Egipto es una república árabe en la que el islam es la
religión oficial —que cree que el Corán establece las leyes—. En este argumento,
hay ciertas reglas que pueden trastornar las alianzas claves entre el Estado y
el islam, escrutando insólitos ponderaciones. A partir de estas señales, Tarik
Saleh erige un thriller político en torno a la dificultad que germina dentro de
la Universidad Al-Azhar de El Cairo, núcleo del poder sunita, cuando se muere
el gran cheikh y el Estado pretende buscar una subterfugio que le resulte conveniente,
ya que los cambios en la Constitución convierten el poder religioso en
vitalicio.
Pero el asunto de la historia por comenzar cambia en
la Universidad, cuando becado por la academia, llega Adam Saha —un joven
pescador y radiante estudiante que se convertirá en una pieza fundamental de
esa maquinaria político-religiosa al infiltrarse en un grupo de yihadistas
radicales que ansían el trono—.
El complicado complot basa su peso en dos representaciones:
el estudiante Adam (Tawfeek Barhom) y el Coronel Ibrahim (Fares Fares), quien acuerda
al primero para la pesquisa en el aparato de seguridad del Gobierno, que quiere
impedir a toda costa la radicalización de la cúpula islamista. La autoridad
civil y religiosa, como en alguna escena revela Ibrahim, repercuten
inseparables en el Estado egipcio, pero asimismo sus corruptelas.
Si bien Adam al inscribirse en la universidad escucha:
“Tu alma todavía es pura, pero cada segundo en este lugar te corromperá”;
comienza entonces un thriller detallista y confuso por momentos, que consigna a
perversas conspiraciones de poder en las que artificios y felonías son los estimulantes
que hacen progresar el relato, pero que posteriormente repercuten
satisfactorias en su resolución final.
El cineasta Saleh expone el pulso preciso para sustentar
el excelente guion —siempre en tensión—, rodeándolo de un ambiente y un ambiente
atípico en el género. Rodada en scope para aprisionar la agitación en las calles
de El Cairo, y en la plaza universitaria. Saleh que realizó el filme “The Nile
Hilton Incident” (2017) sobre la corrupción en Egipto, y que en axiomático criterio
avivó las agitadas manifestaciones de la primavera árabe en la plaza Tahir. Este
nuevo filme —desde su actitud manifiestamente anticlerical—, asimismo nace con
una vocación intervencionista, poniendo en oposición el espectáculo de la fe
con un contexto secreto de falsedad y descomposición gubernativa.