Predator es la nueva película de la saga Depredador.
Llega dieciocho años después de la última entrega de la serie. Shane Black es
el director del filme, quien ha escrito el guión junto a Fred Dekker. Y en honor
a la verdad, resulta un filme fallido, pues los intereses de los protagonistas
a más de dispares, el tono no es el esperado.
La primera aparición de Predator (Depredador) fue en
la película homónima de 1987, para muchos se convirtió en un filme de culto que
ha dado como descendencia un linaje de novelas o cómics basadas en el universo
creado por Jim Thomas y John Thomas. Por supuesto, también llegaron secuelas
como Depredador 2, Alien vs Predator, Aliens vs Predator: Requiem y Predators.
De manera pues que la cinta no supera a ninguna de las
anteriores en ningún sentido, donde los héroes se pierden en la mente del
espectador, e incluso en el tratamiento cinematográfico. Poco pues que comentar
de un filme para el olvido.
La película “Un asunto de familia” del coreano Kore-eda,
Palma de Oro en Cannes y uno de los favoritos al Oscar tras su triunfo en el
festival francés, trata de Osamu y su hijo, quienes dedicados vagabundear con
pequeños hurtos (para comer) encuentran una niña en pleno ambiente del frío
oriental. Tras recogerla y llevarla a casa. La esposa de Osamu no está de
acuerdo con la decisión, pero finalmente accede cuando surgen las dificultades
de la niña, en un claro eco a Dickens.
El asunto cambia cuando a través de un accidente, se
ponen a prueba aquellos lazos que les unen como seres humanos que son. Y es que
esta magistral historia, plantea que no existe nada más conciliador en el
interior del espectador de cine, cuando su conciencia y su pesadumbre son
manejadas en la trama desde el punto de vista del niño y los ejemplos abundan
en el cine desde aquella cinta “El chico” con Charles Chaplin.
Aunque un paradigma como anillo al dedo es la película
del mismo Chaplin, “The Tramp (Charlie on the Farm”).El personaje representa la desdicha humana, no porque
el
personaje simboliza la desdicha humana, no porque él quiera ser infeliz, sino
como resultado de un entorno hostil. La mayoría de sus películas muestran dos
situaciones paralelas y contrapuestas (como la del coreano que hoy traigo a la
columna). Los guiones no se limitan a un enfrentamiento de clases. Charlot
intenta abandonar la marginalidad, pero, cuando lo consigue, tampoco encaja en
el mundo de los ricos. Por tanto, se convierte en un personaje discriminado.
Y es que las aflicciones, si bien parecen girar en un
universo sin ley y conseguir todo aquello que se desee, la premisa de darle al
pobre lo que tiene la gente más adinerada, ha sido también otro corolario a la
hora de observar los desiguales roles sociales no solo en el cine sino en la
vida social. La película “Los olvidados” de Luis Buñuel, es un claro paradigma
de ello. No hay que escudarse en el cine para tocar todos estos temas de
actualidad, pero es que este medio y el espectador solo frente a la pantalla
(que no es otra cosas que su propio interior) desnuda sus propias cuitas.
En este sentido, ¿atravesar la frontera de lo ficticio
dónde queda? Pienso que por el protagonismo compartido entre espectador y “ese
niño” (que es él a la larga) todo queda latente sin límite alguno. Y es que
para las historias de familia y seres desprotegidos, engendran (y no sé por
qué) las primeras dudas éticas que surgen y girarán en torno a la vida misma.
Sirva pues el cine para desarrollar en el campo de la
vida social, todo ese espeso tema de la exclusión social y seres marginados,
donde nadie se toma la molestia de nada. En los niños, la ingenuidad infantil habla
de la indulgencia y ahí hay que aprender la condición del ser humano.
De manera pues que este tipo de cine, bien amerita ser
tenido en cuenta, no es que “no voy al cine a ver sufrir”, como algunos
espectadores señalan. En este sentido no se puede opinar de lo correcto e
incorrecto. Hay que tener conciencia de lo mucho que enseña, no obstante, este
cronista piensa que la vida con incertidumbres, siempre invitan a buscar
soluciones donde en apariencia no existen.
