Este
es un filme precuela de “Rosemary's Baby” de 1968, y si tomamos como punto de
partida que Rosemary (Mia Farrow) —la protagonista de “Rosemary's Baby”— se
muda al pomposo edificio de estilo renacentista conocido como Bramford con su
esposo, conoce a Terry Gionoffri y podemos continuar con este reciente filme (“Apartamento
7”) cargado de interés por todo lo que le precede cinematográficamente
hablando.
A mi entender el filme cumple las expectativas del género
de terror, si bien, la curiosidad por los eventos alrededor de Terry parece
sobrenaturales. No es que haya mucho a dilucidar en esas extrañas conductas de
algunos personajes, incluso, si eres apasionado del tema original. De todas
formas, existe una configuración extraña, inclusive, si quitas la naturaleza
desagradable de los vecinos de Terry y su pequeño culto satánico.
La joven bailarina, es evidente atrapa por su inocencia a
veces y por todo lo extraño que le sucede —lesionada después de una caída especialmente
retorcida en “Kiss Me, Kate”—. En el tercio final del filme el asunto parece
tomar su rumbo, pero, algo a aclarar es que siempre va a existir a la larga la
sombra de “Rosemary's Baby”, y las comparaciones son imposibles de evitar. La
historia es discordantemente análoga, y sobre cuán inmutable es la pesquisa del
heredero de Satanás.