martes, 5 de septiembre de 2023

Mi crimen, de François Ozon

 

“Mi crimen”, la reciente película del francés François Ozon, es una comedia alegre con aire de vodevil que hierve como un manantial de la mano de un reparto excepcional, apto de moverse entre diálogos brillantes y diabólicos, y una conspiración con todos los componentes viables: homicidios, condenas, amantes, actrices frustradas y juicios. Pero de que va este filme que nos atrae desde sus primeros fotogramas. No voy cometer spoiler alguno, pero sí escribir sobre las reflexiones que nos deja esta historia sobre la adaptación de una obra de teatro de 1934 de Georges Berr y Louis Verneuil.

Protagonizada por Nadia Tereskiewicz —acaba de ganar el “Premio Cesar” de la Academia del Cine francés a la mejor actriz revelación por sus papeles en ‘Les amandiers’ y ‘Une jeune film que va bien’—, Rebecca Marder, y con una divertidísima Isabel Huppert, la película es una comedia de crímenes y feminismo ambientada en los años treinta en París.

Qué vivimos en un mundo de farsas, no hay que dudarlo. Vivimos de la mentira, para la mentira, y nunca dejamos ser los actores principales de nuestras propias “mentiras”. Pero no solo es eso, sino la sociedad —de todos los tiempos— la que encumbra los más falsos melodramas, que de pronto de convierten en comedia.

¿Qué vivimos en una comedia? No lo dudo. Somos los seres humanos los mejores comediantes del mundo. Y tal vez por eso, las historias se repiten y repiten a lo largo de la vida o existencia del ser humano. Y para ello no hay remedio, ya que siempre, los convenios de “actuación” se prodigan y la humanidad aplaude como si nada hubiera pasado.

Y es que el pasado y el presente siempre conviene futuros cercanos (y hasta del tercer tipo) con tal de que todos sigamos aplaudiendo lo aplaudido hipócrita o falsamente. Y es que “todo es mentira (como reza el tango de Gardel). Así que mentira sobre la mentira o sobre la verdad, no tiene mucha diferencia en el sentido de que aplaudimos nuestra buena o regular “performance”. Y es que los humanos somos eso y no hay nada que hacer.

Los aplausos sirven para nada o para mucho, todo depende de su estruendo. Por eso hay aplausos de todo tipo, y al igual que las mentiras. Al final del filme: aplausos para la mentira y la verdad unidas, que a la larga, siempre resultan burlándose de todos nosotros. ¿Cuántas veces no hemos visto caer al hipócrita, y que la misma sociedad le esconde sus aplausos? Así que estamos ante uno de los buenos filmes de Ozon, para refrescarnos que lo importante es seguir el rumbo de la vida como si fuera —y lo es— un teatro.

 

viernes, 1 de septiembre de 2023

Sound of freedom

 

Después de tanto debate que leí sobre este filme, con sinceridad creo (a parte del mensaje que deja bien claro), que es una película menor que toca un tema de actualidad. Pero que desde el punto estrictamente cinematográfico, su director Alejandro Monteverde, si bien, sus imágenes más estéticas de la película contienen, en sí mismas, una valiosa información añadida sobre la historia. Todo pudo haber sido mejor. Por momentos, da la sensación que se rodó con prisa.


Si solo hubiera que quedarse con un momento, y si algo delimitara intachablemente la sensación de la película y su desbordamiento sentimental, las escenas del último tercio del filme que se desarrollan ante nuestros ojos, sería lo esencial.Y es que el resumen del argumento es fácil, inclusive la historia de por sí acaricia lo poco peligroso por su tratamiento, siendo realmente un tema bien embarazoso.

Más allá de los buenos propósitos al denunciar el director ese submundo y resaltar al protagonista, “Sonido de libertad” no es lo esperado, ya que no logra buenas escenas de acción en su solicito momento, su relato jamás logra tensión, los diálogos muchas veces pecan de ceremoniosos y todo se va resolviendo de forma tan obvia y cómoda.

El director de “Bella” (2006) y “El gran pequeño” (2015), también coguionista y además de realizador, se inspiró en la historia real de Tim Ballard (Jim Caviezel, el Jesús de “La pasión de Cristo”), un individuo que durante más de diez años se desempeñó como Agente Especial del Departamento de Seguridad Nacional, pero luego se consagró a luchar de forma personal la trata de niños, niñas y adolescentes.