El escritor norteamericano Trenton Lee Stewart señala
un excelente escolio que: “Debes recordar que la familia nace a menudo de la
sangre pero no depende de la sangre. Tampoco es exclusivo de la amistad. Los
miembros de tu familia pueden ser tus mejores amigos. Y los mejores amigos,
estén o no relacionados contigo, pueden ser tu familia.”.
Siempre he considerado que a la ciudad no llegan todas
películas que uno quisiera y mucho menos los libros para poder leer. Pero
bueno, ese es otro tema para debatir. Y es que observando en las noticias
filmes que nunca llegarán, tropecé con “Book Club” del cineasta Bill Holderman.
Sostiene la crítica internacional que es una cinta de consumo cargada de
clichés. Sin embargo, aparte de si es o no una buena cinta, no deja de ser
sugestivo lo que propone no solo para la edad mayor, sino para los jóvenes.
El asunto va de cuatro grandes amigas han cambiado sus
vidas para siempre después de leer "50 sombras de Grey" en su club de
lectura mensual.Diane (Diane Keaton) ha enviudado recientemente
después de 40 años de matrimonio. Vivian (Jane Fonda) disfruta de los hombres
sin ataduras. Sharon (Candice Bergen) lleva décadas batallando con un divorcio.
Y, por último, Carol (Mary Steenburgen), está en pleno aprieto con su
matrimonio de 35 años.
Este es el punto de partida del filme “Book Club”, una
divertida comedia en la que cuatro amigas de siempre, verán cómo sus vidas dan
un giro imprevisto y divertido cuando en su club de lectura abordan el
controvertido texto de “Cincuenta Sombras de Grey”. Este best seller erótico
hará alentar “viejas llamas”, inspirándolas a ayudarse mutuamente, para hacer
de su próximo capítulo el mejor de su vida.
Historia pues para reflexionar y como siempre he
sostenido, tenga la edad que tenga el ser humano, debe tener proyectos de vida.
No hay que dejarse amigo lector a esperar que suceda alguno de los cuatro casos
que ocurren en la película para reunirse en torno al libro. Y creo que esa es
la idea vital. Pero no es un caso para la gente adulta. Preocupa en una
sociedad como la samaria, que la gente joven lea poco y no vaya casi al cine.
Lo
anterior, lleva a esbozar la conjetura de que el proceso de individualización (o estructuración de la identidad en la etapa
adolescente), estará manifiesto en gran parte, por las interacciones con las
demás personas (incluso sea presenciales o virtuales) y por las formas de
apropiarse y usar los objetos de consumo (sean estos reales o alegóricos) en un
argumento cultural determinado. “En ese sentido, el “consumo” en la sociedad
actual amplía considerablemente su parentesco original —entiéndase socioeconómica—
extendiéndose hacia el campo de las identidades y significados sociales”.
Con
base en lo anterior, pienso que “el gusto” hacia el cine y la lectura, obedece
a que, entre los jóvenes existe un dispositivo cultural (no quiero discriminar)
que les aleja y no quiero escrudiñar ello, sino más bien empeñarse en crear un
nuevo “capital cultural”.
Estas
tesis, provenientes de la sociología de la cultura, si bien son útiles para
explicarnos los cambios en la redistribución y apropiación de los bienes de
manera masiva en la sociedad actual, hay que buscar en la familia y en una
sociedad como la caribeña, qué sentidos sobre los esquemas de percepción
simbólica como el gusto, hay que generar
para el cambio y asentar las bases para un nuevo capital cultural. ¡Es urgente!
Sobre el tema de la bonanza marimbera en la literatura
colombiana, se pudo verificar y leer en “La noche de las luciérnagas” del
escritor José Cervantes Angulo, por allá en 1980. Y en el cine, sin lugar a
dudas el reciente “Pájaros de verano” (Ciro Guerra,Cristina Gallego, 2018).
