martes, 22 de mayo de 2018

FAHRENHEIT 451': UNA DISTOPÍA PARA EL 2018


Con la reciente noticia que HBO estrena una nueva adaptación del clásico distópico de Ray Bradbury dirigido por Ramin Bahrani, bien suscita la ocasión para traer algunos aspectos de la obra, de lectura obligada a las nuevas generaciones que no leen y  que google les soluciona todo.


Lo que Bradbury entendía por distopía le permitió crear —aunque él no lo sabía—, la tercera obra fundamental, que más tarde formaría parte de una especie de trinidad para el género literario: “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, “1984” de George Orwell y “Fahrenheit 45”1, la que nos ocupa (el título hace referencia a la temperatura en grados Fahrenheit a la que arde el papel).

Por aquel entonces, Bradbury tenía algunos apuros económicos que no le permitían reparar su máquina de escribir y mucho menos alquilar un despacho. Apunta la historia que, escrutando algún lugar en el qué poder desempeñar su labor, dio —en poco tiempo— con la sala de mecanografía del sótano de la biblioteca de la Universidad de California, en Los Ángeles. Allí se hallaban unas cuantas máquinas Remington y Underwood que se alquilaban a diez centavos la media hora. Se insertaba la moneda y entonces un contador movía una cuenta (hacia atrás) durante la cual tenía que escribir lo que se alcanzase.

Cinco cuentos cortos, escritos durante un período de dos o tres años, hicieron que invirtiera nueve dólares y medio en monedas de diez centavos. Además, Bradbury escribió un relato llamado “El bombero”, que se publicó en 1953 con el nombre de “Fahrenheit 451”, una de las novelas de ciencia ficción más prestigiosas de la historia universal.

La fábula es bien conocida: en una sociedad distópica —en la que el control de la información es absoluta—, los libros están prohibidos y Guy Montag, el protagonista, se encarga de buscarlos y quemarlos. Este hombre forma parte del cuerpo de bomberos de la ciudad, quien buscando conservar la paz, hace que arda en llamas todo aquello que pueda alterarla. Un día, Montag conoce a Clarisse McClellan, una joven que le hará preguntarse por qué hace lo que hace.

«Lo que más molestaba a William Peterson (el héroe de “El bombero”) era Shakespeare y Platón y Aristóteles y Jonathan Swift y William Faulkner, y los poemas de, bueno, Robert Frost, quizá, y John Donne y Robert Herrick. Todos arrojados a la Hoguera. Después imaginó las cenizas (porque en eso se convertirían). Pensó en las esculturas colosales de Michelangelo, y en el Greco y Renoir y en tantos otros. Mañana estarían todos muertos, Shakespeare y Frost junto con HuxIey, Picasso, Swift y Beethoven, toda aquella extraordinaria biblioteca y el bastante común propietario...»

Aproximarse a un clásico literario importante para adaptarlo al lenguaje audiovisual no es fácil y siempre surgen los detractores. “Fahrenheit 451”  no es una excepción, así que se asume que en el proceso de adaptación de la HBO puede pasar cualquier cosa. Para modernizar la novela de Bradbury, Bahrani nos presenta una sociedad en la que los medios de comunicación han lavado el cerebro a la población para que odie a los ‘rebeldes’ lectores de libros y pensadores. La adaptación del 1966 que filmó François Truffaut, es  nuestro encuentro más cercano en el cine.

La pregunta que surge y con base en la novela de Bradbury es, si hoy día debía existir un Montag (imaginario o no) para que fastidiase a google y todo mundo volviera a leer más. ¡Sin imaginar un universo distópico, ahí queda el debate! 

Gonzalo Restrepo Sánchez 
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