sábado, 12 de enero de 2019

Mortal Engines


Ambientada en un universo distópico, el filme recrea una vez más todos los síntomas de un planeta destruido. Y es Londres como una ciudad depredadora, la encargada de llevarse todo lo que encuentre por delante, siendo manejada por los malos del paseo.


La película, basada en la primera entrega de la serie de cuatro novelas de Philip Reeve, no escatima imaginación para tener atento al espectador. En este sentido, la historia plantea desde el comienzo, cómo Hester (Hera Hilmar), la encubierta y desesperada chica  apuñala a un hombre sin aviso alguno casi tan pronto como nos tropezamos con ella y se convierte en el hilo conductor de una trama.

Hilo conductor porque es ella la que tiene “la llave” para solucionar todo a favor de los buenos, quienes pretenden subsistir fuera de las estructuras de la ciudad de Londres. En este sentido, hay una auténtica emoción de desesperación e incluso, una lucha por destruir la máquina de Londres.

Película (que con toda seguridad recuperará su inversión) entretenida que cumple simplemente los requisitos para pasar una buena tarde en una sala de cine y luego salir a tomar un helado.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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BIRD BOX



Tomando como punto de partida universos distópicos —sociedades ficticias muy presentes en la literatura y el cine (catalogadas como ciencia-ficción), que muestran un futuro desalentador y apocalíptico—, el reciente filme de Bullock es un melodrama que cumple las expectativas de suspenso y que con una banda sonora ajustada al ritmo y tono, el espectador no sale defraudado, como muchas otras críticas lo formulan.


Basada en el libro bestseller de Josh Malerman, en esta oportunidad no vemos monstruos (aunque están ahí).  Esto no es bueno ni es malo, es aspecto de la trama, donde la directora Susanne Bier, a partir del guion de Eric Heisserer (“Arrival”) y recordada por  el Oscar en “In a Better World”, retrata el poder del caos y supervivencia con gran verosimilitud.

Evocando a cintas como a “Quiet Place” y con un equilibrio visual entre la trama y la pantalla, la película con una narración clásica del género (puesta en escena y sonido), mantiene el interés a lo largo de la proyección y Bullock saca adelante a su personaje por su empatía con él.

“Bird Box” esboza una condición según la cual, al menor interés por observar lo que acecha, podría resultar en una destrucción. Y mientras nos llena en un estado intacto de perplejidad sobre cómo y cuándo la mirada será rea de la muerte, los protagonistas se ajustan a reglas de supervivencia.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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VICE



Con una clase magistral de interpretación de Christian Bale (en el papel de Dick Cheney) y digna de un Oscar por supuesto, la película si bien es biopic, nos lleva de la mano a entender los intríngulis de la política, el vicio del poder y una disección de la clase política (creo yo del planeta). Además, ese lado oscuro del corazón como lo es la hipocresía y los intereses creados.


“Vice” es a la larga una denuncia a la historia de la humanidad con personajes como Rumsfeld y el propio George W. Bush (Sam Rockwell), donde en voz en Off se plantean a mi juicio dos estructuras fílmicas (con técnicas del documental y tono), por un lado la vida de Cheney y por otro, los hilos del poder (las guerras y el poder económico).

Hay que recordar al amable lector que cintas como “El candidato” (Michael Ritchie, 1972) o “Todos los hombres del presidente”(Alan J. Pakula, 1976) ya tomaban este asunto de “los vicios del poder”. Película pues cargada de mucho diálogo y una frase que se lee en el filme y que sentencia lo que realmente estamos viendo: “Cuídense del hombre callado, porque mientras él observa y otros actúan, él planea. Y cuando ellos descansan, el ataca” (Anónimo).

Gonzalo Restrepo Sánchez
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martes, 8 de enero de 2019

El “Síndrome de hubris” en el cine y en la vida real


Muy poco en realidad se ha comentado y escrito y sobre el “Síndrome de hubris” y hace referencia a inconvenientes físicos, maneras y conductas que se suelen identificar en individuos que tienen “altos cargos” de gobiernos, especialmente en muchos jefes de Estado y su abuso del poder.

