martes, 10 de octubre de 2023

Bem-Vinda, Violeta!

 


Cuando Ana (la actriz de “Avenida Brasil”, Débora Falabella) arriba a un laboratorio de escritura situado en la Cordillera de los Andes, lo hace con el interés de poder perfeccionar la novela que acaparó su vida, una obra afanosa titulada Violeta.  Y si bien, este es la simple y sencilla idea del filme del director brasilero Fernando Fraiha, basada en la novela “Cordilheira” de Daniel Galera, al final sentimos un tono de thriller que eleva la cinta a una buena película.



Pero también resulta interesante a lo largo del metraje, como los demás escritores reunidos frente al maestro Holden (Darío Grandinetti) conectan entre sus propias historias que están escribiendo. Pero no es un simple “conectar”. Ante la frase escuchada en el filme: “Que la vida sea tan real como lo son nuestras ficciones”, es lo que hace que nos preguntemos a la larga que es lo que escribimos (cuando lo hacemos).

Pero también es una propuesta de cómo escribir no es una simple actitud de sentarme a escribir. La escritura como la vida misma es un largo camino por recorrer (aunque para otros sea corta) donde la vida es tan real como nuestras ficciones. Qué lo aceptemos o no, no depende de nada, o a lo mejor depende de las verdades y mentiras que siempre están rondando en nuestro cerebro.

Esto podría ser las emociones que nos de esta película, bien dirigida, aunque un guion por momentos terco en las consideraciones de un falso destino o de nuestras propias decisiones. Intentar explicar cuál es el punto neurálgico de esta situación (bien explicado a través de la imagen de los protagonistas del filme), ya que se haya en el propio camino a recorrer por los interlocutores.

Al final, pues como todo final. Siempre hay formas de poner punto final a nuestras propias ideas y planeamientos de la vida misma y cómo la hemos vivido. En este sentido recuerdo a Descartes: “los malos libros provocan malas costumbres y las malas costumbres provocan buenos libros”. Todo depende de la vida que hemos vivido.