Con “Sing sing” estamos frente a un drama carcelario,
donde Greg Kwedar dirige y Colman
Domingo (como John Divine) en un gran trabajo actoral protagoniza este filme nada
convencional y basado en hechos, sobre un grupo de presos que afrontan la vida
diaria a través del teatro. Entonces varios puntos de vista de este trabajo
audiovisual:
Un grupo de presos con cadena perpetua son capaces de afrontar
sus desventuras requiriendo por un lado la comedia, reconciliando a Shakespeare
en una diversión sin límites hacia la libertad en un espacio donde solo internan
o que todos tienen dentro de sí, aunque John Divine (¿el Hamlet entre todos?) tenga
en su mente su obra “Letra pequeña”. Así que todo se desarrolla a través de un shakespeariano duelo
entre los prisioneros-actores y el profesor de arte dramático de los reclusos para
cada prueba y cada confesión de entre todos los “actores” señalando sin tapujos
sus faltas y temores.
Y frente a las primeras imágenes de la película:
proscenio. luces, puesta en escena, etc., una idea clara sobre lo que el arte
(debe) representar dentro del actual sistema de operación de nuestras
sociedades modernas, y debe, sobre todo, simbolizar la función del arte —a la
larga— como una agraciada evasión. El arte no debe cuestionar la realidad, debe ser un
ejercicio de invención que permita abstraerse durante un espacio y tiempo muy preciso
(y es lo que la película a la larga nos deja como reflexión).
Ser felices es lo que vale. Para nada afecta que algunos
presos hayan sido condenados por fallos de la misma justicia (caso del
protagonista); nada interesa que la sociedad les niegue la eventualidad de
reinsertarse ni que los sancione de por vida. Los encarcelados deben tener como
amor propio otro sentir de la vida en prisión ya que lo que queda por hacer
está allí.
Con base en lo anterior, dicha lectura del discurso
fílmico de “Sing sing” no está tan arraigado en el asunto discursivo de la
película sobre esa ira que se pueda sentir contra este sistema carcelario (en especial
de los Estados Unidos). Es simplemente, al margen de que tengamos un punto de
vista de los presos como peligros viables y que deben de ser alejados del resto
del mundo; tampoco debemos utilizar este asunto como herramienta de búsqueda o
denuncia.