Que es un fenómeno en todo el mundo, y no solo en nuestro país, por supuesto. La trata de personas no es un fenómeno nuevo, tampoco lo es la trata de niñas, niños y adolescentes. A lo largo de la historia, los individuos en condiciones de vulnerabilidad, han sido tratados como productos, y explotados en beneficio de otros. En el documental “Voces (contra la trata de mujeres)”, por citar un filme reciente. A través de los testimonios de doce mujeres de diferentes nacionalidades cuentan su experiencia, el documental intenta exponer todos los elementos implicados en este complejo problema, cuyas cifras son alarmantes y van en aumento.

La trata de personas es un delito y una violación a los derechos humanos. Es una situación que se presenta a nivel mundial, pero con una significativa concentración en México [aunque el filme arranca en Honduras]. Colombia es un país de origen, tránsito y destino de víctimas de explotación.

En estos argumentos tenebrosos, las niñas, niños y adolescentes son quienes están más expuestos a ser las víctimas de turno. Pero, fundamentalmente las niñas y chicos en circunstancias de emigración, discapacidad, e indigencia concerniente a pueblos o comunidades rurales. Esto ocurre en muchos casos, debido a que los victimarios utilizan a personas menores de 18 años, que viven en tales condiciones de pobreza o de desigualdad social. Además, sufren discriminación y son víctimas de violencia por razón de género.

La trata de personas con fines de explotación compone la esclavitud del siglo XXI. Cada año, casi 3 millones de personas —el 80% mujeres y niñas—, son víctimas del tercer negocio clandestino tras el tráfico de armas y drogas. En el caso de la trata con fines de explotación sexual, este fenómeno aparece vinculado en España a la inmigración.

La importancia del corazón

 

En lo personal, cuando decido ver una película lo primero que observo es su director, y es el crédito de primer orden para determinar lo que quiero ver. Sin lugar a dudas, es el crédito que motiva a cualquier cineasta. En este caso de “La importancia del corazón”, estamos a la más reciente película del cineasta. Nadie diría que Bille August forma parte de la élite de cineastas que ha ganado dos veces la “Palma de Oro” en Cannes (“Pelle, el conquistador” y “Las mejores intenciones”).


Cuando Stefan Zweig tituló su novela “La piedad peligrosa”, no podía ser más manifiesto. Una historia hermosísima y que con la cámara y puesta en escena de August (sobria, elegante, sin sobarle nada) atrapa desde sus inicio. El asunto va de los conflictos de clase y la tensión entre lo que simulamos sentir y lo que dejamos a un lado; lo que podría haber dado pie a un melodrama impetuoso, con la amenaza del estallido de la Primera Guerra Mundial como telón de fondo.

La época y los contextos con incondicional respeto a su origen literario son unas situaciones militares y aristocráticas: un joven oficial, una joven imposibilitada por un accidente, su padre, un noble Barón que vela por el bienestar de su hija, y la esencia de la historia, son “Los peligros de la piedad” —título más exacto, si bien, “La impaciencia del corazón” no aparezca del todo impropio.

Con la finura de siempre, el cineasta emprende un planteamiento que se dispara hacia el futuro de unos personajes y sus propias incomodidades: como resuelven a la larga el fin de sus propias vidas. La cámara de August trata con sutileza —casi mimando—, a sus personajes; y sin penetrantes primeros planos, encuadra a la película en el terreno de la intimidad más personal. Con sus rostros y sus personalidades, y sus palabras, expresan cabalmente el tono y la intensidad de sus respectivas apuestas, y las apuestas ganan.

domingo, 27 de agosto de 2023

“El último viaje del Demeter”

 

La complacencia de las buenas películas de terror no siempre nace de una impresión sobre lo imprevisible. Además, resulta divertido y lícita emoción, cuando las técnicas en el cine básicamente están impregnadas de un diseño de producción y efectos de criatura (tan admirable) como en “El último viaje del Demeter”. Además, en este contexto inicial, el regocijo no está en develar el final, sino en cómo llega la maldición a este barco en particular y su tripulación.

Y si logras acomodarte a la narrativa, de todos modos y hábilmente gracias a una dirección compacta, un elenco comprometido y un monstruo central que sigue atrayendo su atención; hay muchas más unidades dramáticas en “Demeter” que funcionan. No es la mejor película sobre Drácula que en la vida hayas visto, pero es un nuevo y emocionante giro del personaje —para los fanáticos del terror—, y de un viaje del que delirarán de haberlo hecho.

Este filme dirigido por André Øvredal está basado en un solo capítulo de la clásica novela “Drácula” (1897) de Bram Stoker, y es aquel que relata los diarios del Capitán Eliot, donde la historia se desarrolla a bordo de la goleta rusa Demeter. Entrando en materia, la primera media hora del filme funciona como presagio de lo que está por venir. Y a partir del instante en el que se muestra en qué radica el asunto, el dispositivo narrativo de la propia cinta subsiste afirmado a través de los muertos la verdad de todo.

