jueves, 21 de diciembre de 2023

'Inside': Willem Dafoe agrega otro personaje a su galería de retratos en un ejemplo de interioridades

 

Siempre he sostenido que cuando voy al cine, me ordeno en primera instancia por su director, y en segunda oportunidad por los actores. Y Dafoe es uno de ellos, quien siempre deja lecciones del buen actuar, aunque luego la historia no nos deje tan satisfechos. En “Inside” nos deja la primera opción.

“Inside” es una película dirigida por Vasilis Katsoupis y que nunca creí que se fuera desarrollar de la forma en que se sucedió. Un actor y una locación para mostrar muchas cosas: la principal y en forma de metáfora, qué es el ser humano dentro y fuera de sí mismo. No es que la cinta sea una obra desbordante, pero el actor Willem Dafoe (que salva el filme) saca lo mejor de sí y deja una brillante idea de lo que es la actuación.

Y si todo es por desvalijar un apartamento, en la decisión del atormentado personaje Nemo [ladrón de obras de arte] sobre lo que observa respecto al arte y la “belleza”; en su interior no ocurre lo mismo, pero debido a cierto “encierro” en sí mismo, no hay más salida que la de intentar superar su propio drama [la suerte está echada], originada quizá por su infancia. En voz en off al comienzo de la película, Nemo recuerda que cuando era crío le inquirieron qué tres cosas protegería si su vivienda se incendiara.

De manera que este thriller psicológico de Vasilis Katsoupis, por otro lado, es un buen ejemplo de cómo se reflejan las interioridades de un personaje en el cine. Creo que parcialmente, el director del filme logra con éxito tramar las relaciones objetivas de un personaje, desnudando la violencia que toda objetivación implica. Esto salvaría una película que nos deja inquietos. ¿Será porque algunas veces, hemos sido como el propio Nemo, pero en otras circunstancias? Puede que sí.

Si evocamos el texto de Levinas “De la existencia al existente” (1947), entonces en el filme se hallarán muchas ilustraciones. Por primera vez creería que la ideología del filme, es lo que pertinentemente plantea Levinas: “dilucidar cómo la dinámica del verbo ser (la existencia) puede llegar a coagular en existencias concretas (existentes); cómo se produce la sustancialización (hipóstasis) del ser. El nacimiento del existente concreto es al mismo tiempo el nacimiento de la subjetividad que se produce desgajándose de la existencia indeterminada y anónima del "hay" […] gracias al Aquí […] y al Instante […]”.

Película pues para mirar más allá de lo observado y nada más. En este contexto salvará su idea de haber querido observar este filme. De lo contrario, saldrá aburrido.

 

 

martes, 19 de diciembre de 2023

Para el 2024: El planeta de los simios: Nuevo reino

El legado de César continuará… Desde antes de que Disney adquiriera Fox, ya se hablaba de expandir la franquicia del mundo dominado por nuestros hermanos primates. Afortunadamente, los planes prevalecen, ahora bajo la comandancia de 20th Century Studios. Esto es lo que debes saber de la película número 4 en el reinicio de la saga, El planeta de los simios: Nuevo reino (Kingdom of the Planet of the Apes).



Leave the World Behind

 

Este thriller es una adaptación de la novela homónima (2020) de Rumaan Alam, por el inteligente Esmail, que inicialmente trabajó con Julia Roberts en la serie de televisión “Homecoming” y “Gaslit”. “Leave the World Behind”, pues, es el tipo de película en la que continúas cavilando en lo que tu harías sobre las circunstancias que se le presentan a los personajes principales, mientras la vida —tal como la conocen— parece derrumbarse de forma inquebrantable.

Por capricho, y hablando un poco de la historia del filme, Amanda planea una salida de descanso con su marido Clay (Ethan Hawke), su hija adolescente Rose (Farrah Mackenzie) y su reservado hijo Archie (Charlie Evans). El lugar escogido es digno de admirar por su confort y su paisaje, no obstante, Rose prefiere observar la serie de televisión “Friends” en su tableta. La idea es que todos se desconecten un poco de la cotidianidad dela que venían.

Al margen de estas primeras consideraciones, qué duda cabe que de pronto sentimos que estamos frente a una película del cineasta indio M. Night Shyamalan. Y lo afirmo en este thriller intrigante, que no dejas pensar en otra cosa, sino en la qué sucederá a los protagonistas ante una serie de sucesos poco explicables que se van sucediendo. Buen filme que nos conduce a establecer mentalmente qué es lo que puede estar sucediendo cuando todos nos enteramos que ha habido un ciber ataque al mundo.