Con cinco capítulos de esta historia ambientada en la
Guajira, nos recrea a través de una familia Wayúu, los pros y los contras de
aquella bonanza y caída deltráfico de
la marihuana en los años setentas y ochentas, amén del enfrentamiento a muerte
entre hermanos de la misma tribu guajira.
Con un toque a mi juicio a lo Tarantino, la pareja de
Guerra y Gallego utiliza el personaje de Rafael (su esposa, hijos y paisanos) para
optar por una narración poco pausada, sin excesivos planos fijos que recrean
las miradas de sus personajes y aspectos sobrenaturales guajiros con muchos
silencios que expresan más que todas las palabras del mundo y un interés por
los detalles que hace que las amenazas y la violencia entre los interlocutores,
siempre amenazan con salir a la luz en cualquier momento de cada capítulo de la
historia en esa árida tierra.
Y es que las tensiones ancestrales derivadas de la
cultura aborigen guajira y los conflictos internos, tienen ese carácter profético
que se pueden palpar en cada fotograma, sin necesidad de recurrir a demasiados
diálogos. Sin ser una obra sensacionalista —y polémica—, lo cierto es que sus
directores han sabido combinar con tacto y sin extremo escrupuloso, la vida
maldita de casi todos los personajes, dando lugar a una película verista y
cargada de buenas intenciones que esquiva, dentro de lo posible, recrearse en
los terrenos más espinosos y sangrientos (que los tiene) de una historia con
escenas violentas y nada aleccionadores.
La cinta “Pájaros de verano” sin apenas transiciones
en los saltos temporales, no titubea en mostrar la inestabilidad y las
debilidades de unos personajes heridos e imperfectos —sin la disposición además
para ganarse nuestra complicidad como espectadores—. Además, la relación entre casi todos ellos sin luchar contra sus
demonios internos —de un bando y otro— se construye a la larga sobre una punzante
verdad: la venganza.
Filme pues que no dejo de recomendar y que lo
atractivo de la película no anida tanto en la trama como tal, sino más bien en
la excelente recreación, sensibilidad histórica y estilística de un país como
el nuestro: un conflicto cultural que, además, borró a muchas familias guajiras
por venganza.
Ante esta
sexta entrega de la saga observada en una de las salas comerciales de la ciudad, pues no cabe otra idea que estar atento de principio a fin a una
acción trepidante de un señor como Ethan Hunt (Tom Cruise) teniéndonos
acostumbrados a sus inverosímiles situaciones, que uno sabe no ya qué formular
de tanta buena suerte en sus muchos tropiezos y situaciones.
Para
empezar, cabe decir que todo es una lucha contra reloj en un guion que hay que
reconocer es bueno, aunque se pasa de unlugar a otro (París, Londres y Cachemira) con un atrevimiento en las
transiciones, que de repente uno no se ubica, pero esto no es a la larga nada,
para tanta acción descrita en la pantalla.
En todo
caso, lo que diferencia esta nueva saga de “Misión imposible”: son las siete
vidas (por decirlo de alguna forma) de Hunt incorporadas a la narrativa. Por lo
demás, continúa el villano y que es alguien que hemos visto antes (Sean Harris en
“Rogue Nation”). Además las máscaras, en apariencia una artimaña tonta, las
motocicletas a alta velocidad y el esquivar helicópteros (aunque supongo que es
para mostrar más el paisaje de las bellas locaciones del filme).
Respecto a
la dirección de la cinta, el cineasta McQuarrie prefiere
que la historia hable por sí sola, en lugar de imponer su estilo como otros
cineastas (un John Woo por ejemplo). El director encuadra no solo la imagen, sin
dejar nada por encima de los personajes, sino que a lo largo de lúcidas acciones (de buenos y malos personajes),
hay que sorprenderse y divertirse de las composiciones musicales, con fuerza
para mantener la cabeza en alza, sin dejar escapar desilusiones o lamentos de
impotencia y extenuación que no serán epitafio para Ethan Hunt aún.
