Siempre
me ha fascinado la literatura de Agatha Christie y en cine sus obras han sido
resueltas casi todas de forma acertada. En esta oportunidad bien podríamos
enunciar lo mismo, aunque en el cine —eso sí—, los finales no deben resultar
tan fulleros e inverosímiles, pues el espectador se siente estafado.
A
pesar de todo, una vez observada la película, a uno le queda el grato sabor de
un Charles Laughton preciso y un guión bien escrito. No obstante, la lección
que deja este film bien realizado y con una alta calificación, es que nunca se
debe escribir un guión sin conocer el final (recomendación del maestro del
suspenso).
De
todas formas, pienso que la gran obra maestra de Wilde sigue siendo “Con faldas
y a lo loco”. Un poco sobrevalorada “Testigo de cargo”, pienso ha subido muchos
escalones en su calificación, gracias a que, en clave de drama judicial: Nada
es lo que parece. Esta es la idea madre de una película que tiene el factor de
transitar por momentos, entre la comedia y el thriller, reafirmando
precisamente eso: ¡Nada es lo que parece!
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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