viernes, 9 de agosto de 2019

CINE COLOMBIANO: MONOS



El filme “Monos” de Alejandro Landes (“Porfirio”), sin apostar por el bien o el mal, es una historia en clave de thriller que plantea a través de unos niños soldados, sus rehenes y sus fuerzas: dejar a consideración del espectador unos héroes como víctimas y, otros como villanos. Asimismo la historia deja un claro eco sobre las sociedades secretas.

Y desde este punto de vista, el filme de Landes señala con cámara firme lo que esto representa en casi todos los órdenes de la sociedad y la vida del ser humano. La colectividades secretas para algunos investigadores nacen de la necesidad que tenían brujos, magos y hechiceros prehistóricos de proteger en secreto sus prácticas y sus rituales,  al mismo tiempo que los compartían con sus alumnos o sucesores en secreto sus prácticas y sus rituales.

“Männerbunde es el término germano que se utiliza para referirse a cierto tipo de organización secreta, una especie de hermandad compuesta tan solo de hombres (guerreros y cazadores) que ha existido desde los orígenes de la humanidad y que se mantuvo viva, con ligeras variantes, hasta la época del nazismo”. Muchas novelas hacen eco a esta temática (“El círculo mágico”, Matilde Asensi en “El último Catón”, Umberto Eco en “El péndulo de Foucault”) y el cine por supuesto no se queda atrás.
De manera que “Monos” abarca todo el contexto de esas sociedades secretas. Hay una necesidad en este tipo de búsqueda por dar imagen a todo, sin que esto implique un acecho a lo desconocido. Los principios que motivan esta línea, es pues la pretensión de, a través de filmar ese cosmos, luchas sin sentido y que solo pueden acarrear una mayor destrucción.

Además de señalar, catalogar un paisaje o un rostro en la cámara (cualquiera de los observados en el filme), es sin lugar a dudas, dotarlos de laberintos. Aquello nunca filmado, si se revela con ingenio, es capaz de amplificar los límites de lo que deliberamos visible y audible, sin dar un paso fuera de nosotros, sin abandonarnos.

Landes aspira a ser ecuánime, sin ser pomposo y ligero, como si no pretendiera perturbar la realidad con su cámara. No es pues una muestra de un cine violento, pero sí a su vez, mucho más perspicaz para captar los detalles de las relaciones humanas que, aunque apenas acontecen entre un grupo de personas muy jóvenes, de pronto ilustran las experiencias diferenciadas y los matices que patentizan el crisol de formas que tienen las personas de vivir sus realidades.

Gonzalo Restrepo Sánchez

domingo, 4 de agosto de 2019

King of Thieves



Esta cinta es un filme denominado Heist movie (película de robo o película de caper es un subgénero de películas de crimen) eficaz, con apuntes de comedia, Marsh, el director de la cinta, no sale bien librado de esta negrísima crónica criminal, que los cineastas británicos siempre han sabido retratar.


Pero si por algo hay que visionar esta esta cinta, es por fuerza y gracia de los actores encabezados por Caine, Courtenay, Broadbent, Gambon y Winstone. Así que esta banda en busca de su último gran golpe, evoca al final los sinsabores de otros de tal astilla (por sus actos los recordaréis).

De todas formas, algo le sucede al guion que por momentos pierde el interés de los actores de estos cuatro ladronzuelos reunidos para dar su última cátedra al respecto. Así que es una historia que divide las opiniones de la crítica: buena por las actuaciones, mala por su desarrollo en la intriga principal.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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Fast & Furious Presents: Hobbs & Shaw



Este bluckbuster tiene una acción trepidante que lo mantiene con el interés solamente de las maromas de unos protagonistas que pretenden convencer con sus ideales. De todas formas, un filme de entretenimiento para eso: estar entretenido un momento en una sala de cine.


Si bien los autos siguen teniendo su importancia (desde los primeros filmes de la franquicia), en esta ocasión se impone salvar el mundo ante la intimidación del malvado de turno encarnado en Idris Elba, siendo un enemigo duro de roer.

