Al precisar en primera instancia es que esta nueva versión de "Superman", es que algunas anteriores dejaron “la vara bien alta”, esta versión del siglo XXI no desmerita en nada a la saga, antes, por el contrario, deja la sensación de que estamos ante un buen filme y un director que se esmera por satisfacer todos esos mitos del hombre de acero. Y si hay algo que le da brillo a su quehacer es Lex Luthor (Nicholas Hoult), el personaje excelentemente caracterizado por su perversión en esta entrega.
Si bien, pudiéramos empezar señalando cierto distanciamiento al argüir que
estamos ante unos héroes esplendorosos (prototipos y clichés), cuentos
sencillos, escenas de acción establecidas por equipos de postproducción con
ayuda de IA generativas, valores estadounidenses ataviados de universales, y un
sentido de la justicia paternalista que ampara un intervencionismo específico.
Superman se aparta aquí del tono mesiánico: deja de ser un dios angustiado y
sombrío, como en otros tiempos, para hacerse mortal, aunque, sea un alienígena
—en vínculo directo con los cómics que le proveyeron fama.
Con una gran Lois Lane (Rachel Brosnahan). Este nuevo Superman (con el
encanto de David Corenswet), es un hombre bonachón y a la larga del campo (por
lo de sus padres), nada desolado, pero algo irónico y una época que no
revertirá. Y con un tenue fondo de parodia de sí mismo, afectuoso y cercano
como aquel Superman de Christopher Reeve, y con Richard Donner como director y
música de John Willians, ya saben. Este nuevo Superman igualmente se nos hará
cordial y expresivo.
En lo estrictamente cinematográfico. Aquí tenemos una disposición típica de
su director James Gunn: para los interiores, luces bajas, profundidad de campo,
distancia entre el sujeto y el fondo —y debe serlo por la suntuosidad de ese
habitus—. Cualquiera de aquellas zonas, sobre todo con poca luz o de ángulos
ocultos sería una agraciada iniciativa para que apareciesen todos los “malos”.
Pero, para los planos exteriores: toda la luz y con un componente quizá de
comedia negra, que llega del combate brutal entre la maquinación digital y la
violencia real.
Todo lo que advertimos y observamos es ¿el curso del argumento? El universo
digital ya no es una invención tecnológica por la que pueden ingresar
visitantes de un espacio a otro; es un paradigma que ha transfigurado al mundo
real. Lo que percibimos aquí es un todo un universo desvelado en plena aurora,
con un aire de líneas futuristas en decoración, interiorismo, diseño gráfico
arquitectura. El filme “Superman” (2025) nos cae simpático, y de la misma
manera complaciente cuando observamos a ese perrito de capa roja como
Krypto.