Todos los que han leído “Drácula”, recordarán el tránsito oceánico desde Transilvania a Londres cargando cajas de tierra del castillo del Conde. El guión de Bragi F. Schut y Zak Olkewicz y otros colaboradores utilizan los sucesos del Capítulo VII y los amplifica. Si bien, se han cambiado muchos detalles (de cinco personajes a diez), los aspectos básicos de la trama continúan siendo los mismos. Una vez desvelado el primer giro de guion, el resto de la cinta es predecible, como las revelaciones de los crímenes que, progresivamente, van perdiendo ímpeto. Como la historia arranca en 1897, nada de roles de poder en las relaciones (y sobre todo para estas épocas de redes sociales), además, sus personajes para nada son empáticos.

En la mayoría de las veces, las películas de terror no plantean cosas y finales felices yEl último viaje del Demeter” no es ajena a ello. Con una atmósfera asfixiante, el filme —sin final optimista—agrega un manto de fatalidad. Y en este sentido, la película aprovecha al máximo dicha atmósfera y con imperecedera penumbra sin concentrar elemento gótico alguno. Además, la partitura de Bear McCreary acrecienta intranquilidad al asunto. Así que estamos básicamente ante un buen filme.

Por otro lado, “El último viaje del Deméter” envuelve la claustrofobia y la paranoia, forjando que el habitante de la sala de cine se sienta tan atrapado —y perseguido—como los hombres marinos que “Drácula” va eliminando uno por uno. Sobre este último punto (en el que se circunda el espectador) y subrayado aquí, vale explicar que verosímilmente es válido, ya que al fin y al cabo, estamos hablando de víctimas mortales y reales a manera del denominado “slasher” (un subgénero del cine de terror, aunque sin psicópata). Pero a nivel de su fuerza como filme de misterio, lo reitero: aprueba su puesta en escena.

Partiendo desde la base que estamos ante una nueva variante cinematográfica de “Drácula”, el director del filme Bear McCreary ha sabido jugar muy bien sus cartas para entregar la que podría ser su visión sobre el argumento, y sin estar especialmente destinada a generación alguna. Si bien, la película tiene algún inconveniente al final porque no hay una condición clara de ultimar la historia cuando gran parte de ella se aventura más allá de la trascendencia del viaje por el océano, es lo que a mi juicio deja cierta insatisfacción al espectador.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Alien: Romulus

 

En el año 1979 se estrenó Alien, el octavo pasajero, película dirigida por Ridley Scott. El largometraje, que se convirtió en una cinta de culto, supuso el inicio de una de las sagas más exitosas de ciencia ficción y su séptima entrega ya tiene fecha de lanzamiento.



Alien: Romulus es el título provisional de la producción, dirigida por Fede Álvarez y que se lanzará el 16 de agosto de 2024. En un principio se concibió como una cinta para estrenar directamente en streaming, pero finalmente pasará por las salas de cine.

Fuente: https://www.elmundo.es/

domingo, 20 de agosto de 2023

'Blue Beetle'

 

“Blue Beetle” es una adaptación de un cómic de DC que se estrenó en 2006 (dos personificaciones anteriores del personaje de Blue Beetle surgieron en 1939 y 1964), y tal como lo imaginaron su director Ángel Manuel Soto y el guionista Gareth Dunnet-Alcocer, el engreimiento esencial de “Blue Beetle” como película se corresponde con lo extravagantemente procedente que es: La mocedad de ojos acuosos de Jaime Reyes, y la modo en que se "contagia" con un escarabajo.

Sin querer imitar a otros superhéroes, este es un filme mexicano que en términos generales se deja ver, es gracioso por momentos y cumple con ciertos clichés del género. Y lo que la hace no verla precisamente como un producto de la industria cinematográfica de Hollywood, son sus diálogos y el uso del spanglish y la divergencia cultural; que hacen que los momentos cómicos de “Blue Beetle” confieran a esta producción mexicana, la película de superhéroes más entretenida del año hasta la fecha. Además, la música (como el bolero) y la evocación de un personaje como Chispirito enclavado en el corazón de todo mexicano.

