Siendo breve: más de lo mismo. Un filme flojo que
invita a admirar los efectos visuales y su diseño. Respecto a la trama de la
cinta, Black
Manta, que aún no ha podido vengar la muerte de su predecesor a manos de
Aquaman, sigue empeñado en la tentativa y no se detendrá ante nada para
quitarlo de en medio.
Cargado el guion de Deus ex machina, no hay más
remedio que seguir las acciones de los personajes, conociendo de antemano quién
ganará a quien. Otra sensación que nos queda es la de algunos escenarios ya observados
en otros filmes del género. Esa flotable y poco volátil lienzo mágico de personajes,
locaciones y enfrentamientos, prorrogan un perfil atemporal que no se rompe frente
a una banda sonora, siendo la música la relación motora con la actualidad y
nuestro presente y futuro.
Para el director no es un escueto aderezo gratis, la jerarquía
de la música, es capital para concebir los significados de la película, sin ir
más lejos, todo ese ejercito de personajes bajo el agua haciéndolos armonizar
en un mismo valor de conocimiento y conducta. Por momentos, todo lo observado
bajo el agua, con matices nada sobrenaturales, pero de pronto, un sentido
laberíntico.
Respecto a la fotografía, su director Don Burgess lleva
a cabo un trabajo de iluminación extraordinario. Una luz que sin moverse de un
lado a otro del encuadre circula en el carácter anímica de los protagonistas. Hay
“Aquaman” para rato, lo importante son los guiones que se escriban, y ofrezcan
pareceres bien estimulantes a las intrigas de la trama. Claro que sin llegar a
evocar otras películas (algo bien difícil, pero se puede).
Para concluir este breve análisis, no olvidar el espectador
que el género fantástico tiene muchas cosas imprevisibles. Al respecto González
Requena (2007) afirma: “[…] en el núcleo mismo de la estructura del relato mítico
tiene lugar sucesos no sólo maravillosos, sino también incomprensibles: sucesos
que escapan, por tanto, a toda verosimilitud y a toda previsibilidad —a toda
otra previsibilidad que la que el mito garantizaba con su misma existencia. O
todavía en otros términos: que quiebran todas las hipótesis previsibles, que no
responden a ninguna inferencia razonable distinta de la que el mito mismo funda
con su existencia”. “Aquaman” es un ejemplo de ello.