“El estrangulador de Boston”, basada en una historia
real en Boston, es un “remake” del mismo título, realizado en el año de 1968
con Tony Curtis y Henry Fonda. El filme fisgona la reconstrucción de la vida
del célebre asesino que horrorizó la ciudad de Boston a comienzos de los años sesenta.
Si primera cinta es estética setentera audiovisual y espléndido reparto para un
filme que se acrecienta ante la extraordinaria primera aparición, y mirada bestial,
de un Tony Curtis que corta el aliento. Esta segunda cinta si bien es valiosa, no
llega en el sentido de maniobrar los asuntos dramáticos, a la primera.
Bajo el titular que la particularizaba como “innovadora
reportera y ex editora de Globe”, el 25 de noviembre de 2018, el Boston Globe
anunciaba la muerte de Loretta McLaughlin a los 90 años de edad. Una imagen
que, como su propio compañero Bryan Marquard —autor del obituario— señala en su
escrito, y para lo que la editora representó para el mundo del periodismo se
queda corto.
Keira Knightley interpreta a Loretta McLaughlin, como
una obstinada periodista [y madre de tres hijos] que ve una manera de salir de
su responsabilidad y estilo de vida, cuando conecta por su intuición tres
asesinatos similares. A pesar de las interpretaciones fiables de Knightley y
Carrie Coon —francamente no podían estar mal en nada—, “El estrangulador de
Boston” es hábil en el manejo del relato de la imágenes, sin rebasar monótonos
procedimientos en la muestra los conflictos superpuestos de las vidas
profesionales y personales de todos los modelos actanciales.
Acreditada por coescribir junto a su compañera Jean
Cole, y que se convertiría en la primera investigación que relacionó, los que
más tarde fueron denominados como los crímenes del Estrangulador de Boston, la contribución
de Loretta a la profesión, no fue únicamente su disputa por no acorralar su intuición
y establecer un enlace entre los [hasta entonces] cuatro homicidios de mujeres,
sino hacerlo “cercar” por una redacción del “Record American”.
Los incidentes en el filme se presentan a partir de
las formas del suspense, y tratándose de los últimos instantes en la vida de la
mujer asesinada. Un notable thriller donde todos los crímenes son realizados
bajo el concepto de elipsis. Los detalles tácitos son aún más exquisitos. Aunque el filme se
obliga en su tercer acto combinando ficción con el caso real del estrangulador,
de esa manera llega a algunos desenlaces que precisan más sentido visual.
También, "Boston Strangler" es más habilidosa en el manejo de la
intriga que profunda. Es una película que de pronto, resulta atractiva cuando
es tenue en el devenir de la trama, y una condición que Knightley encarna en su
magistral interpretación principal: su mirada y olfato por “saber dónde pisa”.
También esta cinta del cineasta Matt Ruskin,
pone el dedo en la llaga en el sentido de cómo dramatizas una historia que no posee un final concluyente.
A la idea de dejar un final abierto [que en este caso no es pertinente],
creería que lo mejor es acentuar más las pesquisas para llegar a los asesinos.
Será conveniente repasar “Peces de colores” de Chandler, quizá de los
escritores que siempre supo y con terquedad, dónde “poner a pisar” a sus
protagonistas.