Hay dos frases que a mi
juicio develan lo que Tornatore nos quiere decir en su reciente película “La mejor
oferta”: ¿Cómo es estar casado? Es como una subasta, nunca sabes si es la mejor
oferta. La otra frase es: Las emociones son como las obras de arte. Pueden
falsificarse y pasar, pero son falsas. ¿Crees que el amor se puede falsificar?
Esto es realmente lo
que ocurre entre un hombre llamado Virgil Oldman (Geoffrey Rush), enamorado de
la belleza femenina a través de la pintura, y, el objeto de su deseo: Silvia
Hoeks, una joven y bella mujer en carne y hueso. Ahora, todo eso ocurre en un áurea
de misterio bien sazonada por la música de Morricone y un guión con un ritmo
propio de los mejores dramas de suspenso.
Si bien la historia se
desarrolla en medio del arte, no es una película sobre ello; es más bien cómo
los ojos de un subastador de obras de arte, encuentra que la belleza es a veces
un bien esquivo. Sobre todo cuando uno es viejo y ella es joven. Aunque bien
vale la pena recordar el válido pensamiento garciamarquiano de : “La edad del
hombre son los años de la mujer que ama”. Claro que dicha mujer no sea una obra
de arte para repetir la historia de Virgil.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite
www.elcinesinirmaslejos.com