jueves, 4 de julio de 2013
EL DIABLO SE VISTE DE PRADA
Esta película, independientemente del tema de la moda y sus falsas apariencias ("Sólo las personas superficiales no juzgan por sus apariencias", sentenció Oscar Wilde), amén del excelente trabajo de Meryl Streep y Anne Hathaway; también podemos hacer una profunda reflexión sobre la comunicación en las organizaciones.
Y fundamentalmente de eso trata este film en su lectura más profunda. Una lección sobre el marketing de emociones y la excelencia del trabajo, aunque tengamos un ogro como jefe inmediato. Historia pues, que amén de estar ambientada en New York y París, las decisiones finales en lo organizacional y personal, siempre obedece a nuestro interior.
Unos siguen su mismo rumbo (Miranda en el film) y otros hacen un giro (Andrea en la cinta), cada uno encontrará en su devenir de la vida sus propias respuestas a sus inquietudes más allá de lo trascendental.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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