Un
grupo de strippers que les dan “palo” a los habitantes de Wall Street, es la
premisa fundamental de este filme, basado en un artículo periodístico. Un filme
que no despierta (al menos en este servidor) expectativa alguna.
De
manera que este grupo de chicas (multiétnico) con toda la perorata de alcohol,
coca y con buena plata entre sus “bragas”, son las aves de rapiña para todos
los poderosos, usureros e insolentes que habitan Wall Street (no hay que sentir
piedad por ellos amigo lector). Con una estética de
cine light a la larga, se suceden una serie de escenas de bailes y cócteles en
clubes de strippers, sin sorpresa alguna, a pesar de las vicisitudes de ellas observadas en la primera mitad de la cinta.
Dos
(o tres) ideas muy disímiles para un solo hilo conductor: un baile que por
intención (¿bailar simplemente?) que no se impugna —a unas parias— sin que se
evoque a Dora Ángela Duncan alguna y sin depender del tiempo y espacio, aunque
la coreografía en un primer momento, es ese motor a la experiencia vital de cada una
de estas mujeres.
El
otro símbolo podría ser “la coreografía” dentro y fuera de sus cuerpos. Es
decir, la fascinación que siente —por ejemplo— el personaje de Jennifer López por
su condición, en una metáfora que va desde el carácter sutil de la chica de la
vida fácil, hasta lo figuradamente rudo de su vida real.
Película
pues que a pesar de las madrigueras de la realidad de algunas mujeres en Wall
Street, ha apelado al propio acto de creación artística de ese tipo de mujeres,
para explicar algo nada sencillo como ser a la larga unas timadoras sin desenfreno
alguno. ¡Qué no se repita la historia!
Gonzalo
Restrepo Sánchez
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