Esta magistral película armenia en clave de comedia, aparte de señalar (sin acento alguno) la idiosincrasia de una aldea caucásica, bien lejana para Occidente, nos relata de forma perfecta y en timing acertado, las relaciones de uno seres humanos, cuya única razón de existir, es vivir sin apariencias, pues la pobreza les inunda.
Con ausencia de diálogos excesivos, y, una puesta en escena sencilla, ante la sencillez de quienes habitan un mundo gélido, la película llega al pathos, pues bien pronto nos identificamos sobre las necesidades y deseos de todo aquel, que en medio de muchas necesidades materiales, ofrece una ilusión por vivir siempre acompañado, aunque todo sea por un momento. Instante de un habitante del planeta, que no creo que difiera mucho de de aquellos quienes viven en las grandes capitales.
Si por algo gusta esta película es precisamente por la sencillez en todo lo que compete a la experiencia cinematográfica. Además, el valor acusmático de la música original de Michel Korb y Roustam Sadoyan, que si bien ofrece composiciones que trasmiten sentimientos de soledad, añade algunas melodías tradicionales armenias. Además, Incluye dos canciones: "Tombe la niege", de Salvatore Adamo, y "La Lettre", de Klavdia Chouljenko.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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