La historia apenas podría ser más sencilla —sin tantas subtramas—. Jaime Reyes (Xolo Maridueña), un joven universitario regresa a Palmera City, su ciudad natal —futurista— con su familia (inmigrantes latinos), solo para revelar que no tiene perspectivas —y una familia arruinada y a punto de perder su hogar—. Vale destacar en este filme a la actriz mexicana, la pragmática mamá Rocío (Elpidia Carrillo), que confiere al filme esa parte de desparpajo que otorga una vez a este filme, su impronta de mexicano.  Pero también el resto de actores nos hace pensar que estamos frente a una familia mexicana (los Reyes).

Respecto a la villana del filme, la actriz norteamericana Susan Sarandon, quizá sea su punto más indolente, pues no deja de ser esa “mala” que hemos observado decenas de veces antes, y con el hándicap de que su personaje y sus secuaces no destacan en absolutamente nada que no sea imitar al contrario característico del género.

Si bien, podríamos pensar que este tipo de cine está cada día agotándose al máximo, títulos que podemos identificar señalan que sí. Entiéndase “The Flash” y “Ant-Man and the Wasp: Quantumania”. El mega éxito de “Guardianes de la Galaxia Vol. 3” y “Spider-Man: Across the Spider-Verse”. De todas formas, hay itinerarios en pantalla de que la audiencia de películas de superhéroes —aunque sigue siendo extensa—, podría estar entrando en la zona de confort.

Ahora, todo este tipo de cine, tiene ya otro atractivo muy interesante, y es cuando se convierte en engranaje de un multiverso. Pero por otro lado, es dificultoso escapar del sobresalto de que las películas de superhéroes se han vuelto casi que terminalmente saturadas de esa presunción: el destino del cosmos parece depender de casi todos ellos.

A modo de conclusión. “Blue Beetle” parece estar aferrada en algún lugar entre lo que se conoce como el DCEU (una franquicia para filmes más oscuros y valientes del Universo amplio del DC) y el DCU (es decir, franquicia mediática estadounidense y un universo compartido basado en personajes de las publicaciones de DC Comics). No obstante, al igual que la comunidad que representa, la película se destaca por sí sola, presumiendo con vanidad y en voz alta sus raíces mexicoamericanas, y dejando espacio para una legitimidad que enaltece una historia de origen un tanto familiar al crear su propia identidad tan mexicoamericana.

martes, 15 de agosto de 2023

Conspiración en El Cairo

 


Egipto es una república árabe en la que el islam es la religión oficial —que cree que el Corán establece las leyes—. En este argumento, hay ciertas reglas que pueden trastornar las alianzas claves entre el Estado y el islam, escrutando insólitos ponderaciones. A partir de estas señales, Tarik Saleh erige un thriller político en torno a la dificultad que germina dentro de la Universidad Al-Azhar de El Cairo, núcleo del poder sunita, cuando se muere el gran cheikh y el Estado pretende buscar una subterfugio que le resulte conveniente, ya que los cambios en la Constitución convierten el poder religioso en vitalicio.



Pero el asunto de la historia por comenzar cambia en la Universidad, cuando becado por la academia, llega Adam Saha —un joven pescador y radiante estudiante que se convertirá en una pieza fundamental de esa maquinaria político-religiosa al infiltrarse en un grupo de yihadistas radicales que ansían el trono—.

El complicado complot basa su peso en dos representaciones: el estudiante Adam (Tawfeek Barhom) y el Coronel Ibrahim (Fares Fares), quien acuerda al primero para la pesquisa en el aparato de seguridad del Gobierno, que quiere impedir a toda costa la radicalización de la cúpula islamista. La autoridad civil y religiosa, como en alguna escena revela Ibrahim, repercuten inseparables en el Estado egipcio, pero asimismo sus corruptelas.

Si bien Adam al inscribirse en la universidad escucha: “Tu alma todavía es pura, pero cada segundo en este lugar te corromperá”; comienza entonces un thriller detallista y confuso por momentos, que consigna a perversas conspiraciones de poder en las que artificios y felonías son los estimulantes que hacen progresar el relato, pero que posteriormente repercuten satisfactorias en su resolución final.

El cineasta Saleh expone el pulso preciso para sustentar el excelente guion —siempre en tensión—, rodeándolo de un ambiente y un ambiente atípico en el género. Rodada en scope para aprisionar la agitación en las calles de El Cairo, y en la plaza universitaria. Saleh que realizó el filme “The Nile Hilton Incident” (2017) sobre la corrupción en Egipto, y que en axiomático criterio avivó las agitadas manifestaciones de la primavera árabe en la plaza Tahir. Este nuevo filme —desde su actitud manifiestamente anticlerical—, asimismo nace con una vocación intervencionista, poniendo en oposición el espectáculo de la fe con un contexto secreto de falsedad y descomposición gubernativa.