Fotogramas del filme "Ciudadano Kane"

Una buena definición del poder es la que ofrece la Enciclopedia editada por Diderot en 1765: “El consentimiento de los hombres reunidos en sociedad, es el fundamento del poder. Aquél que no se ha establecido más que por la fuerza, no puede subsistir sino por la fuerza; jamás ella le puede legitimar, y los pueblos conservan siempre el derecho de reclamar contra ella”.
Ejemplos sobre el abuso del poder (democrático) se halla en “Sacco y Vanzetti” (Montaldo, 1971). En “Ciudadano Kane” (1941), un señor que dominaba un imperio a través de posesión de medios de comunicación, fábricas y atacado por ser comunista (y también fascista), se definía así mismo como un “americano”, codiciando ser presidente de la nación.

Fotogramas del filme "Sed del mal"

En América Latina, por ejemplo, identificamos a personajes como Maduro, Lula da Silva, Santos u Ortega, que sufren de este síndrome de hubris político y que se creen capaces de grandes obras, que de ellos se esperan grandes sucesos. Además, creen estar al corriente de todo (y en todos los escenarios) y mangonean más allá de los límites de una tradicional moral.

En el libro “El síndrome hubris: Bush, Blair y la intoxicación del poder”, publicado en 2011, se prevé el asunto. Su escritor David Owen construye los elementos psiquiátricos del síndrome hubris y son muy pocos los políticos que se escapan de ello. Sobre todo porque son capaces de dictar su propia Ley, si bien ambivalentes respecto a la amistad (el ejemplo lo encontramos en “Sed del mal” de Orson Welles).

En la mitología griega, la diosa Némesis (encargada de castigar a las personas que padecían hubris) hacía justicia ante los hechos realizados. Y es que si el hubris precede siempre a la sanción, la historia está destinada a repetirse (un Maduro como ejemplo una vez más). El concepto lo plantea el historiador inglés Ian Kershaw en sus dos volúmenes sobre la vida de Adolfo Hitler: “Hitler 1889-1936: Hubris” y “Hitler 1936-1945: Némesis”.

El cine lo ha mostrado siempre (aunque no parezca) en “Lula, el hijo de Brasil”, que cuenta los 35 primeros años de la vida del presidente y ex sindicalista, desde su nacimiento hasta el instante en que muere su madre y es recluido por los militares debido a sus actividades sindicales durante las huelgas de los metalúrgicos de São Paulo en 1980.

Son muchos los filmes a citar, pero de pronto “Macbeth” (1950), sería la quintaesencia sobre ese ejemplo de la ambición y desasosiego por apropiarse del poder. Que no se crean nuestros presidentes de América Latina (sean de derecha o izquierda) los fuera de serie y que en el contexto del cine, evocan a “Impulso criminal” (Richard Fleisher, 1959) donde dos personajes amorales creen haber realizado una contravención perfecta, aunque lo cierto es que han dejado pistas que los incriminan.

Gonzalo Restrepo Sánchez 
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sábado, 5 de enero de 2019

SHADOW



Este reciente filme de Yimou deja muchas lecciones para los profanos (y no tanto) en el cine. Su concepto de la fotografía, la obra maestra de la música minimalista de Lao Zai y la estructura de guion. En este último sentido, la historia nos relata la vida de personajes entre el yin y el yang, casi en una correlación a tres (un rey salvaje y peligroso,  el comandante militar de su ejército, Jing y el objeto del deseo: la hermana del rey).



Pero lo que vale la pena en esta oportunidad, en escribir sobre el género en cual se basa esta película y me refiero al Wuxia (exclusivamente asiático). Para definir bien el vocablo, se puede traducir cómo la unión de dos palabras: Wu que significa artes marciales, pelea, lucha y Xia que denota a un caballero, notoriedad, un código de honor, etc.

Así que al observar las películas wuxia (como la que hoy analizamos: “Shadow”), tienen innegables componentes de artes marciales y, asimismo cuentan con unos protagonistas bien distintos a un escueto personaje de artes marciales. Algunas características de este género son: las afines con la magia, poderes, eventos sobrenaturales, idealismo y venganza.

