y a un ritmo de escenas de
alcohol, festividad, sexo malogrado y definitivamente, ese polvo como culmen
del paso a la edad desarrollada.
“How
to have sex” es una cinta absolutamente nueva. Y lo es y que su directora
observa y determina a la adolescencia, negándose a mostrar aquellos lugares
comunes que la emperifollan. Es más, confiere otro “vestido” a la adolescencia
y pensar que ello es una etapa de la vida (¿para el personaje Tara y sus amigas?).
Pero, donde sospechábamos aquellas eternas noches de fiesta, alcohol y sexo,
descubrimos, en efecto, tales sospechas, pero con la honestidad
algo desabrida de lo seguro, de lo desalmado y de lo desconocido, pero a través
de una cámara que las sigue de cerca, pero, con incondicional sumisión
y con el designio de introducirnos de lleno en sus festejos y sus mentes. El
ambiente es ocurrente, neón, estrepitoso, y posiblemente por eso, asimismo es opresor
y complicado. Es necesario observarlo así de cerca.