En este spin-off, se conoce la
juventud de Han y todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir en un mundo cargado
siempre de aventura y cómo llega a la princesa Leia. En este contexto, la
historia mantiene su razón de ser y es que el guionista Lawrence Kasdan logra
mantener en la mente del espectador, esta atracción e historia de amor en un
futuro distópico.
Y es que si algo tiene de
soporte esta historia cargada de acción, es obligatoriamente su guion. Un guion
que es funcional y bastante tópico en su género, recurriendo a la sucesión de persecuciones
—muy afortunadas en su mayoría para Han y compañía— en el espacio sideral, y,
al melodrama personal sufrido por el protagonista y su consiguiente búsqueda
del objeto del deseo, desencadenando así la trama (tendrá segunda parte).
Han Solo y su grosera manera
de comportarse ante las adversidades, son suficientes para nutrir por sí solos,
un espectáculo de más de dos horas sin tiempos muertos. Y es que el cineasta sabe
mantener un ritmo incesante de principio a fin, sin altibajos y gracias —lo
reitero una vez más— a un guion ágil y con referencias sin lugar a dudas al western.
Película pues recomendada y
que parte de su frescura, se debe básicamente a los personajes cuando eran
jóvenes y unasucesión de pautas y códigos que hábilmente aúna
sus libertades y, de esta manera, no difumina a cada individuo las particularidades
que cada uno tiene: él un buen aventurero, ella una bella princesa.
Hace poco recibí un mensaje por internet donde
expresaba: “Aprende a sentarte en la misma mesa con Judas sin que te robe la
paz”. Al otro día, volví a leer la frase y mi mente recordó el libro de Amoz
Oz, “Judas” donde se partía de la premisa (de forma no tan enérgica) que
hubiera pasado si en realidad Judas no hubiese traicionado a Jesús.
Estas dos ideas nos llevan a pensar opiniones y
estrategias diferentes cuando nos asiste un judas (falso, hipócrita, traidor,
etc.) en una sociedad cargada de este tipo de personajes. Es difícil tener un
comportamiento cuando sabemos que estamos ante un ser de características bien
opuestas. Jesús siempre mantuvo su postura asertiva a pesar de conocer a un ser
hipócrita. De todas formas, considero que el cine ha ilustrado muy bien la
condición del ser humano y sobre todo a esa clase de personajes que como a
Judas, siempre merodean la falsedad. Veamos un par de ejemplos:
Uno sería La règle du jeu (La regla del juego, Jean
Renior, 1939). Alguna vez Robert Altman dijo: “Aprendí las reglas del juego de
'Las reglas del juego'", y es que su filme “Parque Gosford”, no está muy
lejos de su frase. Pero otro filme sería “Tartufo” de Murnau en 1925. En este
filme (basado en la obra homónima),el guion de Carl Mayer no era una adaptación rigurosa
de la comedia de Molière, sino que, al contrario, se tomó la libertad de excluir
unos cuantos protagonistas (como la madre y los hijos de Orgon) así como de
algunos matices argumentales para facilitar la historia atesorando básicamente
el tema y su esencia.
Tartufo
es el tipo de personaje para el cine que un actor agradece encarnar: un
interlocutor ruin y magnánimo, y que el actor puede caracterizarlo libremente —cayendo
en el elogio— puesto que es una comedia. En la cinta de Murnau, el actor alemán
Emil Jannings y sus apariciones (perennemente
pegado a sus libros religiosos) resultan inolvidables, así como las escenas
abiertamente humorísticas como el desayuno con Orgon, donde engulle un pedazo
de carne, o cuando charla con la esposa de Orgon y no puede evitar fijarse en
el escote y las piernas de ella.
De
todas formas, si bien a los actores les resulta fácil caracterizar a tanto
tartufo en la vida, la explicación podría hallarse en que a la larga, todos nosotros
—actores hipócritas— llevamos algo de Judas. Es bien válido analizar la vida y
observar como no hacemos algo bueno para luego sentirnos mal. “El hombre quiere
ser sincero, pero psicológicamente “camina por debajo” y no acepta algunas
cosas que oculta ante los demás y que reprime ante sí mismo. Para el
psicoanálisis, por usar un lenguaje de la psicología, represión es un mecanismo
primario de defensa comparable a una tentativa de fuga y precursor de la futura
solución normal por enjuiciamiento y condena del impulso repulsivo¨ (Freud,
1948 p.931).