Y es que,
si bien tiene “Misión Imposible – Repercusión”, ingredientes un tanto
discutidos (situaciones poco verosímiles), en otras manos podrían haber
producido un trabajo efectista y polémico. Lo cierto es que su director ha
sabido disponerlos con tacto y elegancia, dando lugar a una película agradable
y saturada de buenos designios que soslaya (dentro de lo posible) divertir en
los terrenos más altos del cine de acción.
No es la primera vez que se dirige un filme sobre un rascacielos (“El
coloso en llamas”, de John Guillermin e Irwin Allen, 1974 y “Jungla de Cristal”
de John McTiernan, 1988). Pero creo que esta reciente película “Skyscraper”
(con el actor Dwayne "The Rock" Johnson) cubre todas las expectativas
de ese cine comercial y taquillero.
Con
una acción trepidante de principio a fin, la película cumple en primera
instancia la simpatía hacia “The Rock”. Si bien la historia en sí es sencilla,
tiene todos los clichés de los tiempos fílmicos que vivimos de los blockbusters
y, sin pretender reinventarlos.
De
todas formas, sí me parece que hay una evocación a los filmes antes aludidos
sobre rascacielos. En el clásico con Bruce Lee, la famosa escena de la galería
de espejos y por la ambientación oriental, y todas las habilidades marciales,
amén del concepto de catástrofes a los años setentas que tanto me fascinaron.
The
Rock (posiblemente al igual que Bruce Lee) vuelve a sus orígenes, con el ítem
de peleas, retos malabaristas y diálogos a veces divertidos. Pero es que la
película cargada de evocaciones, también nos permite recordar algo de “Towering
Inferno”, de “Die Hard”, como parte de la cantidad de clichés de Hollywood que
un espectador alfabetizado en estas lides puede comprender.
De
todas formas, bien se puede y a modo de conclusión, señalar cómo ha sido la
evolución del héroe en el cine de Hollywood. La construcción psicológica del
héroe se ha ido renovando (al igual que algunos elementos del filme),
dependiendo —claro está— del tiempo histórico en el que se desarrolla, e igual
a una sociedad que ha ido evolucionando —en paralelo a los autores— que la
imaginan y suponen.
La
existencia de ese personaje, al que se designa héroe, posee dos de los
elementos esenciales que hacen parte de este modelo actancial: “La película
clásica de Hollywood presenta individuos psicológicamente definidos que luchan
por resolver un problema claramente indicado o para conseguir sus objetivos
específicos; y la historia que termina con una victoria decisiva o una derrota,
la resolución de un problema o la consecución o no consecución clara de los
objetivos. (Bordwell, 1987, p. 156).
Así
que ver “El rascacielos” es verificar lo antes enunciado y sobre todo como “un
hombre de acción. En el primer acto establece su objetivo, en el último lo
alcanza. Todo lo que tiene lugar entre estos dos actos es una prueba de fuerza”
(Bordwell, Staiger & Thompson, 1997, p. 17). Y es que el actor apodado “La
Roca” lo consigue sin lugar a dudas.
‘El
protegido’ (2000), M. Night Shyamalan narró la historia de un hombre tan
obsesionado con encontrar a un héroe que se convirtió en un villano. En
‘Múltiple’ (2016), vimos cómo un hombre luchaba contra sí mismo para,
finalmente, dejar libre a la bestia. Ahora, en ‘Glass (Cristal)’, el héroe, su
némesis y la nueva amenaza, se verán las caras en una tercera entrega que, casi
sin que nos demos cuenta, se ha convertido en uno de los títulos más esperados
de la temporada.
Glass (Cristal)’,
escrita y dirigida por M. Night Shyamalan, volverá a contar con la producción
de Jason Blum para Universal y tendrá a como protagonistas a Bruce Willis,
Samuel L. Jackson, James McAvoy, Anya Taylor-Joy y Sarah Paulson. Llegará a
nuestras pantallas el 18 de enero de 2019. http://www.fotogramas.es/