viernes, 3 de enero de 2025

Nosferatu

 

Hace algo más de cien años que surgió quien, hasta que se explique lo contrario, el primer vampiro cinematográfico (porque no debemos olvidar al vampiro de Polidori en la literatura): el Conde Orlok (Max Schreck) protagonista de “Nosferatu. Una sinfonía del horror” (1922). Una versión de “Drácula”, que cambiaba nombres de interlocutores y escenas del libro, a fin de eludir el pago de los derechos de autor. Cosa que no ocurrió, ya que Florence Stoker, viuda del escritor, se negó.

Si F.W. Murnau viera su remake de “Nosferatu”, pues volvería tranquilo a su tumba. Una propuesta del siglo XXI que ofrece todas las garantías de un género y referente de cine alemán y bien hecho, donde se cuenta la historia del conde Orlok —que es como Murnau llamó a su particular Drácula— de cuya mirada hipnótica enamora a sus víctimas. De él (Bill Skarsgård) y de la joven pareja (Lily-Rose Depp y Nicholas Hoult) se entreteje y deriva toda esta historia que es dirigida por Robert Eggers.

Nosferatu, a la que primero Murnau y luego Herzog otorgaron nuevos puntos de vista desde un acercamiento psicológico atado al subconsciente, es un devastador, sanguinario y bestia primitiva. En las películas de ambos y la de Eggers, para ser subyugados en última instancia por la fuerza (en el sentido de sentirse atraída) de la mujer, es lo que permite a quienes no gustan de esta versión se a la larga un palimpsesto.

En lo particular, considero que Eggers trata de reproducir una planificación frontal y los espacios asfixiantes y toma dos disposiciones sutiles al respecto: rueda con celuloide —el grano aporta cohesión a la imagen—, y rueda con tintados insólitos a través de filtros de color que, luego, retoca y matiza (bajo este criterio rueda algunas escenas ciertamente atrayentes).

Sin esconder Eggers nada que resulte refutable y con la máscara de ciudadano maldito impecable que se había creado conde Orlok y que, a “fuerza de tanto usarla”, había terminado por confundirse con su verdadero destino (el final del filme y que no cometeré un insulso spoiler). Lo que quiero decir, es que la certeza de la muerte desnuda a Orlok de cualquier tipo de retórica preciosista, y desde el prisma subjetivo de su mirada, la verdadera historia de su vida. Filme altamente recomendable.