Solo Stanley Kubrick
(1928-1999), podía convertir en imágenes una fábula tan complicada como esta,
basada en el texto: “El centinela”, de Arthur C. Clark, quien ayudaría en la
creación del guion de la cinta. Aunque el preestreno de la cinta fue el 2 de
abril de 1968 en Washington, en Nueva York fue un día después. Algunos meses
más tarde, fue galardonada con el “Oscar” a los mejores efectos visuales y 3
BAFTA (mejor fotografía, mejor sonido y mejor diseño de producción).
Ya es un ícono (de
visión obligada en las escuelas de cine) y en la historia del cine la secuencia
en la que un grupo de homínidos descubre una fascinante piedra de color negro
perfectamente pulida que se convertirá en uno de los grandes enigmas del filme.
Supuestamente, no ocurre nada, pero uno de los homínidos descubre que un hueso
es algo más que una cosa recubierta de carne. Así, pasa a tener una herramienta
que asimismo sirve para matar (en un salto evolutivo con mucho dramatismo).
Además, todo ocurre
acompañado de la música del poema sinfónico de Richard Strauss, “Así habló
Zaratustra”, a su vez, obra capital del filósofo alemán Friedrich Nietzsche.
Dicha idea, basada en la evolución del mono al "superhombre", con el
hombre como nexo casi antagónico entre ambos, es el elemento particular del
filme. Por ello, ese homínido lanza al aire el hueso y tiene lugar entonces lo
que los críticos han denominado “la más grande elipsis narrativa de la historia
del cine”: un salto de 4 millones de años que nos traslada a 1999, a una nave
espacial que viaja de la Tierra a la Luna y hace escala en una estación
espacial.
El festival de cine de
Cannes presentará este año un homenaje a esta película en una copia nueva de 70
mm conforme a versión original. La copia que será
proyectada es una recreación fotoquímica de la película e incluirá nuevos
elementos sin retoques digitales retomados del negativo original. Christopher
Nolan trabajó estrechamente con el equipo de Warner Bros. Pictures durante todo
el proceso de masterización de esta copia.
El 12 de mayo, en el
marco del Festival de Cannes, se realizará la función especial de 2001: Odisea
del espacio y contará con la presencia de Katharina Kubrick. Por otro lado,
Christopher Nolan ofrecerá una clase magistral el 13 de mayo donde hablará de
su filmografía y su fascinación por el trabajo de Kubrick.
“Con 2001: Odisea del
espacio, el director Stanley Kubrick redefinió los límites del cine y consolidó
su legado como uno de los directores de cine más revolucionarios e influyentes
de todos los tiempos. Originalmente lanzado en formato de 70mm Cinerama
Roadshow el 3 de abril de 1968, la película encendió la imaginación de críticos
y audiencias por igual y su impacto continúa resonando hasta el día de hoy”.
En fin, la película En
sí es una función en tres actos, cada cual más subyugante e iluminado, hecha
desde una inspiración admirable (no se volvió a hacer una película tan audaz
antes de la era digital), pero sublimada hasta la integridad, lo que hace que
sea un filme grandioso, donde nada sobra (o hace falta) para lograr un
espectáculo fascinante y hasta misterioso.
Es cine en estado puro.
Pese a su extenso metraje, sin lugar a dudas, son las imágenes lo que le da
toda su fuerza ante el escaso diálogo escuchado en la cinta. A todo esto,
súmele unos efectos especiales (imaginados por el propio Kubrick y Douglas
Trumbull, que también fotografiaría y haría los efectos de “Blade Runner”).
A partir de esta
película, todo sería una alucinación en la mente del director. No en vano, la
segunda parte de la carrera de Kubrick inicia con esta película, y las cinco
cintas que dirigió después de ella (son más o menos, una variación temática,
pero con la misma estructura: dividida en tres actos muy diferenciados, con intérpretes
poco elaborados, más centrado el relato en la conquista de un mundo en el que
Kubrick se abrigaba más placentero). Pero en ninguno más cómodo que en ‘2001’.