La
psicología propone tres juanes: lo que realmente uno mismo es, lo que uno mismo
cree que es y lo que otros creen que uno es (Allport, 1986 p. 348). ¡Que nada! Como reafirma la teoría kantiana, el
hombre busca actuar moralmente pero en los vericuetos del alma y su intimidad,
aspira a quedar bien. “Desea ser aprobado, sinceramente aprobado, pero no por
ello deja su “recorrido por detrás” de la apariencia”, su hipocresía
fundamental (persona en griego significa “máscara”). No se trata aquí de
inmoralidad, egolatría o afán de notoriedad, sino de su necesidad elemental de
representar valores ante los demás. “la sinceridad absoluta es una utopía”
(López Ibor, 1969 p.53). ¡Qué hipócrita somos, no hay nada que hacer!
Con
la reciente noticia que HBO estrena una nueva adaptación del clásico distópico
de Ray Bradbury dirigido por Ramin Bahrani, bien suscita la ocasión para traer algunos
aspectos de la obra, de lectura obligada a las nuevas generaciones que no leen
y que google les soluciona todo.
Lo
que Bradbury entendía por distopía le permitió crear —aunque él no lo sabía—,
la tercera obra fundamental, que más tarde formaría parte de una especie de trinidad
para el género literario: “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, “1984” de George
Orwell y “Fahrenheit 45”1, la que nos ocupa (el título hace referencia a la
temperatura en grados Fahrenheit a la que arde el papel).
Por
aquel entonces, Bradbury tenía algunos apuros económicos que no le permitían
reparar su máquina de escribir y mucho menos alquilar un despacho. Apunta la
historia que, escrutando algún lugar en el qué poder desempeñar su labor, dio
—en poco tiempo— con la sala de mecanografía del sótano de la biblioteca de la
Universidad de California, en Los Ángeles. Allí se hallaban unas cuantas
máquinas Remington y Underwood que se alquilaban a diez centavos la media hora.
Se insertaba la moneda y entonces un contador movía una cuenta (hacia atrás)
durante la cual tenía que escribir lo que se alcanzase.
Cinco
cuentos cortos, escritos durante un período de dos o tres años, hicieron que
invirtiera nueve dólares y medio en monedas de diez centavos. Además, Bradbury
escribió un relato llamado “El bombero”, que se publicó en 1953 con el nombre
de “Fahrenheit 451”, una de las novelas de ciencia ficción más prestigiosas de
la historia universal.
La
fábula es bien conocida: en una sociedad distópica —en la que el control de la
información es absoluta—, los libros están prohibidos y Guy Montag, el
protagonista, se encarga de buscarlos y quemarlos. Este hombre forma parte del
cuerpo de bomberos de la ciudad, quien buscando conservar la paz, hace que arda
en llamas todo aquello que pueda alterarla. Un día, Montag conoce a Clarisse
McClellan, una joven que le hará preguntarse por qué hace lo que hace.
«Lo
que más molestaba a William Peterson (el héroe de “El bombero”) era Shakespeare
y Platón y Aristóteles y Jonathan Swift y William Faulkner, y los poemas de,
bueno, Robert Frost, quizá, y John Donne y Robert Herrick. Todos arrojados a la
Hoguera. Después imaginó las cenizas (porque en eso se convertirían). Pensó en
las esculturas colosales de Michelangelo, y en el Greco y Renoir y en tantos
otros. Mañana estarían todos muertos, Shakespeare y Frost junto con HuxIey,
Picasso, Swift y Beethoven, toda aquella extraordinaria biblioteca y el
bastante común propietario...»
Aproximarse
a un clásico literario importante para adaptarlo al lenguaje audiovisual no es
fácil y siempre surgen los detractores. “Fahrenheit 451”no es una excepción, así que se asume que en
el proceso de adaptación de la HBO puede pasar cualquier cosa. Para modernizar
la novela de Bradbury, Bahrani nos presenta una sociedad en la que los medios
de comunicación han lavado el cerebro a la población para que odie a los
‘rebeldes’ lectores de libros y pensadores. La adaptación del 1966 que filmó
François Truffaut, es nuestro encuentro
más cercano en el cine.
La
pregunta que surge y con base en la novela de Bradbury es, si hoy día debía
existir un Montag (imaginario o no) para que fastidiase a google y todo mundo
volviera a leer más. ¡Sin imaginar un universo distópico, ahí queda el debate!
A los 27
años, el cineasta belga Lukas Dhont, revelación del 71 ° Festival de Cine de
Cannes, firma con "Girl" una historia de género y perseverancia que
ha molestado a la Croisette.
"Si
mi película sugiere lo contrario masculino y lo femenino, que sería
bueno": en 27 años, el realizador belga Lukas Dhont, la revelación de la
71 Festival de Cannes, lleva a la pantalla una especie de historia y
perseverancia " chica ". La Croisette salió enojada. Ganador de los
2016 Cinéfondation, la incubadora de talento Festival, talleres de escritura y
Primeros Planos de Angers, el director flamenco joven cuenta la verdadera
historia de una niña de 15 años, niño nacido, que sueña con ser una bailarina
estrella.
