Ambientada
en 1944, SISU cuenta la historia de un exsoldado que encuentra oro en una zona
desierta de Finlandia. De camino a la ciudad, unos soldados nazis descubren su
tesoro escondido. El implacable soldado deberá llegar a límites insospechados
para conseguir llevar su botín a casa, aunque eso implique matar hasta el
último nazi.
Van diez secuelas de “Rápido y furioso”. Así será el
negocio que la historia, además perdura, y no es nada del otro mundo. Con
sinceridad he visto tres (la primera, creo que la quinta y esta última). Una
película trepidante de principio a fin, para al final dejarnos en duda de
muchas cosas, evidenciando así el filme número 11 y su género blockbuster.
El concepto blockbuster queda circunspecto muchas
veces a películas con un gran presupuesto —o grandiosos resultados de
taquilla—, pero hay todavía más. Sobre todo, sise tiene en cuenta lo que el vocablo representa textualmente en inglés:
“busting blocks”, que se traduciría como “rompiendo bloques”.
Sin embargo, Julian Stringer recordaba en su libro
“Movie Blockbusters” que este vocablo usado hoy para narrar un tipo de
películas que “bebía” de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes utilizaron el
término “block buster” para representar las bombas de gran escala que usó la
“Royal Air Force” de Inglaterra contra las urbes alemanas.
Pero después de este repaso histórico. Hablemos de los
protagonistas, ya que no son solo especialistas conductores de vehículos de
carreras, camionetas, furgonetas y cualquier auto con volante, freno y
embrague. Todo dirigido por el asombroso Dominic Toretto (Vin Diesel) quien
trabaja para una oficina gubernamental secreta, y vela, a su manera, por los beneficios
de la patria. Y pare de contar. Es una historia bien sencilla, y hasta
empalagosa por momentos.
Vin es cruel pero es tierno. Pone a las mujeres en el
podio exacto. Es probo con sus amistades, principalmente a los muertos. Y
mientras se mueve por el mundo inducido por una mixtura no cuantificable de
obediencia solemne y un amor propio, te hace opinar que todas las impugnaciones
que encarna, pueden nivelarse con su sonrisa torcida.
Muy diferente en cuanto al guion, este filme en
relación con el primero (y por supuesto, mejor cinta), en la que aparecía Elsa
Pataky de policía y que luego la mataban. Pero, ¡bueno! Hay que señalar que
esta debe la película en el mundo con más “Deux Es Machina” [toda trama que se
resuelve a través de un elemento, personaje o fuerza externa que no haya sido
mencionado con anterioridad y nada tenga que ver con los personajes ni la
lógica interna de la historia]. Esto el cineasta Louis Leterrier lo sabe, pero
lo acepta, y sus razones tendrá.
A la idea de que Dom Toretto (Vin Diesel), vive
tranquilo con su mujer e hijo. De pronto [así porque sí] sabe que una misión
que tiene en Roma es una trampa. Y emprendemos entonces viajes enloquecidos a:
Río de Janeiro, Londres, Portugal, la Antártida... Para llegar a un final
merecedor de un aventura del siglo XIX. Y lo expreso por eso del
«continuará»...
Hasta aquí llegaría una reseña, pero igual se podría
subrayar que, más allá del clímax más “demencialmente” comprensible (las
pavorosas acrobacias aéreas finales de Toretto al volante de su vehículo) y de
una radiante, textualmente explosiva secuencia en las calles, lugares,
escalinatas y viaductos de Roma. La película desilusiona por el penoso
acaparamiento de figuras narrativas relacionadas, por la inmutable riña
sensitiva sobre los lazos familiares, por la abundancia de escenarios
irracionales y por el prescrito carisma del villano, que inclusive se accede,
en una escena calcada de otra de “Misión Imposible”. Y si bien, la acción sigue
siendo delirante, hay indicios de que esta saga acabe pronto, al menos que
hayan guion más acorde a un público que ya no come de cuento.
Dice Mantiene Scorsese en una de sus reflexiones
favoritas que el cine no es nada más que el arte de la manipulación del tiempo.
Y, un poco más poético y menos profesoral, siempre que tiene ocasión recita eso
de que «el ritmo es el latido del cine». “Killers of the Flower Moon”, su reciente película, se puede definir de mil maneras. Los hay que preferirán
referirse a ella como una, la enésima, reformulación del más clásico de los
géneros, el western. Pero ya antes de que se acabe de leer la frase precedente
asoma el bostezo. ¿Cuántas veces se puede reinventar el western?
