Si bien el novel
cineasta Gracey (a lo mejor) sobredimensiona algunas canciones pop, la película
es gratificante y de gran poder de seducción en clave de musical que nos cuenta
la vida de Phineas Taylor Barnum
(1810-1891), un empresario circense estadounidense que fundó el "Ringling
Bros. And Barnum & Bailey Circus" (al convertir la exhibición de genuinas
rarezas humanas en interés al espectador), acreditado como "el mayor
espectáculo en la tierra".
Dos aspectos
importantes en esta película: primero la superación y segundo punto la creación.
Con base en esto, la superación es un aspecto importante que se expresa a
través del deseo de Barnum (un Hugh Jackman, a tono de un personaje en busca de
sus sueños), sembrando sus ideas a lo visual, diseñando un eficaz show cargado
de buen ritmo.
Y por supuesto la
creación. Alguien decía que creación es contradecir lo establecido. Y en este
caso (el siglo XIX) se tenía que imaginar más allá de lo pensable, para un público
díscolo. Historia pues para todos los públicos con la abstracción que todos los radiantes números musicales se
convierten en elementos de fascinación (un show-stoppers) ante los ojos de unos
espectadores que desean ser embelesados.
Reflexión final: Todos deberíamos
ser un buscavidas (nada ofensivo) de nuestras propias ideas y que ansía no
dejar de ser feliz.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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