En este ir y venir de sucesos que nos ponen en alarma, la película nos mantiene muy interesados en qué es lo que realmente sucede. De pronto, el final de la película nos deja la sensación que todo fue una tomadura de pelo (no cometeré spoilers). Creo que el filme en su base de la escritura del guion, deja bien claro cómo deben ser finales, independientemente de cualquier designio. Lo que el público concluye es que, si al final, no queda emocionalmente ubicado en la historia, pues saldrá de la sala de cine hablando pestes del filme.

Por otro lado, si alguna reflexión nos queda, son las advertencias perspicaces y precisas sobre teorías de complot que podrían no ser teorías ligeras y no tantas. Nuestra obediencia casi total de la tecnología y la circunstancia de que ahora tenemos una generación entera de jóvenes que realmente no les preocupa nada, es para reflexionar.

Fotogramas: Jojo Whilden/NETFLIX

domingo, 17 de diciembre de 2023

Próximo estreno: "Argylle"

 


Para el 2024


Passages

 

La película “Passage” es incontrastable en todo instante, pero su director Ira Sachs asimismo edifica, con una arrogancia extraordinaria, un arco narrativo verosímil para tres personas (Tomás, su pareja Martín y Agathe) que se tropiezan en una cruce de afectos y sexo. De manera que las pretensiones y posibilidades —que no armonizan— pueden ser juguetonas, pero además lamentables.

 Y lo que podría haber sido una comedia alentadoramente frívola sobre personas que se advierten con desiguales formas de vida, reconcilia en un relato agridulce acerca de las grandes ilusiones, penetrantes desilusiones y decisiones espinosas y buen sexo. La historia de “Passage” que podría haber caído cómodamente en el melodrama fácil, el cineasta Sachs lo hace con ecuanimidad al no recargar ni paliar la jerarquía de lo que está en juego [podemos revelar la toxicidad del amor]. Su rendición tanto por sus interlocutores como por su público, su pudor y arrojo como cineasta, forman de “Passages” a lo mejor una de sus mejores películas hasta la fecha.

Recordemos que “Keep the Lights On”, es el filme semiautobiográfico que dio a conocer a Sachs en el mundo del cine, y que de alguna manera se vincula con “Passages” con ese brío afín, salvaje, riguroso, como si ingresáramos a las escenas (circunstancias) a medio hacer, sin que valoremos el pasado y el futuro de sus interlocutores, únicamente interesa la inmediatez de sus afectos presentes.

Por otro lado, la intimidad de su deseo multiforme (me refiero al filme) y la sinceridad de las escenas de sexo, es el modo en que Sachs elude adjetivar al que juzga con las emociones de los que aman. Un filme pues con candidaturas a algunos premios en esta parte del año. Para terminar, la elección de sus actores resulta válida: el turbador Franz Rogowski, el tierno Ben Whishaw y la muy libidinosa Adèle Exarchopoulos, un atractivo trío que concuerda sus capacidades dramáticas y físicas para dar verosimilitud a la historia.

 

'The Holdovers': Alexander Payne se reúne con Paul Giamatti

 

Quién no ha visto películas sobre la buena e interesante vida de profesores en sus aulas y su relación con sus alumnos. La historia del cine señala a más de una, y son filmes bien interesantes. Pues bien. La película hoy a analizar, podría ser todo lo contrario. Me refiero a un arquetipo cruel llamado Paul Hunham (Paul Giamatti) a quien todos odian. Un sentimiento recíproco, ya que el Sr. Hunham piensa que la mayoría de los chicos matriculados en la Academia Barton son malas creaturas y que “la administración” está descompuesta.

Una de las primeras escenas muestra a Hunham entregando exámenes finales calificados a sus alumnos, a quienes se refiere como “infantes filisteos vulgares” y “réprobos”. Ahora, al conceptuar por los aspavientos que facilita el director Alexander Payne, el Sr. Hunham no se equivoca: él es poco misericordioso y, en ese sentido, la película no podría ser más diferente, un drama espléndido sobre tres voluntades lastimadas y encalladas en Barton durante la Navidad. Durante la cual este internado —de corazón frío— tendrá una sensible ocasión de descongelarse.

Pues bien, este Paul Hunham —un dúctil profesor de civilizaciones antiguas en la Barton Academia, una escuela preparatoria exclusivamente para hombres en Nueva Inglaterra en 1970— está furioso al saber que le han ordenado ser acompañante de los alumnos que deben permanecer en el campus durante las vacaciones. Pero antes de finalizar ese segundo tercio de la historia, el profesor está especialmente descontento porque uno de ellos, Angus (Sessa), es brillante pero grosero. Junto a Mary (Randolph), la punzante cocinera de Barton, Paul pretenderá lograr lo mejor de un contexto indeseable.

