He
tenido la oportunidad de ver toda la saga de “Terminator” (seis episodios) y
pienso que esta es la mejor de todas y por muchas razones. Entendiendo que
desde el comienzo hasta el último minuto posee una acción trepidante (y hasta a
veces inverosímil), el filme recrea a través de la persecución que las
obsesiones a veces no siempre funcionan, sobre todo cuando la finalidad es la
de hacer el mal.
No
debemos olvidar que esta es una cinta más para el entretenimiento. Que esta
franquicia inaugurada en 1984, tuvo sus altibajos. “Terminator:
La rebelión de las máquinas” (Jonathan Mostow, 2003), “Terminator Salvation”
(McG, 2009) y “Terminator: Génesis” (Alan Taylor, 2015), con retrospecciones de
la acción que permitían evocar momentos claves del pasado y un personaje como
Sarah Connor; lograban un plausible esparcimiento que pugnaba por mantener
abiertos nuevos caminos en su mitología como tal.
Es
de agradecer, por lo tanto, que el cineasta James Cameron resolviera darles una
nueva oportunidad a sus personajes, erigiendo una nueva entrega de la saga que funciona
como secuela directa, sobre todo, de los dos títulos dirigidos por él, y que
sin lugar a dudas pueden formar parte de alguna antología del cine fantástico.
Volviendo
al filme, no es una tarea fácil tanta acción sin que canse, y
no lo es justamente porque a primera vista la trama no es para nada enrevesada.
Los personajes (todos reconocibles ante los ojos del espectador) y por
supuesto, muy a propósito arquetípicos. La beldad andrógina de Grace (Mackenzie
Davis) y la excelente caracterización que la actriz ya había demostrado —otro
rol biónico, en “Blade Runner 2049” (Denis Villeneuve, 2017) —, resulta ser el primer
y decisivo ángulo de esas mujeres fuertes que imprimen el protagonismo de la
cinta.
Respecto
a la chica colombiana que actúa (Natalia Reyes) luce muy creíble en su roll,
vaticinándole muchos éxitos en el Hollywood al que muchos no llegaron. Un
personaje con carisma latino y una expresividad en su rostro en los momentos
más fulgurantes del filme, que le darán la oportunidad de continuar por la
senda de la buena actuación.
Evocando
la fotografía del filme —acorde al universo distópico—; la música y la ausencia
de algún buen gag para descansar de tanta aprehensión, surge la pregunta:
¿Falta algo en su conexión con determinados espectadores? No, y además, el
regreso de Schwarzenegger y esta vez como un T-800 —envejecido y libre de sus
crímenes del pasado—, es bien recibido.
Sinceramente
soy de los que pienso que no. Ya estamos —y existimos— cinematográficamente
hablando a que cierto tipo de thrillers que albergue semejante cóctel de
acción. El filme que nos ocupa, no nos sorprende desde el primer momento y
sigue hasta el final sin necesidad de los abruptos giros de guion que hemos
aprendido a observar en esta clase de relatos que comienza, valga la acotación:
con una Grace, una híbrido de cyborg y humano.
Se
puede concluir pues, que “Terminator: Destino oscuro” cumple las expectativas
del espectador más desenfadado ya que todos tenemos presentes el “I’ll be
back”, el “Sayonara Baby”, las secuencias de acción, los efectos especiales y
por supuesto Sarah Connor y su hijo.
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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