miércoles, 4 de octubre de 2023

Rebel

 

El largometraje dirigido por los cineastas belgas de origen marroquí Adil El Arbi y Bilall Fallah (“Bad Boys For Life”) cuenta la aterradora historia de dos hermanos radicalizados por el Estado Islámico y de una madre que hará lo que sea para no perder a sus hijos a raíz de una jihad —un esfuerzo personal que debe realizar todo musulmán y en el cual está contemplada una serie de preceptos fundamentales— que no logra concebir. Presentada en el festival de Cannes el año pasado, más allá de la trama de esta historia, nos invita a varias reflexiones ante un tema de nunca acabar.


Si bien la historia se bifurca en tres intereses: la del joven Kamal, el protagonista; Nassim —su hermano pequeño—, y Leila, la madre. Lo primero sería expresar que la cinta nos golpea con un relato que nos empuja al infierno de la guerra de Siria y a las crueldades efectuadas por el Estado Islámico, pero al mismo tiempo, abre a manera de reflector para escrutar los inicios y fundamentos de la radicalización de jóvenes musulmanes en distritos de ciudades europeas como Molenbeek y la odisea de sus familias.

Pero más allá de estas tres maneras de enfocar una historia no tan familiar para nosotros los occidentales, los cineastas sin reducir tiempo por un lado (filme de largo metraje), y apurando un poco más otros eventos trágicos por el otro, pareciesen hallar un equilibrio más que satisfactorio en lo elíptico y conductual, aunque el filme plantea una verdad que duele.

Intentar provocar a todos los espectadores desde una cierta distancia (no olvidar que el filme está dividido en actos) una guerra, no es fácil. No obstante, en el tercer acto —a manera de solución de todo lo que se nos cuenta—, no es otra cosa que el encuentro entre el afecto y el aborrecimiento. Y la madre de los dos hermanos apura este “viaje” que logra ser un turbulento recorrido por la trastienda de lo que no anhelamos saber, y sobre lo que sobreviene en inconvenientes que no están tan lejanos de nuestra propia vida.

Estamos ante una buena, honesta y muy interesante película que propicia la reflexión. Pero al mismo tiempo, estamos ante una serie de imágenes que “se las idea” para convertir un tema en una representación (si bien, cabría otro vocablo) de atinados referendos de presentación visual, logrando ser asimismo, una ineludible señal de alarma y una denuncia. ¡Ah! Y un epílogo para que usted lo observe —no se lo diré, por supuesto.