martes, 19 de diciembre de 2023
Para el 2024: El planeta de los simios: Nuevo reino
El legado de César continuará… Desde antes de
que Disney adquiriera Fox, ya se hablaba de expandir la franquicia del mundo
dominado por nuestros hermanos primates. Afortunadamente, los planes
prevalecen, ahora bajo la comandancia de 20th Century Studios. Esto es lo que
debes saber de la película número 4 en el reinicio de la saga, El planeta de
los simios: Nuevo reino (Kingdom of the Planet of the Apes).
Leave the World Behind
Este thriller es una adaptación de la novela homónima
(2020) de Rumaan Alam, por el inteligente Esmail, que inicialmente trabajó con Julia
Roberts en la serie de televisión “Homecoming” y “Gaslit”. “Leave the World
Behind”, pues, es el tipo de película en la que continúas cavilando en lo que tu
harías sobre las circunstancias que se le presentan a los personajes
principales, mientras la vida —tal como la conocen— parece derrumbarse de forma
inquebrantable.
Por capricho, y hablando un poco de la historia del
filme, Amanda planea una salida de descanso con su marido Clay (Ethan Hawke),
su hija adolescente Rose (Farrah Mackenzie) y su reservado hijo Archie (Charlie
Evans). El lugar escogido es digno de admirar por su confort y su paisaje, no
obstante, Rose prefiere observar la serie de televisión “Friends” en su
tableta. La idea es que todos se desconecten un poco de la cotidianidad dela
que venían.
Al margen de estas primeras consideraciones, qué duda
cabe que de pronto sentimos que estamos frente a una película del cineasta
indio M. Night Shyamalan. Y lo afirmo en este thriller intrigante, que no dejas
pensar en otra cosa, sino en la qué sucederá a los protagonistas ante una serie
de sucesos poco explicables que se van sucediendo. Buen filme que nos conduce a
establecer mentalmente qué es lo que puede estar sucediendo cuando todos nos
enteramos que ha habido un ciber ataque al mundo.
En este ir y venir de sucesos que nos ponen en alarma,
la película nos mantiene muy interesados en qué es lo que realmente sucede. De
pronto, el final de la película nos deja la sensación que todo fue una tomadura
de pelo (no cometeré spoilers). Creo que el filme en su base de la escritura
del guion, deja bien claro cómo deben ser finales, independientemente de
cualquier designio. Lo que el público concluye es que, si al final, no queda emocionalmente
ubicado en la historia, pues saldrá de la sala de cine hablando pestes del
filme.
Por otro lado, si alguna reflexión nos queda, son las advertencias perspicaces y precisas sobre teorías de complot que podrían no ser teorías ligeras y no tantas. Nuestra obediencia casi total de la tecnología y la circunstancia de que ahora tenemos una generación entera de jóvenes que realmente no les preocupa nada, es para reflexionar.
Fotogramas: Jojo Whilden/NETFLIX
domingo, 17 de diciembre de 2023
Passages
La
película “Passage” es incontrastable en todo instante, pero su director Ira
Sachs asimismo edifica, con una arrogancia extraordinaria, un arco narrativo verosímil
para tres personas (Tomás, su pareja Martín y Agathe) que se tropiezan en una cruce
de afectos y sexo. De manera que las pretensiones y posibilidades —que no armonizan—
pueden ser juguetonas, pero además lamentables.
Y lo que podría haber sido una comedia alentadoramente
frívola sobre personas que se advierten con desiguales formas de vida, reconcilia
en un relato agridulce acerca de las grandes ilusiones, penetrantes desilusiones
y decisiones espinosas y buen sexo. La historia de “Passage” que podría haber
caído cómodamente en el melodrama fácil, el cineasta Sachs lo hace con ecuanimidad
al no recargar ni paliar la jerarquía de lo que está en juego [podemos revelar
la toxicidad del amor]. Su rendición tanto por sus interlocutores como por su
público, su pudor y arrojo como cineasta, forman de “Passages” a lo mejor una
de sus mejores películas hasta la fecha.