“Killers of the Flower Moon” es, ante todo, una
oración fúnebre, una cantata profunda y desangrada, detenida en una de las
mayores humillaciones de las que pueden avergonzarse los humanos. Todos ellos.
Impresiona sobre todo el ritmo, la cadencia solemne con la que el director
invoca al último aliento de humanidad que pueda haber en una sala de cine. No
hablamos de la humanidad que transpira, sino de la otra, de la que inspira.
Úrsula Macfarlane ('Intocable') dirige un
documental sobre la vida y la muerte precoz de la modelo convertida en aparato
sensacionalista, trayendo imágenes de archivo y entrevistas con amigos y
familiares.La frase
'Descanse en paz' no representa definitivamente nada, lastimosamente, cuando
se trata de Anna Nicole Smith”. Es de un presentador de noticias poco después
de la muerte de Anna Nicole Smith por sobredosis a los 39 años.
Anna Nicole Smith tuvo notoriedad por
excelencia en la década de 1990 en los Estados Unidos. Una Playmate del año, justo cuando la cultura
sobre este tipo de revistas, alcanzaba su punto máximo, una modelo para los
jeans Guess, y una de las primeras mujeres en adoptar los reality shows, y que hoy satura la sociedad de los medios audiovisuales.
Nacida como Vickie Lynn Hogan y criada entre
Houston y la pequeña ciudad de Mexia en Texas, Smith suspendió la escuela secundaria
en su primer año, casándose con un colega de Crispy Fried Chicken y dio a luz a
su hijo, Daniel, cuando aún era muchacha. Los familiares recuerdan a una joven bella
y luminosa que fue acosada por seguidores masculinos, mucho antes de que fuera célebre.
Con las ilusiones de una carrera como modelo
y la expectación de salvaguardar a su hijo pequeño, Smith hizo equipaje y se
fue a Hollywood. Tomó tierra con fuerza, asomando en vallas publicitarias,
revistas y en la película de los hermanos Coen “The Hudsucker Proxy”. Las
imágenes de archivo del documental de Úrsula Macfarlane muestran a Smith pensando
ofertas de “The Mask” y “Naked Gun 33⅓: The Final Insult”. (Al final eligió lo
último, ya que los productores de “The Mask” estaban ofreciendo unos escasos
50.000 dólares).
¿Qué es un rostro hermoso, y qué hacer,
frente a una dura existencia que no reconoce la paz interior? Si la vida de la
símbolo sexual de la década de 1990, Anna Nicole Smith, es una historia con enseñanza,
para aquellas mujeres bellas que corren tras la fama y la fortuna. Como
atestigua el nuevo documental de Netflix: "You Don't Know Me" solo inmortaliza
el secreto y su espíritu inquieto, frente a su verdad verdadera: vivimos en un
mundo de oropel.
“El estrangulador de Boston”, basada en una historia
real en Boston, es un “remake” del mismo título, realizado en el año de 1968
con Tony Curtis y Henry Fonda. El filme fisgona la reconstrucción de la vida
del célebre asesino que horrorizó la ciudad de Boston a comienzos de los años sesenta.
Si primera cinta es estética setentera audiovisual y espléndido reparto para un
filme que se acrecienta ante la extraordinaria primera aparición, y mirada bestial,
de un Tony Curtis que corta el aliento. Esta segunda cinta si bien es valiosa, no
llega en el sentido de maniobrar los asuntos dramáticos, a la primera.
Bajo el titular que la particularizaba como “innovadora
reportera y ex editora de Globe”, el 25 de noviembre de 2018, el Boston Globe
anunciaba la muerte de Loretta McLaughlin a los 90 años de edad. Una imagen
que, como su propio compañero Bryan Marquard —autor del obituario— señala en su
escrito, y para lo que la editora representó para el mundo del periodismo se
queda corto.
Keira Knightley interpreta a Loretta McLaughlin, como
una obstinada periodista [y madre de tres hijos] que ve una manera de salir de
su responsabilidad y estilo de vida, cuando conecta por su intuición tres
asesinatos similares.A pesar de las interpretaciones fiables de Knightley y
Carrie Coon —francamente no podían estar mal en nada—, “El estrangulador de
Boston” es hábil en el manejo del relato de la imágenes, sin rebasar monótonos
procedimientos en la muestra los conflictos superpuestos de las vidas
profesionales y personales de todos los modelos actanciales.
