“El llanero solitario”
de Verbinski es una película que en su último tercio, podemos ver lo que representó
para la gente hace par de décadas (las sesentas y setentas del siglo pasado),
en personajes como el llanero solitario
y Toro. El héroe serio y capaz de resolver los problemas en su “territorio
comanche” y la incertidumbre (que no titubeo) de un ayudante como Toro.
En los dos tercios
anteriores, y todo relatado en flash back, ambos personajes resultan cómicos
para el espectador, lo que para las nuevas generaciones es un punto de partida
para dos personajes en principio torpes (según la fábula que se observa en la
sala de cine), pero que terminan siendo los héroes más favorecidos por los
dioses.
El devenir entre el
presente y el pasado, del largo metraje, rompe la realidad verdadera de los
mitos. Y es para aquellas generaciones que vieron al llanero solitario en la
televisión, no terminan de dar crédito a lo que observan. Pero, los chicos del
siglo XXI, aceptan una propuesta, más bien cargada de comicidad, circunstancia
este que no los dejan elevar al nivel de héroes (como sí los de Marvel, por
ejemplo).
Film pues interesante
para el debate de desmitificar el mito cuando de existencialismo se trata. Y
surge entonces la pregunta: ¿Responde a patologías de la razón y que en la
actualidad se generen nuevas mitificaciones? Por sus respuestas (si ya ha visto
el film), usted decidirá si es bueno o malo.
Mircea Eliade no sólo
estudió los mitos en las culturas antiguas, sino que también habla de las
“mitologías modernas”. En “Mito y
realidad” escribe: “ciertos ‘comportamientos míticos’ perduran aún
ante nuestros ojos. No se trata de ‘supervivencias’ de una mentalidad arcaica,
sino que ciertos aspectos y funciones del pensamiento mítico son constitutivos
del ser humano”.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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