El cine no es ya un evento de expresión de un único autor y además, aunque se admita la categoría de cine como arte, sostienen los teóricos que el arte ya no está categorizado por arriba de la cultura de masas, sino que es un escueto producto social de ellos. Ahora, no es que no haya autores como tal, pero es cada vez más discutible. Lo que sí es cierto, es que, no existe una “realidad” externa objetiva, sino más bien “escalas de realidad”.
Y lo anterior queda así escrito casi que de forma
concluyente. Cuando la primera escena del filme empieza con un atardecer y un
trasbordador rudimentario sobre un río que avanza al otro lado, y sobre el piso
vemos una cabeza cortada de vaca, no sabemos qué ocurre, pero es la entrada a
un cosmos con su signo. “[…] visible este universo con su propio ritmo, lento
como si estuviera atrapado en el tiempo, lleno de misterios y de una magia e
historias que solo el que vive ahí puede dimensionar” —sostiene el joven director
colombiano.
Así que “Positivo negativo” es un documental dirigido
por el barranquillero David Aguilera Cogollo, y como caribeño, decide tomar una
historia ambientada en su región. La cinta rodada en el corregimiento de
Nariño, municipio de Lorica, en el margen izquierdo del río Sinú, es el lugar
apetecido —de donde es oriunda su madre y su abuelo— para contar “su historia”.
Y es que el cineasta en su esencia natural, relata la vida de un extraño interlocutor
llamado Ángel—un gran amigo del abuelo del cineasta y bastante conocido en la
aldea—, de quien se dice que tiene un pacto con satanás (al igual que muchos
personajes del Caribe colombiano).
Con base pues en la exposición más elemental sobre el
argumento, el filme no obstante, involucra otras ideas como los rituales —el
del tronco del árbol que observamos, etc. —, llevándonos a plantear por un momento
estas costumbres en un país como Colombia. Al respecto, el historiador
colombiano Javier Ocampo López en su libro “Supersticiones y agüeros colombianos”
afirma que Colombia es un país muy rico en supersticiones, agüeros, presagios,
sortilegios y todo tipo de creencias populares mágicas.
En otros asuntos estrictamente cinematográficos, los
planos generales son supes largos —a lo del cineasta Carlos Reygadas—. Y es una
tendencia ya observada en otros cineastas colombianos. Si “Positivo negativo”
propone de pronto, la sensación de que nada grave sucede en pantalla (cargada
eso sí de valores acusmáticos). Sin embargo, acontece todo ante los ojos del
espectador. En este sentido quiero aludir que existe una manera sutil, e
incluso insurrecta de entender la imagen, situándonos en la piel de este viaje
a lo mejor extraño del protagonista.
En ningún momento Aguilera Collogo apela a coartadas
dramáticas o acentuadas que busquen la opción más fácil. Todo se aprecia
natural y legítimo, y por eso consentimos incluso, comportamientos
perfectamente humanos —la escena del cuerpo femenino blanco y del negro varón,
ambos desnudos y unidos frente a frente como un ritual de posesión— y que
ayudan a adjetivar aún más el particular mundo interior de Ángel.
Cuando escuchamos en la película y parafraseando la
frase de que “alma que es peligrosa, habla poco pero dice”, una vez más
reafirma el tono de una película (favorecido por la iluminación de Samuel
Moreno), y sobre todo, prepondera un personaje
como el señor Ángel, de
rostro impenetrable y reservado; reconociendo —y hay que expresarlo— el gran acierto de Aguilera en haber sabido reconocer el
talento desbordante de este actor natural, limitándose a poner su cámara
delante de él, para dejar que ese halo de misterio fluya solo, de carácter
natural y casi portentoso. Y es que todo lo que la película cuenta resulta vistosamente
real, haciendo que nos “creamos” lo que estamos observando.
Una película con puntos y comas. Y una vez más,
estamos ante ese denominado cine de autor, aunque la puesta en escena es
natural.
“Los personajes ya no son
héroes como en el cine clásico, ni personas del común como en el cine moderno,
son anti-héroes en el cine posmoderno, casi podría tratarse de las historias
acerca de los antagonistas como protagonistas” (Correa, 2014, p.18).