Jairo Barrios como Martín, en "El regreso" |
Mirándose a lontananza,
el primer corto metraje que realizó Gonzalo Restrepo Sánchez una vez regresó de
Europa (Madrid), donde estudió cine, y ya tenía un premio nacional como
guionista (“El vagabundo”, 1979), fue el film “El regreso” (1986). Un proyecto apoyado por
la facultad de Comunicación Social, de la Universidad Autónoma del Caribe, Barranquilla,
Colombia; para la cátedra de cine que entonces impartía.
Siempre en una relación directa con el medio metraje, y, una especie de genealogía estética de la imagen con un marco receptivo y afín a las de las salas de cine; el cineasta tuvo el apoyo de los estudiantes
en las diferentes áreas de producción, y destacando el roll principal de Jairo
Barrios como el pescador Martín. Además, figuran Mireya de Marenco y Patricia
Ortega entre otros.
El film sin muchas
pretensiones, imparte la idea de lo inconcluso —algo que caracteriza su
filmografía y los cuentos de sus recientes libros: "El amor que se sale del sendero" y "Crítico de cine desempleado busca trabajo"—. Y es que tomando el cuento
homónimo de Guy de Maupassant, el film “El regreso”, a nivel de psicología y de narrativa, tiene unidad y verosimilitud.
Además, deja la moraleja sobre los
guiños, en el sentido de las vueltas que da la vida, de una mujer que creía que
su esposo había sido tragado por el mar. En su momento, fue un corto que “estuvo
en el Festival de cine de La Habana, ese mismo año, además de haberse pasado
por televisión”, según manifestó entonces, Luis Rafael Ceballos, director del
área de televisión por aquel entonces.
Katherine Escobar (Brenda) en "Una temporada en el infierno" (2013) Foto Leonardo Peñaranda |
Y dejando por un instante
sus demás trabajos en cine, la televisión ("Casos de la vida real") y libros; saltamos a “Una temporada en
el infierno” (2013), que es un “remake” (Gonzalo Restrepo realizó en 1994 su primera
versión con la destacada actriz Martha Liliana Ruíz y otros actores ocasionales de la
ciudad de Barranquilla), y podemos analizar cómo la cinta diseña en su discurso,
la vida de los personajes como si fuera la vida de los otros. Esta es la grande
tendencia del cineasta, donde las vivencias de sus personajes, no tienen necesidad
de condenar ni justificar sus actos. Ni de señalar culpables, sino, de pronto,
todo lo contrario: reflexionar sobre las historias que sustentan cada
coincidencia, que, sin asumir conciencia alguna de ello, rechazan jornada tras jornada. Que el marido de una mujer, después de darlo por muerto, regrese al hogar en “El regreso” o,
el encuentro real (no onírico) de Brenda con Semíramis, cuando (al final de la cinta) se sube al
automóvil de un amigo en “Una temporada en el infierno”.
"Pacho" Gaviria director del fotografía con Gonzalo Restrepo S. Foto: Leornardo peñaranda |
Y es que en ambos
films, con una cámara frente a seres humanos, sean actores profesionales o no, entre otras cosas, esbozan una poética, si bien no tan particular, sí basada en las fantasmagorías, apariciones y desapariciones. Además, se simplifican los
imaginarios amorosos y objetos del deseo sin subterfugio alguno (igual se puede señalar sobre su cortometraje
“Una misa de gallo”, 1993, con la actriz barraquillera Maribel Abello).
En su reciente film “plantea a través
de la tentación de un demonio femenino, posiblemente ¿Igaret? (una buena
actuación de Sherlly Herrera), el que una mujer tenga como objeto del deseo a
otra mujer llamada Semíramis (Lorena Pinedo). Así que esta sencilla idea y nada
novedosa en el cine, y con la ausencia de escenas cargadas de algún tipo de
erotismo, la trama deviene entre la inocencia y las ganas de ser mujer”.
Omar Raad Raad
Realizador audiovisual