miércoles, 30 de octubre de 2019

Maleficent: Mistress of Evil



De gran impacto visual, esta cinta recrea todos los conceptos y estructura del guion cinematográfico archi conocido para levantar el interés de los jóvenes y niños. Film nada desdeñable desde este punto de vista y el espectáculo que suscita.


Han pasado cinco años desde que Angelina Jolie tomó el roll de Maléfica, reinventando a una villana bien refinada, evocando de alguna manera la mujer deshonesta del clásico de la “Bella Durmiente” de Disney para toda una nueva generación. Su continuación en “Maleficent: Mistress of Evil”, es un  ensayo definitivo —más allá de una inspiración de cuento de hadas— sobre el bien y el mal, y, traer sobre todo nuevos personajes convincentes, aunque de pronto el relato en sí tiene altibajos en su ritmo.

El director Joachim Rønning tiene un “touch of class” cuando trata de visualizar estos mundos casi inimaginables de Maléfica, a través de los nidos subterráneos de Dark Fae y, hacia los cielos sobre el majestuoso castillo de Ingrith. Donde la película  adquiere de todas formas más interés, puede ser en ese cuento de hadas que mora en la historia, a veces imaginable.

De todas formas, una historia hilada —al fin y al cabo—, a partir de invariables referencias visuales, sobre todo: el palpitar del corazón ante un entorno oscuro, que se da a un cierto espíritu animista y que, si lo tomamos literalmente, termina por asociar la relación entre Maléfica y Aurora con un estricto «misterio» cósmico.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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