Pero algunas cosas para salvar este filme, y no ceñirme a otros aspectos quizá más relevantes del análisis textual de un filme. Primero: las persecuciones, mejor que mejor. Esta sexta película de la franquicia se convierte en clave: en primer lugar, porque Dwayne Johnson —adversario en la quinta entrega—, termina uniendo sus fuerzas a Toretto y los suyos.

Además, en la escena post-créditos descubrimos la definitiva incorporación: Jason Statham. Filme pues sin grandes logros en los cinematográfico (de pronto la música) y mucha adrenalina y excelentes locaciones. ¡Para la taquilla, claro!

Gonzalo Restrepo Sánchez
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lunes, 29 de julio de 2019

CINE COLOMBIANO: "LOS SILENCIOS"



Esta historia ambientada en  la Isla de la Fantasía, una pequeña isla ubicada en la frontera entre Colombia, Brasil y Perú, plantea el tema de los desplazados de Colombia. Y es que el acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC para asimilar el efecto que el conflicto armado tiene en familias inocentes, inquieta en un drama alejado de la marginalidad y la exclusión social.


Si bien la cineasta Seigner realiza un filme sobre cómo pugnar honestamente con la pérdida de un ser querido e igualmente sobre la nada fácil idea de perdonar —algo difícil en el ser humano—. Aun así, Seigner cuida no presentar estos puntos reflexivos, emotivos, aunque mostrados con gran riqueza audiovisual y de manera muy explícita. Y es que a la hora de hablar del conflicto y plantear los problemas burocráticos de los desplazados, siempre habrá muchos fantasmas por descubrir.

La película en un tono —con algo de realismo mágico— tolerable y que conmueve por momentos, plantea a través de sus protagonistas la esperanza de iniciar un nuevo mundo gobernado por valores e ideas democráticas en los que no sea forzoso luchar por lograr una dignidad, y donde la aptitud dé paso a la fraternidad. Aunque resulte una reflexión cándida, podría ser considerada una muestra de vivir en paz con uno mismo y los demás.

Los protagonistas (entre ellos la niña)  terminan por rendirse al nada ilusorio universo que se abre frente a ellos. En el fondo, han encontrado la tranquilidad que se anhela entre tanta violencia. Un “compañero” —el sosiego— para poder mantener una conversación agradable con uno mismo y comenzar un negocio idealista. La idea de utilizar el deseo del trabajo y superación en una civilización utópica —alejada de la barbarie—, genera unos personajes creíbles y una historia para nada lacrimógena y con los tips propios de ese cine latinoamericano de la pobreza y exclusión social, aunque la película no acentúa la abyección como idea central.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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sábado, 27 de julio de 2019

Here and Now



Un log line como Vivienne (Sarah Jessica Parker en un excelente roll), una cantante de jazz neoyorkina, recibe un nefasto diagnóstico para su salud", podría ser todo para entender lo que deviene en la vida de este ser humano. Sin embargo, con cierto matiz emocional a este híbrido de musical, drama y romance, permite al menos estar atento frente a la pantalla.

Actualizando la idea del filme “Cléo 5 a 7” (1962), un clásico de Agnès Varda, la película utiliza la inmortalidad de la música en una mujer que va a fallecer. Esta propuesta antagónica permite evaluar que la vida a la larga no es nada por muy heroína que el personaje pueda ser ("Ha veces siento que la mente se me hace polvo", dice la letra de una canción). Historia pues cargada de una premisa fundamental: ¿existe un mínimo espacio de luz entre el miedo a una determinación y el escenario de un veredicto de muerte?  
La guionista Laura Eason ("House of Cards") parece ser que toma prestada la estructura básica de Varda y realiza un guion aceptable donde todos los encuentros al azar (o no) que se observan, sirven para modular y/o las opciones melodramáticas de la cinta.
Gonzalo Restrepo Sánchez




miércoles, 24 de julio de 2019

The Lion King



Excelente filme que suscita todos los mejores comentarios. Es evidente que las nuevas tecnologías en el cine, hacen de este tipo de cine algo verdaderamente magistral. Este híbrido de drama, aventura y musical en comparación con el filme original, mantiene no solo los mismos niveles de calidad y cinematografía, sino que lo supera.


