No es la primera vez que se dirige un filme sobre un rascacielos (“El
coloso en llamas”, de John Guillermin e Irwin Allen, 1974 y “Jungla de Cristal”
de John McTiernan, 1988). Pero creo que esta reciente película “Skyscraper”
(con el actor Dwayne "The Rock" Johnson) cubre todas las expectativas
de ese cine comercial y taquillero.
Con
una acción trepidante de principio a fin, la película cumple en primera
instancia la simpatía hacia “The Rock”. Si bien la historia en sí es sencilla,
tiene todos los clichés de los tiempos fílmicos que vivimos de los blockbusters
y, sin pretender reinventarlos.
De
todas formas, sí me parece que hay una evocación a los filmes antes aludidos
sobre rascacielos. En el clásico con Bruce Lee, la famosa escena de la galería
de espejos y por la ambientación oriental, y todas las habilidades marciales,
amén del concepto de catástrofes a los años setentas que tanto me fascinaron.
The
Rock (posiblemente al igual que Bruce Lee) vuelve a sus orígenes, con el ítem
de peleas, retos malabaristas y diálogos a veces divertidos. Pero es que la
película cargada de evocaciones, también nos permite recordar algo de “Towering
Inferno”, de “Die Hard”, como parte de la cantidad de clichés de Hollywood que
un espectador alfabetizado en estas lides puede comprender.
De
todas formas, bien se puede y a modo de conclusión, señalar cómo ha sido la
evolución del héroe en el cine de Hollywood. La construcción psicológica del
héroe se ha ido renovando (al igual que algunos elementos del filme),
dependiendo —claro está— del tiempo histórico en el que se desarrolla, e igual
a una sociedad que ha ido evolucionando —en paralelo a los autores— que la
imaginan y suponen.
La
existencia de ese personaje, al que se designa héroe, posee dos de los
elementos esenciales que hacen parte de este modelo actancial: “La película
clásica de Hollywood presenta individuos psicológicamente definidos que luchan
por resolver un problema claramente indicado o para conseguir sus objetivos
específicos; y la historia que termina con una victoria decisiva o una derrota,
la resolución de un problema o la consecución o no consecución clara de los
objetivos. (Bordwell, 1987, p. 156).
Así
que ver “El rascacielos” es verificar lo antes enunciado y sobre todo como “un
hombre de acción. En el primer acto establece su objetivo, en el último lo
alcanza. Todo lo que tiene lugar entre estos dos actos es una prueba de fuerza”
(Bordwell, Staiger & Thompson, 1997, p. 17). Y es que el actor apodado “La
Roca” lo consigue sin lugar a dudas.
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Gonzalo Restrepo Sánchez