Una historia
norteamericana auténtica y profunda. Un cine independiente cada vez más a tener
en cuenta. Sin que sea una exageración, estas tres premisas marcan la idea de
este cine bien interesante que nos permite a través de su cineasta Sam Baker y
de una la amistad entre unos niños, advertir (a través de una cámara firme), la
desesperación y dulzura de los seres humanos (etiquetados como disfuncionales).
La película que se
inicia con una burda travesura de unos niños, resulta ser una situación
"normal" y clara cuando de seres que van por el camino de la pobreza,
no dejan de abordar a una sociedad y vida desatinada. Visto así el asunto, de
pronto, en una lectura más profunda: la vida de Halley y de los niños observada
en la trama, nos remite a la idea de la sociopatía para el siglo XXI. Muy
acorde a lo que nos depara el futuro no tan lejano cuando de marginalidad se
trata.
Ya Baker se obligaba —con
su reclamo hace dos años— con la película
"Tangerine ", una cinta independiente que filmó toda con una
cámara para iPhone, y que contaba la historia visceral de una prostituta
transgénero en Los Ángeles. Respecto a la cinta que hoy nos ocupa y en otro
orden de ideas, un actor como Willem Dafoe está extraordinario en el papel de
Bobby y no lo descartemos para los próximos premios del cine norteamericano.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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