Lars von
Trier advirtió a sus seguidores que The House That Jack Built (2018) sería su
oferta más brutal y violenta hasta la fecha, y el primer avance oficial de la
película sugiere que el director no tendrá problemas para cumplir esa promesa.
Con un montón de sangre y violencia gráfica, arropada incómodamente por “Fame”
de David Bowie, el avance de The House That Jack Built confirma que von Trier está
a la altura de sus trucos de polarización habituales.
El filme
está protagonizado por Matt Dillon como un brutal asesino en serie. El guion de
von Trier sigue el desarrollo de Jack a través de cinco asesinatos importantes
y dando vislumbres de su inquietante experiencia de llegar a la mayoría de
edad. Uma Thurman y Riley Keough protagonizan como dos de las víctimas de Jack.
“Los cazadores más letales del
universo son más fuertes, más inteligentes y más mortales que nunca, habiendo
logrado mejorar genéticamente con ADN de otras especies. Cuando un niño
accidentalmente desencadena su regreso a la Tierra, solo un grupo heterogéneo
de ex soldados y un descontento profesor de ciencias podrán evitar el fin de la
raza humana”.
Esa es la sinopsis oficial de
‘Predator’, la nueva película de Shane Black, genio tras los libretos de 'Arma
letal', 'El último gran héroe' o 'El último Boy Scout', y director de la
injustamente ignorada ‘Dos buenos tipos’.
Black no es nuevo en la franquicia,
fue uno de los protagonistas que acompañaron a Schwarzenegger en la inicial
‘Depredador’ (John McTiernan, 1987). Tras la fallida 'Depredador 2', los dos
crossover con el universo Alien y el descafeinado reboot de 2010, 'Predators’,
el cineasta ha prometido una cinta divertida, terrorífica y, claro, sangrienta.
Jacob Tremblay, Sterling K. Brown,
Trevante Rhodes, Boyd Holbrook, Olivia Munn y Keegan-Michael Key y Alfie Allen
forman parte del reparto de la película.
Después de que los hermanos norteamericanos Joe y
Anthony Russo nos concediesen dos de los mejores filmes de esta exitosa saga
superheroica, “Captain America: The Winter Soldier” (2014) y “Captain America:
Civil War” (2016), a ninguno de sus millones de seguidores puede extrañarle que
les encomendaran las dos nuevas entregas con el protagonismo “gozoso” de los
Vengadores en pleno.
Hace rato que se vienen presentando películas con la
clasificación para todos los públicos, pero en el fondo son textos
cinematográficos que en su análisis más profundo, se evidencia temas para una
mayor reflexión. La película que hoy nos ocupa, ya sea por el adiós de algunos
héroes o por la presentación de una nueva formación de personajes, debe
refrescar de manera definitiva al género —o fracasará al no arriesgarse.
Sostiene Josh Spiegel: “Lo mejor de Avenger: Infinity
Wars es, en muchos sentidos, lo mejor que tiene el Universo Cinematográfico de
Marvel: un increíblemente encantador y casi sobrecalificado elenco. Aunque
algunos de los actores que se han presentado en las casi 20 cintas del UCM no
han funcionado tan bien, muchos de los intérpretes son clave para hacer de los
héroes algo fresco y emocionante”.
“Cada que esta épica, larga y a veces pesada película
funciona es, en gran parte, gracias a los actores, no a las secuencias de
acción o los efectos especiales o cualquier otra cosa. El elenco hace a esta
película, no al revés”.
De todas formas cuando se produce este tipo de
películas, en esta oportunidad con una mayor dosis de violencia, buscan que los
jóvenes fortalezcan sus héroes. Las películas, pues aseguran un cierto público
que posee unas convenciones y expectativas sobre lo que el género les ofrece.
En tal sentido, si “el género es ese conjunto de reglas compartidas que permite
al primero utilizar formas comunicativas establecidas y al segundo un sistema
propio de expectativas” (Casetti, 2005, p. 304).
Los
filmes de género son películas producidas después de que un género se haya
reconocido popularmente y consagrado a través de la sustantivación, durante un
periodo limitado en que tanto el material como las estructuras textuales que
comparten las películas inducen al espectador a interpretarlas no como
entidades autónomas, sino de acuerdo con unas expectativas genéricas y en
contra de otras reglas genéricas. (Altman, 2000, p. 85). Dicho esto, quizá se
encuentre la explicación de películas como Avengers: Infinity War, pero cuidado
con el factor violencia.
Ahora,
sobre lo que hay que tener cuidado, es sobre la parte ideológica, ya que sin
lugar a dudas, cada vez más con este tipo de filmes, invitan con su marcado ímpeto
además, a propuestas de una sociedad futura cargada de complejos
comportamientos humanos.