Recordemos
que “Keep the Lights On”, es el filme semiautobiográfico que dio a conocer a
Sachs en el mundo del cine, y que de alguna manera se vincula con “Passages”
con ese brío afín, salvaje, riguroso, como si ingresáramos a las escenas
(circunstancias) a medio hacer, sin que valoremos el pasado y el futuro de sus interlocutores,
únicamente interesa la inmediatez de sus afectos presentes.
Por
otro lado, la intimidad de su deseo multiforme (me refiero al filme) y la sinceridad
de las escenas de sexo, es el modo en que Sachs elude adjetivar al que juzga
con las emociones de los que aman. Un filme pues con candidaturas a algunos
premios en esta parte del año. Para terminar, la elección de sus actores
resulta válida: el turbador Franz Rogowski, el tierno Ben Whishaw y la muy libidinosa
Adèle Exarchopoulos, un atractivo trío que concuerda sus capacidades dramáticas
y físicas para dar verosimilitud a la historia.
'The Holdovers': Alexander Payne se reúne con Paul Giamatti
Quién
no ha visto películas sobre la buena e interesante vida de profesores en sus aulas
y su relación con sus alumnos. La historia del cine señala a más de una, y son
filmes bien interesantes. Pues bien. La película hoy a analizar, podría ser
todo lo contrario. Me refiero a un arquetipo cruel
llamado Paul Hunham (Paul Giamatti) a quien todos odian. Un sentimiento recíproco,
ya que el Sr. Hunham piensa que la mayoría de los chicos matriculados en la
Academia Barton son malas creaturas y que “la administración” está descompuesta.
Una
de las primeras escenas muestra a Hunham entregando exámenes finales
calificados a sus alumnos, a quienes se refiere como “infantes filisteos
vulgares” y “réprobos”. Ahora, al conceptuar por los aspavientos que facilita
el director Alexander Payne, el Sr. Hunham no se equivoca: él es poco misericordioso
y, en ese sentido, la película no podría ser más diferente, un drama espléndido
sobre tres voluntades lastimadas y encalladas en Barton durante la Navidad. Durante
la cual este internado —de corazón frío— tendrá una sensible ocasión de
descongelarse.
Pues
bien, este Paul Hunham —un dúctil profesor de civilizaciones antiguas en la
Barton Academia, una escuela preparatoria exclusivamente para hombres en Nueva
Inglaterra en 1970— está furioso al saber que le han ordenado ser acompañante
de los alumnos que deben permanecer en el campus durante las vacaciones. Pero
antes de finalizar ese segundo tercio de la historia, el profesor está
especialmente descontento porque uno de ellos, Angus (Sessa), es brillante pero
grosero. Junto a Mary (Randolph), la punzante cocinera de Barton, Paul pretenderá
lograr lo mejor de un contexto indeseable.
Este
es pues el octavo largometraje de Payne que cuenta con tantas de sus peculiaridades
—un tono ácido, interlocutores desdichados que traspasan relaciones embarazosas
entre sí— y que podría sorprender el saber que esta es una de las pocas cintas
que no escribió (el guión es del guionista de televisión David Hemingson). Sin
embargo, “The Holdovers” ajusta intachablemente en su obra y brinda muchas complacencias
familiares que no han perdido su vigor.
