lunes, 1 de diciembre de 2025

Bugonia

 

El director griego Yorgos Lanthimos, realiza el primer remake de su carrera. “Bugonia” [en referencia al credo antiguo de que las abejas [primeras imágenes de la película que observamos] nacen por generación espontánea de los despojos de los bueyes y que ilustró Virgilio en el libro IV de las Geórgicas). No estamos pues ante una idea original, ni adaptación de la más inclasificable de las novelas y tampoco es una invención del guionista del filme, Efthymis Filippou.

Se trata de literalmente de un remake de la película de culto “Salvar el planeta Tierra” del coreano Jang Joon-hwan, en 2003 (que era una crítica social sobre el poder, la corrupción y el miedo a lo desconocido). De todas formas, sostienen algunos expertos que es 'Bugonia' una de las mejores películas de Yorgos Lanthimos. Dos hombres jóvenes (Jesse Plemons y Aidan Delbis) ciegos de suposiciones conspirativas logran secuestrar a una ejecutiva (Emma Stone) de una multinacional convencidos de que ella es una extraterrestre. Dicho secuestro se convierte en un éxtasis, donde la intimidación verbal y física va en aumento dentro de un sótano de una residencia alicaída donde poseen a la mártir esposada y rapada.

A partir de ahí, el director de 'Pobres criaturas' (2023) acomoda con socarronería asombrosa el actual momento de la vida global de los países (así lo escuchamos y vemos en el filme). Así que todo lo que vemos sucede, por absurdo y feroz que refleje, obedece a un acto litúrgico perverso, pero incuestionable. Creería que la idea es conferir sentido o sinsentido mediante la exposición de argumentaciones más intrínsecas a todo aquello que es o no es. Sí, así es de retorcida esta película donde la anarquía, el enojo y la demencia son sobre todo las dificultades propias de la utopía.

El cine de Yorgos Lanthimos eternamente se ha asentado en la monstruosidad del entorno —más cercano al teatro griego, ese surrealismo en sus primitivas películas—, aunque hoy día, más fino y presuntuoso visualmente, con el uso de la lente (el corazón del cineasta) a su antojo.

Lo peor de esta comedia negra, thriller y ciencia ficción, es sin duda, que sus interlocutores se reconcilian en una imitación de sí mismos, en estereotipos exorbitantemente usados, aunque no impiden cualquier “lectura” en sus respectivas emociones. Una película, pues, discrepante, a saber, alguna que otra brecha de su guion, desplazamientos en el tiempo innecesarios (por lo de las imágenes observadas en blanco y negro), que van en contra de la lógica de alguna ilación de su discurso, puntuales instantes en los que la franqueza de la puesta en escena no desaparece por completo, y una escasa y abusiva utilización de la música extradiegética para dejarnos la idea al final “del fin del mundo”, y volver a la imagen con que empezó el filme: las abejas.