viernes, 14 de junio de 2024

Bad Boys: Ride or Die

 



Regresa Will Smith (léase Mike), fresco como una lechuga y protagonizando la cuarta entrega de “Bad Boys” junto a Marcus (un Martin Lawrence en su punto y parte noble de los avatares de la vida). Hasta 1995, Michael Bay era un perfecto desconocido, pero su carrera como director de acción se catapultó con “Bad Boys” (“Dos policías rebeldes”), película que además, santificó en el género a Will Smith y Martin Lawrence.



La película arranca a lo magnánimo y predice el banquete de acción y refriegas a mansalva. Subidos en un Porsche de infarto y conduciendo a lo loco, los dos policías de Miami que conocemos hace largo rato, llegan tarde a un encuentro muy significativo: la mismísima boda de Mike.

Si bien, la película es más de lo mismo. Era de esperar que su metraje incluyera sucesos con helicópteros, detonaciones, seguimientos y combates y disparos diseñados (que a ratos trascienden regios y a menudo son escuetamente), hay que mostrarse de acuerdo en el derroche de energía. También, su peripecia en la trama no posee por completo de sentido (hay mucho Deus ex machina), y entorpece al espectador la tarea de interesarse en lo que sucede, fundamentalmente por lo que respecta a un manojo de personajes secundarios que no significarán nada (para quienes no recuerden las entregas previas de la saga).

Estamos pues ante la demostración química entre dos actores, y una historia al más puro estilo "buddy cop", como en los clásicos de la famosa “Arma letal”, donde la acción compensa su peso con el humor y el "bromance" entre los dos actores ya aludidos.

“Bad Boys 4” no es una trabajo de enérgico calado sensorial, pero que se apuntala muchísimo en el ambiente donde se desarrolla la acción (una Miami ya conocida)) y en la poco insinuante partitura musical de Lorne Balfe, para forjar una atmósfera no demasiado alejada a la que inundaba a las cintas precedentes.