Acreditada por coescribir junto a su compañera Jean
Cole, y que se convertiría en la primera investigación que relacionó, los que
más tarde fueron denominados como los crímenes del Estrangulador de Boston, la contribución
de Loretta a la profesión, no fue únicamente su disputa por no acorralar su intuición
y establecer un enlace entre los [hasta entonces] cuatro homicidios de mujeres,
sino hacerlo “cercar” por una redacción del “Record American”.
Los incidentes en el filme se presentan a partir de
las formas del suspense, y tratándose de los últimos instantes en la vida de la
mujer asesinada. Un notable thriller donde todos los crímenes son realizados
bajo el concepto de elipsis.Los detalles tácitos son aún más exquisitos.Aunque el filme se
obliga en su tercer acto combinando ficción con el caso real del estrangulador,
de esa manera llega a algunos desenlaces que precisan más sentido visual.
También, "Boston Strangler" es más habilidosa en el manejo de la
intriga que profunda. Es una película que de pronto, resulta atractiva cuando
es tenue en el devenir de la trama, y una condición que Knightley encarna en su
magistral interpretación principal: su mirada y olfato por “saber dónde pisa”.
También esta cinta del cineastaMatt Ruskin,
pone el dedo en la llaga en el sentido decómo dramatizas una historia que no posee un final concluyente.
A la idea de dejar un final abierto [que en este caso no es pertinente],
creería que lo mejor es acentuar más las pesquisas para llegar a los asesinos.
Será conveniente repasar “Peces de colores” de Chandler, quizá de los
escritores que siempre supo y con terquedad, dónde “poner a pisar” a sus
protagonistas.
Las actualizaciones de “La Pasión de Cristo: resurrección”
de Mel Gibson confirman que la película se está realizando, pero la secuela
parece ser mucho más controvertida. En 2004, “La Pasión de Cristo” cautivó al
mundo.
La película atrajo particularmente a los evangélicos estadounidenses, y
también tuvo éxito en muchos mercados internacionales.Cristianos de todo el mundo que abrazaron la
epopeya clasificada R. Principalmente inspirada en el Evangelio de Juan, La
Pasión de Cristo también incorporó una serie de tradiciones católicas e incluso
las visiones de Anne Catherine Emmerich (1774-1824). Caviezel vuelve a ser
Jesús y solo nos resta esperar hasta el año que viene
Este thriller es bien sencillo de abordar y lo primero
que salta a la vista es Miranda Green (Mischa Barton) como una versión más
joven de Miss Marple de Agatha Christie. Una agradable florista de treinta y
tantos años. Una mujer que encanta jugar a la detective aficionada, ya que
posee un gran conjunto de habilidades de observación.
Película dirigida por Stephen Shimek, quien ha dirigido
varios géneros, lo que no permite encasillarlo. Desde películas familiares,
hasta thrillers de terror en los últimos 14 años. “Invitation to a Murder” se
mueve inicialmente a un ritmo agradable, y a modo de comedia negra, también, se
mueve por los pasillos de sus tics cinematográficos, que no dejan de evocar
otros filmes y autores cargados de verdadera intención y sin tanto enredo
dramático.
La película sin ser mucho, se deja ver y todo resulta creíble,
pues el guion ofrece la garantía de las pesquisas en Miranda, yaunque no sea tan radical en sus juicios, ni osada
como podría serlo, sería un error concebirla como tal. Mi argumento es la narrativa
del filme que se impregna de cuestiones obvias, mientras reparte meditaciones a
través de un diálogo veloz y sin dejar argumento agudo. Todo ello, sin perder
de vista la apetecible reconstrucción que su director hace de una época, un
cine y unos mitos que sin lugar a dudas, lleva inscritos en el corazón.
Qué se puede concluir. Que “Invitación a un asesinato”
sigue ese consejo del cine negro al tomar en serio el asunto, pero nunca en sí
mismo. El guión de Brian O'Donnell, por otro lado, deja despejado el camino a
un final abierto por Miranda —creando eso sí— una atmósfera atractiva en la que
florece la idea de seguir esperando otra aventura de la joven Miranda Green, quien
deberá enfrentarse a otros misteriosos asesinatos.