El
cineasta Payne eternamente ha mimado esa orientación narrativa, marcando las crudezas
apasionadas de individuos que han experimentado zozobra. Esto es fundamentalmente
cierto en el caso del profesor Paul, quien ha ofrecido toda su vida a Barton,
solo para manifestar que tal vez el instituto (y sus habitantes) no abrigan
tanto afecto por él. A la larga es un pues un filme sobre los afectos, que bien
valen la pena tener en cuenta en todo tipo de relaciones. Película que será
nominada a varios premios de la Academia, y que ojalá obtenga algunos. Pues el
asunto está bien competido.
viernes, 15 de diciembre de 2023
Secretos de un escándalo
Este melodrama nos relata la historia de un romance entre Gracie Atherton-Yu y su joven marido Joe, con sus hijos próximos de graduarse en el instituto. Además, sobre Gracie se va a rodar una película. La encargada de personificarla es la actriz Elizabeth Berry (Natalie Portman), quien resuelve pasar un tiempo con la familia de la actriz para intentar entender mejor a Gracie. En este sentido resulta ser “una metida” en todos los asuntos (habidos y por haber) de Gracie (Julianne Moore y posible ganadora del “Oscar”).
Dónde está el secreto del melodrama. “May December”,
creería que resuelve con clase esa idea de “ese reflejo de la realidad y la
realidad de ese reflejo”. Realidad y reflejo (o viceversa) en dos mujeres que
juegan a ser únicas, dentro del imaginario de los espejos [la palabra espejo
viene del latín speculum, que, a su vez, deriva del verbo specio, que significa
mirar como interlocutores]. Entonces, surge la pregunta en ese primer tercio
del filme: hasta qué punto es válido conocer todas las aristas de ese “espejo”
de un personaje que será llevado al cine, donde solo se abarca una parte de su
vida.
Volvemos como respuesta a esa idea de los espejos, en
la puesta en escena y por supuesto en el guion. El
ser humano, desde tiempos antiguos, ha sido consecuente
de la dualidad ficticia de
la realidad en “retratos” por medio de algunos planos reflectantes. Es quizá, por esto que, el espejo ha originado
tanta encanto y hechizo en todas las culturas a través de los tiempos, convirtiéndose
en objeto de enajenamiento y principio de la creación de alguna manera. Y aquí me refiero a
Gracie y Elizabeth, donde dos actrices (o dos mujeres con máscara o sin ella,
por momentos en la entrevista) intentan ser —para ser bien re significadas—,
entendiendo que Elizabeth profundiza más en Gracie el personaje, aludiendo a
otras entrevistas que en el fondo no le interesan —pensaría el espectador.
Si en este contexto de los espejos, se plantean desiguales
significados socioculturales de “las alegorías transparencia/cristal y reflejo/espejo
vistos a través del tiempo, ejemplificados con producciones artísticas que
muestren las semejanzas, diferencias y puntos de
convergencia de las mismas.
De hecho, la misma historia del arte ha sido considerada
tradicionalmente como una
ventana con vista a una estética definida, aunque también se ha planteado la
idea del arte como espejo dentro de un marco que refleja la historia del mundo. Se
plantea, entonces, como punto de partida, la idea del espejo como reflejo del
arte, no en su esencia ilusoria, sino en su capacidad de reconocimiento de la creación
e invención de formas” (Melchior-Bonnet, 1996, p. 135).
Para concluir podemos escribir que el cineasta Todd
Haynes está tan perfectamente obsesionado por esa idea de la alegoría “espejo-entrevista-espejo”
cuando de ahondar en el alma de un personaje in situ [y todo lo que implica] se
trata. Como
ya lo advirtiera Jan Vermeer en su pintura “Ein Mädchen, das einen Brief liest”
(1657) —“Muchacha leyendo una carta”, también conocida como “La lectora”—, el cristal
actúa como creador de reflejos fantasmagóricos, de modelos que brotan detrás de
la pantalla de transparencia.
Haynes, con su sapiencia habitual, utiliza el lenguaje
cinematográfico, para en un segundo plano: ser más rudo, y desde ahí, edificar
una fábula inquietante, anémica, y extenuantemente indefinida sobre el manejo
de las relaciones, la manipulación, esos vestigios del agravio infantil, esa falsedad
feroz del amor sensible, la inmadurez por momentos, y algo que salta a la vista
como intertexto: la ilimitada falta de miramientos de los medios de información.