Este es pues el octavo largometraje de Payne que cuenta con tantas de sus peculiaridades —un tono ácido, interlocutores desdichados que traspasan relaciones embarazosas entre sí— y que podría sorprender el saber que esta es una de las pocas cintas que no escribió (el guión es del guionista de televisión David Hemingson). Sin embargo, “The Holdovers” ajusta intachablemente en su obra y brinda muchas complacencias familiares que no han perdido su vigor.

El cineasta Payne eternamente ha mimado esa orientación narrativa, marcando las crudezas apasionadas de individuos que han experimentado zozobra. Esto es fundamentalmente cierto en el caso del profesor Paul, quien ha ofrecido toda su vida a Barton, solo para manifestar que tal vez el instituto (y sus habitantes) no abrigan tanto afecto por él. A la larga es un pues un filme sobre los afectos, que bien valen la pena tener en cuenta en todo tipo de relaciones. Película que será nominada a varios premios de la Academia, y que ojalá obtenga algunos. Pues el asunto está bien competido.

 

viernes, 15 de diciembre de 2023

Secretos de un escándalo

 


Este melodrama nos relata la historia de un romance entre Gracie Atherton-Yu y su joven marido Joe, con sus hijos próximos de graduarse en el instituto. Además, sobre Gracie se va a rodar una película. La encargada de personificarla es la actriz Elizabeth Berry (Natalie Portman), quien resuelve pasar un tiempo con la familia de la actriz para intentar entender mejor a Gracie. En este sentido resulta ser “una metida” en todos los asuntos (habidos y por haber) de Gracie (Julianne Moore y posible ganadora del “Oscar”).


Dónde está el secreto del melodrama. “May December”, creería que resuelve con clase esa idea de “ese reflejo de la realidad y la realidad de ese reflejo”. Realidad y reflejo (o viceversa) en dos mujeres que juegan a ser únicas, dentro del imaginario de los espejos [la palabra espejo viene del latín speculum, que, a su vez, deriva del verbo specio, que significa mirar como interlocutores]. Entonces, surge la pregunta en ese primer tercio del filme: hasta qué punto es válido conocer todas las aristas de ese “espejo” de un personaje que será llevado al cine, donde solo se abarca una parte de su vida.

Volvemos como respuesta a esa idea de los espejos, en la puesta en escena y por supuesto en el guion.  El ser humano, desde tiempos antiguos, ha sido consecuente de la dualidad ficticia de la realidad en “retratos” por medio de algunos planos reflectantes. Es quizá, por esto que, el espejo ha originado tanta encanto y hechizo en todas las culturas a través de los tiempos, convirtiéndose en objeto de enajenamiento y principio de la creación de alguna manera. Y aquí me refiero a Gracie y Elizabeth, donde dos actrices (o dos mujeres con máscara o sin ella, por momentos en la entrevista) intentan ser —para ser bien re significadas—, entendiendo que Elizabeth profundiza más en Gracie el personaje, aludiendo a otras entrevistas que en el fondo no le interesan —pensaría el espectador.

Si en este contexto de los espejos, se plantean desiguales significados socioculturales de las alegorías transparencia/cristal y reflejo/espejo vistos a través del tiempo, ejemplificados con producciones artísticas que muestren las semejanzas, diferencias y puntos de convergencia de las mismas. De hecho, la misma historia del arte ha sido considerada tradicionalmente como una ventana con vista a una estética definida, aunque también se ha planteado la idea del arte como espejo dentro de un marco que refleja la historia del mundo. Se plantea, entonces, como punto de partida, la idea del espejo como reflejo del arte, no en su esencia ilusoria, sino en su capacidad de reconocimiento de la creación e invención de formas” (Melchior-Bonnet, 1996, p. 135).

Para concluir podemos escribir que el cineasta Todd Haynes está tan perfectamente obsesionado por esa idea de la alegoría “espejo-entrevista-espejo” cuando de ahondar en el alma de un personaje in situ [y todo lo que implica] se trata. Como ya lo advirtiera Jan Vermeer en su pintura “Ein Mädchen, das einen Brief liest” (1657) —“Muchacha leyendo una carta”, también conocida como “La lectora”—, el cristal actúa como creador de reflejos fantasmagóricos, de modelos que brotan detrás de la pantalla de transparencia.

Haynes, con su sapiencia habitual, utiliza el lenguaje cinematográfico, para en un segundo plano: ser más rudo, y desde ahí, edificar una fábula inquietante, anémica, y extenuantemente indefinida sobre el manejo de las relaciones, la manipulación, esos vestigios del agravio infantil, esa falsedad feroz del amor sensible, la inmadurez por momentos, y algo que salta a la vista como intertexto: la ilimitada falta de miramientos de los medios de información.