Contando casi siempre el mismo tipo de historias de héroes y usando siempre un alto componente de ficción. Un wuxia es la inconfundible historia que narra la vida de un héroe que ha sido abrumado o ha experimentado alguna desdicha (de tipo amoroso, familiar, humillación) y que este personaje se ve forzado a transitar un pasaje (metafórico) que le dará una gran experiencia (habitualmente en forma de artes marciales) y por parte de grandes maestros. Al final, la historia terminará demostrando y poniendo a cada quien en su lugar tras una trama de intrigas.

“Shadow” también es una historia de confabulaciones, ya que el rey ignorando los consejos del comandante Yu, prefiere demandar la paz con los invasores e incluso les ofrece a su hermana en matrimonio para sellar la alianza de los craven. No obstante, Yu introduce un duelo (uno a uno) con el legendario e imbatible lancero general Yang, en un lugar (donde suceden este tipo de historias) denominado en el género como: Jiangsu.

Gonzalo Restrepo Sánchez

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“Green Book”


Esta película nominada a la mejor en la ceremonia del “Globo de Oro” este 2019, en cierto modo me evoca al ya lejano filme “Paseando a la señora Daisy”, aunque en esta ocasión el chofer es blanco. Si esto es posible, entonces podemos diseñar varios aspectos que se pueden observar sin rigor alguno. Este filme dirigido por Peter Farrelly (“Algo pasa con Mary”), representa un viaje de felicidad a través de una exacerbación claramente estadounidense.


Por un lado el filme “habla” sobre la amistad sin fronteras, y esto sí que es bien importante hoy día, aunque la historia se sitúa en los años sesentas. Película pues con drama y comedia (música) que está destinada a ser un crowd pleasers (un tipo de película que procura deleitar a todo el mundo, pero elaborada con un presupuesto moderado). Visto de otro modo, sería ver temas y asuntos rigurosos (como la vida misma), pero su tratamiento cinematográfico siempre será amable.

“Green Book” (un par de vocablos que hacen referencia a las guías de viaje que enseñaba a los ciudadanos norteamericanos negros en qué hospedajes de los Estados unidos del sur podían pasar la noche) es una atractiva película con buenas emociones. A través de un sencillo guion (con buenos diálogos además), el filme se mantiene en una disposición autoral que adquiere su propio estatus y original, gracias a una relación emocional entre dos seres humanos y  (reitero) en clave de comedia entender que vivir es sencillo. Saber vivir es muy difícil.

Gonzalo Restrepo Sánchez
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sábado, 29 de diciembre de 2018

Aquaman



Realmente no sé qué dirán los críticos de cine más exigentes, pero esta cinta es realmente una muestra de la capacidad de imaginación y buen quehacer de ese cine blockbuster y que entretiene mucho. Pero también es preciso señalar algunos criterios de este cine por supuesto de consumo, pero que no deja de asombrar por la puesta en escena de ideas, que antes de la dictadura de los algoritmos y ordenadores, era imposible realizar con tanta verosimilitud.


Una historia de superhéroes y criaturas (a lo H. P. Lovecraft) que dejan al más sencillo de los espectadores en un sentimiento de asombro y que a los más versados, ofrecer un sinfín de ideas para valorar bien o mal un cine destinado a mentes para no pensar nada durante un día.
Con el apotegma aparecido en el filme al comienzo: “Pon dos barcos en el mar abierto, sin viento ni marea, y, finalmente, se unirán”, de Julio Verne, permite en el prólogo de la historia, visualizar el encuentro entre la reina Atlanna y el sumiso encargado del faro, Tom Curry. Así que ahí arranca una historia para que a modo de Set Pieces (una escena o secuencia de escenas, una “mini película”, cuya ejecución requiere una planificación meticulosa)  recupere (al menos en apariencia) el tono de cine de aventuras antiguo, que no se veía desde Indiana Jones.
Los protagonistas de Neptuno, vigilado por la terrible criatura marina Karathen, que llevará a Aquaman hasta el trono de Atlantis para detener la guerra que los atlanos, batidos de la presencia de buques y  submarinos de guerra, es el interés marcado por un filme que no se debe descalificar a sí porque sí.  

Gonzalo Restrepo Sánchez
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