Y asimismo porque una gran cantidad de talentos pactaron prestar sus voces, incluyendo a Donald Glover como Simba, hijo pródigo; Beyoncé como su futura reina, Nala; James Earl Jones retomó su roll como el rey original Mufasa, con Chiwetel Ejiofor en vez de Jeremy Irons como su hermano viril y perverso, Scar.

Volviendo a la trama, bien se asemeja la conducta de ciertos animales observados —como las hienas—, al ser humano; por eso, tal vez sea una historia igualmente para el adulto que advierte bien la condición de ese ser humano, rodeado de mucha gente —algunos se comportan como el personaje Scar del filme, quienes logran ambicionar sus metas sin mirar a los demás— y a veces de malas intenciones.

Eso podría ser la ideología del filme, las malas intenciones que no logran triunfar, pues el que mal actúa mal acaba. Sobre esta idea y sentimiento, el cine siempre lo ha ilustrado más que bien. Y es que el perverso león Scar del filme, evoca a nombres muy conocidos como la encarnación del mal en Caín, Jack el destripador, Hitler; o en protagonistas literarios malvados que se han inmortalizado como Ricardo III, de Shakespeare o el archiconocido perverso —y galán— Dorian Gray, de Oscar Wilde.
Todos ellos encarnan la perversión y maldad. La noción moral del mal solicita a la interpelación de por qué los seres humanos somos y estamos dispuestos de ejecutar iniquidades, de convertirnos en la causa del amargura de los otros o de nosotros mismos y, en corolario, formular de qué manera tiene aún sentido para nosotros —cinéfilos o no— aquella afirmación que hiciera Hobbes con respecto a que “el ser humano es lobo para el ser humano” y ensayar a dilucidar la propensión o inclinación al mal de nosotros, los seres humanos.

Nicolás Maquiavelo era un convencido de que el ser humano no es malo por naturaleza. En sus famosos “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” dice que el legislador debe tener en consideración que los humanos son malos —injustos— solo cuando los prueba una tentadora ocasión y en el caso del filme “El rey león” sin lugar a dudas Scar.

Película pues excelente en contenido y gramática cinematográfica, acompañada de la música de Hans Zimmer. Y es que el cineasta Jon Favreau confía considerablemente en el material que le provee sus personajes—todos convincentes—. Según Deleuze, el primer plano (los de Zazu, Zimba y Scar para el filme que nos ocupa) no es nada análogo a un acercamiento desde el plano medio, sino un ejercicio de idealización; un aspaviento de exploración puramente fenomenológica: aislar el sujeto-objeto de nuestra mirada para extraer algo de su semblante que de otra forma resultaría inabordable.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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sábado, 20 de julio de 2019

Dolor y gloria



Si bien la historia es sencilla —una serie de descubrimientos en la vida de Salvador Mallo, un director de cine (encarnando por Antonio Banderas) en su ocaso—, la fábula ausculta más bien las interioridades de un ser humano. En este sentido, la película “Dolor y gloria” es un trazo autobiográfico.


La historia que arranca con breve flash back (la infancia) de Salvador, nos introduce de entrada en ese mundo del cine y sus reconcomios a través del coloquio entre los personajes de la historia. De manera que entre diálogos (los interiores también) y el flash back, la narrativa es brillante y pausada, digna de un Almodóvar depurado en su arte. Y es si bien esta película logra buenos niveles de impacto emocional, asimismo forzará a más de uno a no retirar la mirada de la pantalla.

Tan distinguidamente iluminada esta cinta por José Luis Alcaine y la música de Alberto Iglesias, tenemos la libertad de asistir a un filme familiar y a la vez novedoso —por lo personal— del cineasta. Y es que la devoción (si es que existe por nuestro propio ser) no se convierte en la única condición de sobrellevar el desasosiego. Sin lugar a dudas, la película se debate entre (o con) la nostalgia cinéfila, el amor materno o las relaciones tormentosas.

El protagonista, que desde el principio recela de tanta realidad (“Era el hombre más solo que la muerte ha visto jamás”, se dice para sí), aborda su soledad y, parece ser lo único consciente del absurdo que cree lo rodea. A fin de cuentas, todo conduce a la necesidad urgente de volver a lo de antes: en cierta medida al feroz mundo en el que se ha arrastrado (en el mejor de los sentidos).

Gonzalo Restrepo Sánchez
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